La Fuerza de la Palabra

Inhabilitadas por los vetos…

La Unión Europea y las Naciones Unidas inhabilitadas por los vetos

¿Vuelta a la anormalidad?

Al terminar, cuanto antes, el terrible episodio bélico de Ucrania, con una invasión abominable en todos los aspectos decidida por Putin y en la que los interlocutores no han sido la Unión Europea y las Naciones Unidas. Ambas inhabilitadas por los vetos, sino por los militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), presidida por los EEUU y empeñada en desplazarse hacia el Este y el Sur…

Volveremos —si no nos esforzamos en remediarlo— a la anormalidad, porque la gobernanza global de los grupos plutocráticos; G6, G7, G8 y G20 creados al final de la década de los 80 por el presidente Reagan, ha conducido a la confusa y anormal situación actual con sombríos horizontes ecológicos, políticos y sociales de los que debemos ser conscientes.

Conscientes para la acción, para la participación, para no ser más espectadores impasibles sino actores que procuran, con su comportamiento cotidiano, un cambio radical en las tendencias presentes.

Desde los años 60 del siglo pasado, diversas instituciones y personas —la UNESCO, el Club de Roma, Aurelio Peccei…— han venido insistiendo en la necesidad de evitar que las actividades humanas pudieran dañar, y hacerlo irreversiblemente como es el caso en los últimos años, el medio ambiente, la naturaleza, la habitabilidad de la tierra.

En 1997, la Academia de Ciencias de los Estados Unidos alertó sobre la excesiva emisión de gases “con efecto invernadero“ y, sobre todo, de la progresiva disminución de su recaptura por la disminución del fitoplancton. Silencio.

En 1992, las Naciones Unidas convocaron en Río de Janeiro la primera gran Cumbre de la Tierra en la que se adoptó un documento de gran rigor científico: la Agenda 21. Y silencio. De nuevo se desoyó al multilateralismo democrático.

Diez años más tarde, en 2002, la segunda Cumbre de la Tierra se convocó en Johannesburgo, al poco tiempo de la difusión de uno de los documentos-guía que debería incluirse en los estudios de todos los niveles: la Carta de la Tierra. Se aprobaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, recomendándose su inmediata aplicación. Silencio.

Fue necesaria la sabia y oportuna intervención del presidente demócrata Barack Obama quien, en otoño de 2015, firmó en París los Acuerdos sobre el Cambio Climático y, dos meses más tarde, suscribió asimismo la Resolución “para transformar el mundo” aprobada por la Asamblea General (Agenda 2030 y Objetivos de desarrollo sostenible).

Objetivos de Desarrollo Sostenible (Agenda 2030)
Objetivos de Desarrollo Sostenible (Agenda 2030)

Por fin, una pausa de esperanza

Por fin, podía preverse una reacción a escala planetaria para hacer frente a los gravísimos retos globales. Pero fue un periodo muy breve porque, a los pocos meses, la elección del presidente republicano Donald Trump, desvaneció al instante todas las expectativas.

El mismo día de su toma de posesión manifestó que no pondría en práctica los Acuerdos de París ni la Agenda 2030. Pensé que aquella total discrepancia con las decisiones de su antecesor sería inmediatamente contrarrestada por la Unión Europea y un número muy relevante de los países que integran las Naciones Unidas. Pero, una vez más, silencio… y seis años más de la gobernanza del “gran dominio”: militar, financiero, energético, mediático y digital.

Esta “normalidad” ha sido alterada profundamente en los dos últimos años por la pandemia COVID-19 y por la intolerable invasión rusa de Ucrania. La UE con el peor de los vetos, el veto de la unanimidad y la ONU con el de los cinco vencedores de la II Guerra Mundial. Papeles secundarios y sólo la OTAN protagonista.

La Carta de las Naciones Unidas se inicia con una frase que debemos ahora, conscientes y responsables, adoptar toda la ciudadanía: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”.

Ahora podemos participar activamente y alzar la voz

Pero en 1945 los “pueblos” no existían. La inmensa mayoría de los seres humanos nacían, vivían y morían en unos pocos kilómetros cuadrados. Eran temerosos, sumisos, obedientes, silenciosos. Bajo un poder absoluto masculino que, invariablemente, ponía en práctica el perverso adagio –Si vis pacem, para bellumsi quieres la paz, prepara la guerra.

La discriminación era extrema; por razón de género, de ideología, de creencia, de sensibilidad sexual, de etnia… Ahora, por fin, los pueblos, todos iguales en dignidad y capaces de expresarse libremente, ya son una realidad.

Es apremiante ser plenamente consciente de los retos globales, algunos irreversibles, que se ciernen sobre la vida humana. No podemos ser espectadores impasibles de lo que acontece, sino que es preciso actuar con diligencia. Podemos y debemos.

Ahora, deber de memoria, para recordar los diversos conflictos “olvidados y ocultados”: Siria, Libia, Yemen, Palestina, Sáhara Occidental…

Hoy, teniendo presentes las indebidas invasiones, bombardeos e incumplimiento de acuerdos con tanto trabajo alcanzados, tenemos que hacer posible, mediante grandes movilizaciones populares, la sustitución de la gobernanza neoliberal plutocrática por un multilateralismo democrático, alcanzado mediante una urgente reforma de las Naciones Unidas, con una Asamblea General que adoptaría una Declaración Universal de la Democracia —a escala personal, local, nacional, regional e internacional— para asegurar que son “los pueblos” y no los oligarcas los que tienen en mano las riendas del destino común.

Ahora un nuevo concepto de seguridad humana que no sólo tenga en cuenta la defensa territorial sino la de quienes habitan estos espacios tan bien protegidos, con las cinco prioridades establecidas por las Naciones Unidas: alimentación, agua potable, servicios sanitarios de calidad, cuidado del medio ambiente y educación para todos durante toda la vida.

Ahora, tenemos que actuar de tal modo que no vuelva a ser “normalidad” la inversión DIARIA de 4.000.000.000 de dólares en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre y extrema pobreza miles de personas.

De la razón de la fuerza a la fuerza de la razón

Se duplicará en la Asamblea General el número actual de representantes de los Estados por los de la sociedad civil, sobre la base de una equilibrada proporcionalidad, sin vetos.

Y se iniciará un proceso de emergencia con la total eliminación de las armas nucleares, de los paraísos fiscales y de los incumplimientos fiscales anómalos y delictivos. Se facilitara en todo el mundo la puesta en práctica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Ha llegado el momento –deber de memoria, delito de silencio– de contribuir a una normalidad muy distinta de la anormal situación que ha caracterizado estas últimas décadas. Ha llegado el momento de una nueva seguridad y de inventar un futuro más acorde con las inverosímiles capacidades de la especie humana.

Ahora, “Nosotros, los pueblos (…) compelidos a la rebelión” —como se establece en el tercer párrafo del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos— vamos a transitar de la razón de la fuerza a la fuerza de la razón.

Ahora ya podemos, ya sabemos cómo, ya debemos actuar para que nuestros descendientes no deban repetir aquella terrible frase de Albert Camus. “Los desprecio porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco”.

Federico Mayor Zaragoza
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