Prensado en frío

Javier Bozalongo: «El poeta no deja de ser un ciudadano»

Portada de 'Nombrar la herida' de Javier Bozalongo
Portada de 'Nombrar la herida', de Javier Bozalongo.

Javier Bozalongo: «El poeta no deja de ser un ciudadano»

El escritor Javier Bozalongo (Tarragona, 1961), que vive en Granada desde hace más de 30 años, ha publicado los poemarios ‘Líquida nostalgia’ (2001), ‘Hasta llegar aquí’ (2005), ‘Viaje improbable’ (2008), ‘La casa a oscuras’ (2009), ‘Todas las lluvias son la misma tormenta’ (2018) y ‘Este país’ 2019). Antologías de su obra han aparecido en Costa Rica, México, Ecuador y Argentina. En 2016 publicó su primer libro de relatos, ‘Todos estaban vivos’. En 2017 publicó el libro de aforismos ‘Prismáticos’, y en 2019 ‘Cóncavo y Convexo’ (escrito “a dos voces” con Carmen Canet).

En 2021, Javier Bozalongo publicó la plaquette ‘Los días generosos’, dentro de la colección Nexos de Sonámbulos Ediciones, así como el libro de haikus ‘Todo es azar’, publicado por el C. Cultural Generación del 27, de Málaga. ‘Nombrar la herida’ (Sonámbulos Ed. 2022) es su último libro y la razón por la que hoy pasa por nuestra Prensa.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Javier Bozalongo: El libro se ha ido «construyendo» a lo largo de los dos últimos años sobre las historias de las mujeres que lo protagonizan, y una vez terminado, si es que los libros se terminan alguna vez a pesar de su publicación, Sonámbulos Ediciones ha podido publicarlo gracias a una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura.

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

La idea surge a partir del primer poema, dedicado a mi madre, y quiere ser un homenaje a todas las mujeres, representadas aquí, mediante una suerte de monólogos dramáticos, en los que ellas mismas cuentan su historia: desde el discurso de Clara Campoamor en 1931 reclamando el voto femenino hasta la historia de Elisa y Marcela, que consiguieron casarse ¡en 1901! engañando a la propia Iglesia, o Ana Orantes, cuyo asesinato supuso un paso muy importante para que todos nos empezáramos a concienciar de lo que significaba la violencia machista, vivida casi en directo por todo un país con el alma en vilo ante tal situación . 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Quisiera que el libro reivindicara a través de sus protagonistas a todas las mujeres, libres y valientes, como dice la dedicatoria, y que cada lector tome conciencia de una realidad que nos afecta a todos, hombres y mujeres, para poder avanzar en igualdad mediante el respeto. 

¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?

Espero que se vean representadas en cada una de las mujeres que habitan estas páginas, reivindicando su papel en nuestra sociedad, que ha cambiado mucho pero todavía no lo suficiente. El libro está dedicado a mis hijas y a las hijas de mis hermanos en nombre de todas las demás, porque he visto cómo han vuelto de noche a casa con un pellizco de miedo que no deberían sentir, que la mayoría de los hombres no sentimos en iguales circunstancias, y porque tienen derecho a la misma dignidad laboral o social que todos los demás. 

¿En qué medida veremos en él —o no— al Javier Bozalongo de tus anteriores obras?

El libro sigue en cierto modo el tono del anterior, ‘Este País’, con un tono menos lírico que los anteriores, buscando ese lado social que la poesía también puede o debe tener, buscando un tono unitario que dé continuidad al texto, aunque en la primera y en la última parte esté el poeta de siempre, o al menos eso intento, relacionándose con las protagonistas indiscutibles del libro y con su entorno. 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Nombrar la herida’, ¿cuáles serían?

Elegiría los dos primeros poemas y también el último, porque es en los que tal vez aparezca el Javier más íntimo, con sus recuerdos, sus afectos y también sus miedos y debilidades, pero siempre con un hilo de esperanza en la voz. 

Tu poesía discurre en muchas ocasiones paralela a la sociedad en la que vivimos, retratándola en cierto modo y protestando contra aquello que no te parece justo. ¿Tienen los poemas la capacidad de cambiar, aunque sea muy ligeramente, las cosas? ¿Sigue siendo la poesía ese “arma cargada de futuro”?

La poesía puede que no cambie nada, pero si ayuda a cambiar mínimamente a cada uno de los lectores al sentirse representados en algún poema del libro, el esfuerzo habrá valido la pena. 

Si mis poemas discurren paralelos a la sociedad en que vivimos, como dices, es porque el poeta no deja de ser un ciudadano que además de serlo y vivir como tal, recurre a las palabras para intentar entender, que no explicar, ese mundo que lo rodea, buscando más preguntas que respuestas a través de sus versos, lanzándolas al aire para que los lectores las recojan, se hagan esas mismas preguntas y contradigan, corrijan, asientan o tachen lo que el poeta les dice a través de las páginas de un libro. 

¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

Después de dos libros con una temática muy pegada al día a día de la sociedad, casi como noticias que leemos en la prensa a diario, vuelvo a mi escritura de siempre, a una poesía más experiencial o más lírica en el mejor sentido de la palabra lírica, donde posiblemente estará el Javier más íntimo, más cercano, pero sin dejar de observar todo lo que ocurre alrededor. 

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’? 

Alejandro V. Bellido ha publicado hace poco un estupendo primer libro, ‘La oculta esperanza’, proyectando su poesía desde Huelva hacia todos los lectores. También Fernando Camacho, sevillano, ha publicado en Sonámbulos su primer libro, ‘Responsabilidad Generacional Corporativa’, que ha tenido muy buena acogida. Ambos estarán firmando en la Feria del Libro de Granada.

Poemas de Javier Bozalongo

(de ‘Nombrar la herida’)

ANA MARÍA 

A mi madre

No conozco otro nombre

que se pueda leer de arriba abajo

o de derecha a izquierda

o de izquierda a derecha

sin cambiarle el sentido,

y por más que buceo entre los diccionarios

no puedo hallar palabras que mejor te definan: 

Eva también fue madre
pero se vuelve Ave si le damos la vuelta,
y nos lleva hacia Roma,
donde tú sabes bien que se encuentra el Amor
porque la luz azul

puede alumbrarnos de cualquier manera

y uno puede tratar de ser distinto,

pero se es o no se es

a pesar nuestro. 

Tú pudiste ser cauce o ser camino 
pero quiso la vida

que al final fueras isla. 

Los demás navegamos en busca del tesoro 
alrededor del mundo, 
haciendo de tu playa un buen refugio, 
volviendo siempre a casa

para que nos des agua

cuando tenemos sed

ANTONIO 

Puedo escuchar la imagen
pero no ver la voz. 

En los labios intento entender las palabras. 

Recuerdo cada gesto.

Recuerdo cada frase

pero no puedo oírlas aún siendo conocidas. 

Todo cuanto precede a los sonidos 
se convierte en silencio inaccesible, 
como una llamada de teléfono 
interrumpida antes del saludo, 
igual que un hombre mudo 
que abre mucho la boca intentando gritar. 

Así lo puedo ver. 
Y sigo sin oírlo. 

Es la voz de mi padre. 
Y sigo sin oírla. 

VIVIR SOLO 

A veces me da miedo vivir solo. 

Descubro entre la ropa que no uso
una placa de oro con mi nombre
y mi grupo sanguíneo en el reverso,
un mechero regalo de mi padre
cuando estaba bien visto que fumáramos, 
el anillo de boda de mi abuela… 

¿Alguien podría hallar estos residuos 
sin previa indicación de que existieron? 

A veces me da miedo vivir solo. 

Me viene a la cabeza mi vecina, 
preocupada después de algunos días 
sin cruzarse conmigo en la escalera, 
entrando a casa con su propia llave: 
la música y la luz aún encendidas, 
seguramente un libro en mi regazo 
y la mirada ausente tras las gafas. 

Por eso me da miedo vivir solo,
por si después no encuentran los recuerdos 
escondidos en todos los rincones. 

Lo que mis ojos sí dirán seguro

es en lo que pensaba en ese instante:

que los secretos nunca están a salvo,

que el mar no puede verse desde aquí

y que me fui pensando en vuestros nombres. 

Javier Gilabert
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