Prensado en frío

Francisco Daniel Medina: «Entiendo la poesía como una manera de fotografiar lo que no capta una cámara»

Detalle de portada de 'La vida celebrada' de Francisco Daniel Medina

Francisco Daniel Medina: «Entiendo la poesía como una manera de fotografiar lo que no capta una cámara»

Francisco Daniel Medina (Málaga, 1975) es escritor y músico. Ha publicado las novelas Un mundo sin cuentos (1999), Cuando las luces de la ciudad se apaguen (2005), La extravagancia (2016), Exposición (2018) y los libros de poemas El arte de derribar aviones (2013), Las detonaciones (2017), Los conversos (2017) y acaba de editarse La vida celebrada (2022). Ha obtenido reconocimientos como el Premio de Narrativa Andalucía Joven 1998; I Premio de Poesía La Bolsa de Pipas, XXXVII Certamen Andaluz de Poesía Villa de Peligros y un Accésit en el I Premio Internacional de Poesía Addison de Witt por el poema La conciencia de las moscas

En su faceta como músico, lidera el proyecto Modo Bélica, con el que grabó dos EP, uno homónimo en 2011 (que se coló entre las mejores demos de 2012 de Mondo Sonoro Andalucía y alcanzó un 3º puesto en el concurso Nuevos Talentos del III Ojeando Festival) y ‘Equilibrio’ (2013). Asimismo, en 2017 registró como Peleador el Ep ‘Calle viento’. A lo largo de 2023 verá la luz el primer larga duración de Modo Bélica. 

Asimismo, ejerce como redactor en la Revista Staf Magazine y colabora en el Festival Moments (Festival Internacional de Cultura Independiente). Hoy, con la excusa de hablar sobre La vida celebrada, lo hemos invitado a pasar por nuestra prensa.

Portada de ‘La vida celebrada’ de Francisco Daniel Medina

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Francisco Daniel Medina: Quiero pensar que, este libro, ahora, era el libro más honesto posible. A diferencia de los poemarios anteriores, antes de abordar su escritura, tuve una idea clara acerca de las cuestiones que iba a tratar en los poemas o, más bien, una visión definida del poemario como conjunto. El punto de partida consistió en hacer una especie de balance existencial. Casi todos los poemas terminan reflexionando acerca del paso del tiempo, del agradecimiento hacia los que nos precedieron y nos posibilitaron habitar un mundo meridianamente construido, acerca del oficio de escritor que ocupa gran parte de mi tiempo, y acerca del barrio marinero en el que vivo con mi mujer y mi hijo. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Aunque esta respuesta ya empieza a tener cierto tufo a tópico, surgió durante el confinamiento como tantos otros proyectos. Empecé a esbozar los textos en un cuaderno y, pronto, tuve que coger folios sueltos para seguir reescribiendo sucesivas versiones de los poemas que terminarían integrando ‘La vida celebrada’. Es posible que no fuese el mejor momento para celebrar nada, pero, en mi caso concreto y siendo consciente de lo que acontecía a mi alrededor, juzgué mi situación como privilegiada. Estaba confinado con mi mujer y mi hijo, conservaba mi salud y mi trabajo, y teníamos un patio con un olivo. Qué más podía pedirle a la vida entonces. 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Estamos ante un libro más o menos optimista, pero no tanto porque yo concluya, a día de hoy, que la vida es un camino de rosas (precisamente he podido alcanzar la madurez suficiente para escribirlo porque he atravesado algún que otro campo de ortigas) como por el hecho de que, una vez alcanzada una edad, empiezo a tener alguna que otra herramienta que me permite encarar la vida de manera menos dramática, y, sobre todo, trivializar algunas expectativas centrándome más en vivir el momento apreciando las cosas sencillas. 

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Habiéndose publicado ya el libro y habiendo recibido alguna que otra impresión de parte los lectores, el efecto se ajusta a lo esperado (que no es poco) en el sentido de que, los textos, sobre todo, invitan a la reflexión, a quedarte un rato rumiando ciertas cuestiones, y ese “quedarse pensando” es a lo que está aludiendo el lector. Yo entiendo la poesía como una manera de fotografiar lo que no capta una cámara, aquello que, por su naturaleza más sensitiva, conceptual o subjetiva, escapa al objetivo. De hecho, hay un poema llamado ‘Los pensamientos’ dedicado a esa cuestión. 

¿En qué medida veremos en él —o no— al Francisco Daniel Medina de tus anteriores obras?

Sigo manteniendo un gusto por lo que podríamos definir como una estética filosófica-pop (esa definición la emplearon en una ocasión para referirse a un poema mío que a mí me gusta especialmente llamado ‘La conciencia de las moscas’ y me pareció, dentro de lo enrevesada que pueda sonar a priori, que se ajustaba a mis intenciones). Sigue obsesionándome encontrar el equilibro perfecto entre la parte estética del poema (entre el uso de figuras retóricas que lo apartan del lenguaje coloquial), y la transparencia que haga que el lector tenga en todo momento la sensación de que me mantengo atado a él, en una suerte de comunicación o conversación que es para mí toda literatura.

En ‘La vida celebrada’ quizá hay una diferencia clara relativa a la forma, ya que he hecho el camino desde el verso libre hasta el metro clásico, y, como comentaba en respuesta a tu primera pregunta, hubo una idea de partida de conjunto del libro mientras que en los libros anteriores simplemente comencé a caminar. Me gusta pensar que, como en cualquier otro oficio, también en el poético, vamos aprendiendo nuevas técnicas o puliendo las ya conocidas y que, en cada trabajo, llegamos un peldañito más arriba. Me interesa mucho esa idea de aproximar la poesía a cualquier oficio bajando al poeta del Olimpo. En uno de los poemas de la parte dedicada a la escritura digo: Como los artesanos / yo después de escribir / enjuago bien mis manos. 

El año que viene tienes previsto publicar tu primer disco en solitario, tras haber fundado y cerrado dos bandas, Modo Bélica y Peleador ¿Hasta qué punto influye esta faceta creadora tuya en tu producción literaria y viceversa?

Llevaba tiempo con la idea de iniciar mi proyecto en solitario. Las dos bandas que fundé partían de mis canciones escritas con una guitarra como cantautor, y luego el resto del grupo aportaba su parte. Desde que grabé el último epé con Peleador, después de haber dado por concluida la etapa de Modo Bélica, he seguido escribiendo canciones y me apetecía comenzar una nueva etapa sin la sensación de deberme a ninguna clase de bagaje previo, y abriéndome a nuevas posibilidades estéticas y sonoras.

Con respecto a cómo influye una faceta en la otra, hasta hace bien poco he mantenido una relación conflictiva con mi doble condición de escritor y músico; siempre he entendido que el uno le arrebataba el espacio al otro. Pero, de un tiempo a esta parte, el músico y el escritor están empezando a entenderse. Son disciplinas que se complementan ya que en la poesía hay música y en las canciones hay palabra. Ahora mismo estoy en pleno proceso de grabación del disco al que aludes y me gustaría tenerlo acabado para marzo de 2023.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘La vida celebrada’, ¿cuáles serían?

La vida celebrada, Origen y Los escultores.

Esta obra te ha valido el Premio Villa de Peligros. ¿Qué ha supuesto este galardón para ti?

Me ha hecho una enorme ilusión por varias razones. En primer lugar, premia la obra de un poeta andaluz y en la nómina de los ganadores están algunos de los poetas coetáneos a los que admiro; es un premio que se lleva convocando desde 1985 y con prestigio entre los poetas debido al jurado que lo integra. Y, además, la edición no puede ser más cuidada y bonita. Estoy muy feliz y no en todos los premios te hacen entrega de una placa tan chula. 

¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

A partir de ahora, seguiré escribiendo poemas del mismo modo que el carpintero seguirá haciendo muebles y el albañil alicatando cocinas. Insisto en mi modo de entender la poesía como algo mucho más próximo al trabajo diario y constante que a momentos puntuales de iluminación que también los hay. Pero no es menos cierto que, este premio, ya me está trayendo alegrías como haber visitado Peligros y haber conocido a gente maravillosa que está detrás de la organización, y, sin ir más lejos, gracias a este libro, estoy en secretOlivo, lo cual me hacía una enorme ilusión ya que he leído todas tus entrevistas. 

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’? 

A la poeta malagueña Lidia Bravo, que publicó un librazo en 2020, ‘La muerte de Christopher Reeve’, que según mi parecer no ha tenido toda la difusión que merece debido a las circunstancias derivadas de la pandemia. Pero, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. 

Poemas de ‘La vida celebrada’

LA VIDA CELEBRADA 

Hubo una inspiración fundacional 
y habrá una exhalación final, definitiva,
un último empujar a la intemperie. 
Habrá un remar al núcleo del vacío, 
al camposanto de los siglos, 
donde todo se junta. 

Proyectiles lanzados contra el crono,
entre esa inspiración y su clausura, 
compartiremos los anhelos. 

Hubo una inspiración –piedra de toque–, 
un susurro al oído de aquella estrella enana. 
Y al salir pegaremos un portazo 
que resonará en toda la galaxia. 

Así que te suplico, 
háblame de tu prole y de tu esposa, 
de los mares y de los marineros; 
del curro, aunque lo odies; 
celebra la existencia por delante. 

Hablemos del ocaso que te ilustra, 
de la emoción hallada en la templanza.

ORIGEN

Entre lo mejor del verano está 
la ligereza que adquiere el armario, 
que algunos shorts 
y algunas camisetas nos basten 
para cumplir con el pacto de la vestimenta.

Relajamos costumbres,
de manera que la impuntualidad 
no se juzga de forma tan severa
y no nos ensañamos con el otro 
porque el sudor decore alguna prenda. 

El reloj se adormece.
Y de tanto hidratarnos
el agua nos conecta con la esencia,
como si un par de átomos de hidrógeno 
y uno solo de oxígeno 
pudiesen conmovernos.

Despierta nuestro lado más salvaje
y, al ocultarse el sol,
encendemos hogueras en la playa 
previniendo epidemias.

Y el calor nos empuja a prescindir de ropajes,
como si el cometido último del verano 
fuese el de recordarnos nuestro origen,
el de traernos otra vez de vuelta.

LOS ESCULTORES 

Fue el azar lo primero que marcó, 
una combinación de genes 
que fundó nuestro yo sin negociarlo. 
Luego una calculada educación 
quizá dejase puertas entreabiertas
por las que se filtrase el aire. 
Emulamos al ídolo admirado; 
le robamos la ropa y el peinado; 
la mirada; y, de haber sido posible, 
le hubiésemos robado al cónyuge. 
Y una vez alcanzada la adultez, 
era ya tarde y no resultó fácil 
arrastrar tanto lastre. Mas ahora 
que todo lo que hacemos 
repercute en el otro, 
tenemos una escala muy precisa 
que estima los atinos; 
también los desaciertos. 
Y por eso esta calma convivencia 
semeja un esculpirnos: 
darnos forma recíproca sin tregua.

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Javier Gilabert
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