Prensado en frío

María González: «Me gusta que los libros me golpeen»

Portada de 'Cirugía de la muñeca' de María González
Portada de 'Cirugía de la muñeca' de María González

María González: «Me gusta que los libros me golpeen»

María González (Córdoba, 1986) es licenciada en Escenografía por la ESAD de Córdoba, actualmente reside en Madrid. Es autora de los libros El año en que murió Jean Genet (La bella Varsovia, 2010), El Espejo (Ediciones en Huida, 2015) El hambre (Maclein y Parker, 2020) y Cirugía de la muñeca (In Limbo ediciones, 2022).

Aparece en antologías como Terreno Fértil (El Cangrejo Pistolero, 2010), Sais. Diecinueve poetas desde La bella Varsovia (La bella Varsovia, 2010), A gustar convidan (La bella Varsovia, 2012), La vida por delante (Ed. En Huida, 2012) o Ni diosa, ni dulce ni serpiente (Diputación de Córdoba, 2020). Su cuarto poemario es la razón que la trae hoy a nuestra prensa.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

María González: ‘Cirugía de la muñeca’ es un manuscrito que surgió tras mi primer poemario y que ha pasado por diferentes etapas creativas. Durante mucho tiempo estuvo guardado en un cajón. Saqué varios libros y aun así no lo veía encajando en ninguna editorial. En 2020, cuando llegó la pandemia, conocí a Ana María Castillo, editora de In Limbo; la editorial acababa de lanzar su primer título, el brillante ‘El hijo culebra’ de Ángela Álvarez Sáez. Ana había leído ‘El hambre’ y le había gustado mucho, me invitó a enviarle algo. Unos meses después, en el perfil de Instagram de la editorial, ella misma, subió una serie de fotos que yo identifiqué con aquel texto que tenía un poco en tierra de nadie. Lo recuperé, le di una vuelta, y conseguí cerrarlo de la manera adecuada. El libro necesitaba que hubiera pasado el tiempo suficiente no sólo para editarlo, si no para darle el colofón adecuado y que fuera redondo. Su casa le estaba esperando, ¡pero es que aún no existía!

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

El texto es un coming of age a través de las diferentes partes de un cuerpo, una especie de rompecabezas, tipo diapositivas. La imagen de un atlas corporal también es válida. El lector conoce primero esos flashes sobre recuerdos asociados a cada una de los puntos físicos, para en el tramo final, ubicar todo el rompecabezas anterior en una serie de poemas menos crípticos. Esta serie descubre el motivo por el que la voz poética ha contado todo ese viaje previo. En realidad es una historia de amor, sólo que algo macabra. 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Se pueden hacer diferentes lecturas cuando no tenemos ninguna pista que decodifique el texto. A mí me gusta que los libros me golpeen, así que mejor sin anestesia. También así se generan menos expectativas.

¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?

Aunque a priori puede parecer contradictorio, creo que es mi libro más luminoso y esperanzador. El libro es macabro por la relación que tenemos culturalmente con la fisicidad, los fluidos o la anatomía, pero en realidad no deja de ser una voz aceptando la derrota y buscando las herramientas para seguir adelante. Uno nunca puede calcular lo que sus poemas pueden generar en otras personas. Ojalá sea siempre algo bueno.

¿En qué medida veremos en él —o no— a la María González de tus anteriores obras?

Creo que comparte puntos en común con todos mis libros anteriores. Están las máscaras y las referencias al arte escénico que poblaban mi primer poemario, también la tristeza de ‘El espejo’, aparecen poemas más largos y narrativos, pensados para la declamación como en ‘El hambre’. El primer poema que escribí jugando con el concepto de alimentarse, surge en este libro. También es el poemario en el que, por el momento, queda mucho más patente mi sexualidad. Es el más queer de todos, por así decirlo. 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Cirugía de la muñeca, ¿cuáles serían?

alérgica 
mi piel se resquebraja 
al contacto con el agua verde soy 
          a l é r g i c a 
 se crean círculos 
concéntricos que parten de mis nudillos 
tengo pues manos de látex cuarteadas 
en incisiones de talco círculos blancos círculos rojos 
similares a las comisuras de mi boca que muerdo 
con esquinas de pintura plástica 

me quedo lejos 
disculpada de tocar la loza con mis uñas rotas y violetas 
exenta de oficio nací con esta piel manchada

observo el río bañando 
los tridentes las hojas que una vez quise para mí 
cristal de mis pecados restos de culpa y olor acuoso 
embobada por las gotas sentada a tu espalda 
no pretendo 
que me sientas 
respirar

te morderé 
masticaré cada trozo de tu cuerpo 
saboreándolo entre mis dientes 
como una manzana 
romperé con mis mandíbulas tus tuétanos 
para poder tragarlos 
incluso 
tu pelo 
tus ojos 
tus uñas
me rellenarán

si mueres 
engulliré tu cadáver 
como una golosina o fruta 
así 
podrán enterrarme 
contigo en mi estómago 

Le ballon rouge                                 

Albert Lamorisse                               

 agarré tu mano con mis dientes 
para rescatarte me sigues 
te habito
visitamos la ciudad y nos recorre

tus sueños me salvan de las piedras
relleno mi pecho con sus plumas

¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

Supone una pieza más en el camino. No podría decir hacia dónde se dirige mi voz. Tras cuatro títulos, algo que sí tengo claro es que hay una voz. No me atrevo a tacharla con ningún apelativo, porque hoy día hay tantas propuestas poéticas como firmas. Para mí, como autora, supone un paso hacia la visibilidad en mi forma de relacionarme. Una herramienta para dejarlo patente, y que esto se amplíe a las lecturas del resto de títulos. 

¿Un libro de poemas ha de ser un hacha —como preconizara Nietzsche— ¿Una herida? ¿Ambas cosas? ¿Ninguna de las anteriores es correcta?

Los poemas y libros que disfruto suelen ser hachas. Muchos surgen de heridas. Se puede compaginar. No es excluyente ni condicionante, pero yo los disfruto más tanto al escribir como al leer. 

Por último, como lectora, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Me ha fascinado el primer poemario de Laura Rodríguez Díaz, ‘San Lázaro’. La resignificación del cuerpo, el uso del espacio a nivel atmósfera… (me ha dado mucha envidia), lo edita Cántico. En el mismo sello, Eduardo Chivite ha sacado recientemente un libro de nombre ‘Okaeri’. Sus poemas son como una sopa caliente cuando tienes frío. También me encantaría leer las respuestas al Prensado de Erika Martínez, ahora que tiene nuevo libro, ‘La bestia ideal’, en Pre-Textos. 

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Javier Gilabert
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