Prensado en frío

Diego Medina Poveda: «Escribir es una forma de lucha»

Portada de 'En vecindad, no en compañía', de Diego Medina Poveda
Portada de 'En vecindad, no en compañía', de Diego Medina Poveda

Diego Medina Poveda: «Escribir es una forma de lucha»

Diego Medina Poveda (Málaga, 1985) es doctor en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Rennes 2 (Francia). Actualmente se dedica a la docencia y codirige la colección Monosabio del Ayuntamiento de Málaga. Tiene en su haber, entre otros, el premio Manuel Alcántara (2018) por el poema ‘Contrapicado’ y el accésit del premio Adonáis por ‘Todo cuanto es verdad’ (Rialp, 2020), libro al que le fue concedido el Premio de la Crítica de Andalucía (2021). Su último libro acaba de editarse este 2022 bajo el título ‘En vecindad, no en compañía’ (Ediciones de la Isla de Siltolá). Por ese motivo, le hemos invitado a pasar por nuestra Prensa esta semana.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Diego Medina Poveda: ‘En vecindad, no en compañía’ sigue la estela temática de mi anterior libro ‘Todo cuanto es verdad’ (accésit del premio Adonáis en 2019) y está escrito de manera casi contigua. Una versión primera de este libro fue finalista del premio Adonáis de 2020; posteriormente lo dejé madurar, y aquí lo tenemos ahora en 2022, publicado por la Isla de Siltolá. Como ves, publicar un libro no es algo que se haga de un día para otro. Tú lo sabes bien. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Como te comento, este libro surge como continuación del anterior, en él sigo manteniendo una crítica sutil de la realidad, del consumismo exacerbado que domina nuestro modus vivendi, y tiene una presencia clave el tema de la casa. La casa como espacio compartido pero también la casa como cuerpo, como microcosmos, del que hace falta conocer todos sus rincones. Desde el mismo título, que proviene de unos versos de Claudio Rodríguez, se hace evidente el tema de la soledad.

La deshumanización de una sociedad dominada por el dinero y por la prisa, que se siente aislada en la multitud, y la crueldad que supone eso para el ser humano Vemos poemas en los que se evocan el suicidio, el bullying, el aislamiento, etc., síntomas de una sociedad herida, pero también la infancia, el viaje hacia uno mismo y al conocimiento como remansos donde hallar un sentido de vida. Curiosamente, la mayor parte de los poemas estaban terminados antes de la pandemia, pero esta tragedia que hemos atravesado no ha hecho sino incrementar estas lacras sociales.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Me gustaría que lo leyeran sin ninguna idea preconcebida, que se dejaran llevar por el placer de lo poético, por la musicalidad del verso, algo en lo que he hecho mucho hincapié en este libro.

Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?

El efecto de la poesía; algo que no cumple ningún otro género literario. En ‘En vecindad, no en compañía’ he tratado de aunar lo lírico, lo reflexivo y la crítica social en un solo libro, pero siempre cumpliendo con una intención poética. Si hubiera querido hacer crítica social a secas, por ejemplo, habría recurrido al artículo o al género ensayístico.

¿En qué medida veremos en él —o no— al Diego Medina Poveda de tus anteriores obras?

Para quien conozca mis libros anteriores, creo que mi voz es siempre reconocible, así como los temas que me preocupan. Si bien es cierto que en este libro en particular he querido dar una importancia mayor a la forma. ‘En vecindad, no en compañía’ está escrito enteramente en endecasílabos asonantados, lo que le da una unidad estilística muy concreta al libro. He querido, en cierta manera, reivindicar, la música, la melodía del verso que, quizás, en buena parte de la poesía actual se deja un poco de lado. En él he experimentado con el poder de la rima como generadora de significados. En su proceso creativo, en muchas ocasiones, el poema me fue llevando en su escritura, como un ente vivo que el poeta ha de moldear con técnica e ingenio.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘En vecindad, no en compañía’, ¿cuáles serían?

Pues sí que es un aprieto, porque hoy preferiré unos y mañana otros. Pero para salir al paso, te podría citar: ‘Nana para un niño imaginario’, ‘Invitación a la tiniebla’ y ‘Otro hogar’.  

Este es el primer libro que publicas con el marchamo de haber sido Premio Andalucía de la Crítica’. ¿Eso es una ventaja, una responsabilidad, ambas cosas, ninguna de las anteriores… —risas—?

Bueno… Siempre hay cierta incertidumbre en cómo será acogido el libro, independientemente de los premios que uno tenga. Para mí, como ya he dicho en muchas ocasiones, fue un honor indescriptible ⸺y totalmente inesperado⸺ haber recibido con 36 años el premio de la Crítica de Andalucía. Pero el poeta no debe dejarse presionar ni por la crítica ni por los lectores a la hora de escribir, su mirada y su creatividad deben estar libres de ataduras. Que la Isla de Siltolá haya publicado este libro me quita mucha responsabilidad porque quiere decir que algún valor poético y editorial debe de tener –risas-. Alea jacta est, que los lectores comenten. 

¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

No, en absoluto, no es un punto de inflexión; es una secuencia lógica, como te decía, del libro anterior, en este libro sigo explorando temas parecidos al anterior pero he cambiado completamente la forma; el poeta no debe encasillarse, debe encontrar o buscar una voz propia pero siempre con la puerta abierta a la experimentación. Siguiendo con la secuencia lógica que te comentaba, el siguiente libro, que también tengo escrito desde hace algún tiempo, conforma, podría decirse, el colofón de ‘Todo cuanto es verdad’ y de ‘En vecindad, no en compañía’. ¿A partir de ahora, qué? Pues como siempre, a seguir luchando, a intentar vivir y no simplemente sobrevivir: escribir es una forma de lucha.

Por último, como lector/a, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Me gustaría que invitarais a Domingo César Ayala, un poeta andaluz al que creo que no se le conoce tanto como se debería, y que acaba de publicar su último libro, ‘Propicio desatino’, en Ediciones en Huida.

Poemas de Diego Medina Poveda

NANA PARA UN NIÑO IMAGINARIO

Duerme, mi niño —si es que estás despierto—,duér
mete en tu limbo imaginario,
no sé si aquí esperarte o no esperarte.
Mientras, saco los monstruos del armario.

Duerme, mi niño, ea, que tu padre
en sus entrañas huecas oye el llanto
de un bebé de silencio y de futuro,
anónima esperanza que es el vaho
del murmullo del tiempo con la vida.

Duerme mientras tu padre entre sus brazos
esboza siluetas de tu cuerpo
de aire, mientras te acuna en el espacio.

Duerme, mi niño —si es que estás despierto—,
escucha la canción que estoy cantando
con un susurro al viento que transporta
las sonoras semillas de mis labios.

Suenan en la esperanza sonajeros,
suenan en esta cuna que he inventado
las mudas carcajadas de mi niño.
Vuela su boca, vuela como un pájaro,
el eco en las estrellas adhesivas
se adhiere al techo, y tintinea humano.

Ea, mi niño, ea, ven ahora,
que tu padre te quiere aquí a su lado,
el mundo te dará mil bienvenidas,
¿o acaso por nacer estás llorando?

Duerme, mi niño —si es que estás despierto—,
duérmete ahora, niño imaginario.

INVITACIÓN A LA TINIEBLA

Te invito a la tiniebla de mi casa,
no hallarás luz a campo abierto, amigo,
aquí tropezarás con madrugadas
cuando cruces la puerta hacia el pasillo.

El espacio es profundo en los espejos:
todo aquí es amalgama del principio.
En la puerta de entrada se divisan
las paredes delgadas de ladrillos,
se oyen niños que lloran sin consuelo
—¿escuchas?—, son los hijos del vecino,
el llanto se comparte entre los cuerpos
y son comunitarios nuestros gritos
tendrás que desnudarte del silencio
y hacer con el estrépito un abrigo
que calme en este invierno sin estufas
la soledad terrible del ruido.

No podrás conversar aquí con nadie
porque todo carece de sentido,
no importa si a través de las paredes
sabes del otro más que de ti mismo.
Conocerse se ha vuelto una entelequia,
el rostro en el espejo tu espejismo
que sonríe en cristales luminosos
y disimula al ver el precipicio.

Al lado de la puerta hay un perchero,
cuelga tu tiempo y siéntate conmigo,
te invito a la tiniebla de mi casa.
Si en el fondo no somos tan distintos…

OTRO HOGAR

Ese territorio mental fue tal vez el único espacio hospitalario
para todos ellos. 

Irene Vallejo

Vacíos, como dos cuentas corrientes,
no les llena el dinero de los bancos
ni un bufet libre ceba el apetito
de sus vientres, ¿no tiene el alma acaso
un tipo de hambre más humana, que huya
de una ley de cajeros automáticos,
de la abundancia obscena, de esplendores
podridos en su ardor de fuegos fatuos?
Yo estoy seguro, y ellos también saben,
que otro tipo de hogar es necesario.

Bajo el polvo infinito del recuerdo
hay una dimensión que no es espacio,
que de memoria y sueño está esculpida
carne adentro. Asombro y también pánico
les da una estancia llena de futuro,
axis de amor y de esperanza: abrazo
que dándose no acaba y se ilumina
con una luz serena. Están hablando:

«Viajemos hacia el fondo del pasillo,
allí se escucha el tiempo muy despacio
y pesan las palabras de los muertos;
que llenen el vacío con su canto».

Al final —sí— se ve la librería,
los dos caminan juntos de la mano
—carne adentro han cerrado las persianas—.
Un mundo nuevo emerge y otros ámbitos
de ser, de ser humano en un hogar
de un esplendor sencillo y necesario.
Qué vacías sus dos cuentas corrientes,
y cuánto pesa el fondo de su almario.

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Javier Gilabert
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