Prensado en frío

Paloma Fernández Gomá: «La poesía es consustancial al alma humana»

Portada de 'Weblog del tiempo' de Paloma Fernández Gomá
Portada de 'Weblog del tiempo' de Paloma Fernández Gomá

Paloma Fernández Gomá: «La poesía es consustancial al alma humana»

Paloma Fernández Gomá (Madrid-Algeciras, década de los cincuenta). Poeta, escritora y crítica literaria. Consejero de Número  del Instituto de Estudios del Campo de Gibraltar. Fundadora y Directora de la revista Tres orillas-Dos Orillas (2002- hasta la fecha). Coordinó la antología Arribar a la Bahía, Encuentro de Poetas en el 2000. Miembro de honor de la AEMLE (Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española). Pertenece al Club de Amigos de Marruecos en España. Asesora literaria del Instituto Transfronterizo del Estrecho de Gibraltar, hasta su cierre.

Ha sido galardonada numerosas veces por su obra literaria e intercultural. Su obra está recogida en distintas antologías y revistas de ámbito nacional e internacional y ha sido traducida al mallorquín, al árabe, al inglés, al francés, al italiano, al rumano y al portugués y al griego.

Tiene publicados numerosos artículos en prensa y revistas, estudios, ensayos y más de veinte libros de poesía y narrativa, entre los que destacamos: El  ocaso del girasol (1991), Calendas (1993), Senderos de Sirio (1999), Lucernas para Jericó (2003), Cáliz amaranto (2005), Ángeles del desierto (2007), Acercando orillas (2008), Espacios oblicuos (2015), Las edades del alma (2016), Iris (2017), Zéjeles de alborada. Versión bilingüe español-árabe (2019) y Weblog del tiempo (2021), que es por el que hoy pasa por ‘la prensa’.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Paloma Fernández Gomá: Este libro viene a ser como decir bitácora o diario del tiempo, pero actualizado al lenguaje de hoy. Pensé en  decir web por tecnología y blog porque los blog son elementos para  expresar aquello que sientes o en lo que te implicas. Fue ahora porque era su momento.

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro? 

La idea surge tiempo atrás donde el poemario se fue gestando y en la pandemia hubo tiempo de sobra para amasar los poemas y tejer el contenido. Es un libro de recorrido en el tiempo.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s? 

Desglosar vivencias, detenerse en ellas, recuperar los recuerdos y forjar nuevas conexiones. Esta seria para mí la clave, para interpretar el libro, siempre con el tiempo como telón de fondo y el hombre como espectador.

¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s? 

El efecto no es impredecible, cada lector sacará sus propias conclusiones, por otro lado, tal y como es de esperar; pues si fuera una respuesta unánime, el libro quedaría encorsetado, sin variantes alternativas, sería como de una sola dimensión, y eso no me guatearía que pasara.

¿En qué medida veremos en él —o no— a la Paloma Fernández Gomá de tus anteriores obras? 

Yo creo que mi firma se mantiene en esta nueva entrega, con dosis de complicidad hacia  otras culturas, siendo el hombre, el eje de mi pensamiento y la naturaleza como gran sustentadora de la palabra y el pensamiento.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Weblog del tiempo’, ¿cuáles serían? 

Desde luego es un aprieto muy considerable. Yo elegiría un poema de las primeras páginas del libro, como introducción al recuerdo de mi abuela en una primera juventud (Paseo de las acacias, pág., 21). De la mitad del poemario escogería la idea de solidaridad, como elemento insustituible en las relaciones humanas y tomaría un poema con la mujer como referencia (Mujer para todo, pág. 43). En la tercera parte del libro me iría hacia uno de los poemas donde presente y pasado son valores para afrontar el futuro (Todavía es invierno, pág. 58).

¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

No contemplo inflexión, más bien continuidad.

A partir de ahora, seguir caminando en la poesía con el hombre de la mano, como principal valedor de sensaciones ideas y convivencia, proyectado en la realidad que le rodea, con la naturaleza como compañera indispensable para trazar su visión del mundo y de los demás.

¿De qué manera se plasma el Humanismo Solidario en tu poesía y en tu poética?

Desde el respeto y la convicción de los valores humanos en la solidaridad entre los pueblos, entre los hombres y mujeres. Quiero destacar el valor humanitario de la mujer a lo largo de la historia. Destaco la interculturalidad como un principio necesario para la convivencia en paz. Conocer “al otro” es un trayecto que me fijo desde la poesía, para llegar a buscar sensaciones comunes sin importar la distancia geográfica ni el credo del “otro”.

El acercamiento hacia Marruecos siempre ha constituido un camino de semejanzas por descifrar; considerando el valor de acercamiento hacia “el otro” como una vía necesaria para encontrarse consigo mismo, recuperando el  pasado para llevarlo al  presente.

Sobre mi poética diría a grandes rasgos que contemplo mi poesía como un rito con el que tengo una cita todos los días para concitar a la naturaleza, a fin de dar fe de que estoy aquí frente a mis límites, expresando aquello que de infinito o cíclico habita a mi alrededor. Creo que la poesía es consustancial al alma humana y todo  hombre nace comprometido con lo que de eterno o imperecedero hay en él.  

Por último, como lectora, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

A mí me gustará que fuese el poeta y crítico literario Alberto Torés, cofundador de Humanismo Solidario y autor del prólogo del libro Weblog del tiempo.

Poemas de Paloma Fernández Gomá

PASEO DE LAS ACACIAS

Las acacias del paseo, ya en flor,
hacían que el tiempo se posara
sobre mi espalda
acariciando con sus dedos la secuencia 
de las horas,
para detenerse ante la ventana abierta
y oliendo a tierra ascender en la mañana,
buscando cobijo 
y el rigor de la palabra
que sostenía su presencia.
La vida recorrió los pliegues de la piel,
horadada por el tiempo.
Las historias vividas compusieron un rompecabezas
de fechas, imágenes, recuerdos
y fotografías que se fueron depositando
en el alero de los tejados.
Se hilvanaron lugares, nombres, datos, 
anécdotas hasta sembrar la savia del recuerdo revivido

Y se fue esparciendo el flash del día a día.
Tiempo de hojas blancas, cuadernos y caligrafía
junto a su figura alta y corpulenta,
eran mi mirada y el abrazo para el alma.
De niña viajó muchas veces a París
y sus ojos brillaban cuando lo refería.
Contaba su vida en dosis pequeñas,
poniendo orden en los hechos. Luego callaba.
Callaba durante unos minutos y continuaba su relato.
Cuando llegaba a la guerra civil, el silencio persistía.
Después me decía: Nunca más una guerra entre hermanos.
Y un escalofrío recorría su cuerpo.

MUJER PARA TODO

Detrás de los cristales el viento enmudece,
no se te mueve el cabello.
Sólo existe una pantalla transparente
que calienta la habitación para recibir
a las visitas o te invita a sentarte.
Detrás de los cristales no hay matronas
que hilvanen el tiempo.
Existen aceras y semáforos donde arrecia 
                                             el viento.
Pasan las horas y el teatro de la vida
continúa su función.
Madrugar y hacer los deberes, el niño
                                      y el adulto.
La mujer asume su tiempo, llevando cada vez
más horas en su maleta.
Es madre, trabajadora, cocinera y proyecta su vida
en un desván de impactos impredecibles.
Mujer para todo, de iris violeta
con calendario completo y brindis al sol.
Lleva las manos marchitas y un cesto para las flores,
Nunca olvidó un cumpleaños, mientras se destiñen 
                                                       sus cabellos.
En su camino quedaron pasaportes por sellar.

TODAVÍA ES INVIERNO

Aunque todavía es invierno, ya huele a resina
y el mirlo anida en mi costado
para describir los signos de la primavera 
cuando el hisopo de la tarde se vuelve retama
 iniciando la ruta del deshielo.
Sólo el agua transita los senos dormidos del tiempo
si la lluvia cubre los témpanos
y llevas el abrazo somnoliento de la noche en tu regazo.
Las agujas de los pinos acuden al soliloquio de las horas
cuando la tarde se desplaza por los últimos caminos.
La soledad retoma su presencia cuando añoras ausencias.
No anclarse en el pasado para vivir el presente.
Los huecos del alma son interminables caminos
que nunca acabas de recorrer.
Hay que mirar el anochecer como la aventura
de un inicio consensuado
para ir pasando las páginas de los tótems
que están obligados a permanecer.

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Javier Gilabert
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