Prensado en frío

Felix Moyano: «Me gusta dejar pistas, referencias y guiños de lecturas que me hayan marcado»

Portada de 'La deuda prometida' de Félix Moyano
Portada de 'La deuda prometida' de Félix Moyano

Felix Moyano: «Me gusta dejar pistas, referencias y guiños de lecturas que me hayan marcado»

Félix Moyano (Córdoba, 1993) realiza un Doctorado de Investigación en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca. En 2016 fue ganador del II Premio Valparaíso de Poesía con Insostenible (Valparaíso Ediciones, 2017). En 2018 obtuvo el XXXIV Premio Andaluz de Poesía Villa de Peligros con Los amores autómatas (Diputación de Granada, 2019). Fue finalista del Premio Adonáis en 2020 y en 2021 finalista del XIX Premio Dionisia García con Cuando llegue la hora. En 2021 obtuvo el Premio MálagaCrea 2021 en la modalidad de poesía con Toda sutura estalla. En 2021 resultó Accésit del Premio Adonáis con La deuda prometida (Rialp, 2022).

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Félix Moyano: La deuda prometida contiene poemas escritos durante el año pasado a partir del proceso de asimilación de un duelo. Se publica ahora porque obtuvo un accésit del Premio Adonáis en su 75ª edición, en diciembre de 2021. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

La idea del libro surge, más o menos, en noviembre del año pasado. Desde un principio tuve una idea de poemario muy marcada. Quería jugar, desde el título, con dos claves: “la tierra prometida” y el proverbio “lo prometido es deuda”. La deuda prometida, en el libro, hace referencia al débito que todo ser humano contrae por el hecho de nacer, esto es, su final, su muerte. Desde esta premisa, en los poemas indago en diferentes aspectos como la familia, el amor, la tecnología o la naturaleza, pero los temas abordados están siempre atravesados por esa deuda.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Creo que es un libro que tiene varas capas de interpretación. Por un lado, se puede entender perfectamente sin ninguna clave previa. El lenguaje es bastante sencillo. Pero, por otro lado, en mi escritura tengo muy en cuenta la tradición y la literatura en general, y me gusta dejar pistas, referencias y guiños de lecturas que me hayan marcado. Por ejemplo, el título del poema “Explicaciones no pedidas” procede del nombre de un libro de Piedad Bonnett. En ese sentido creo que el acercamiento al libro dependerá de cada lector. Y en cualquiera de los casos está bien.

¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?

Me gustaría que el libro provocara emociones. Principalmente escribo por eso. Para conseguir hacer crac en cada una de las personas que me lean. Con todo lo que publico espero siempre que los lectores que se acerquen a mi poesía encuentren algo que le provoque impacto. Un golpe en la cabeza, como diría Kafka.

¿En qué medida veremos en él —o no— al Félix Moyano de tus anteriores obras?

Concibo mi escritura como un continuum. Creo que cada uno de mis libros es distinto, pero en todos pueden verse elementos comunes. Algunos temas y formas, por ejemplo. Intento que los libros funcionen como entidades individuales, como unidades conceptuales, pero a la vez trato de construir un todo, una obra total que tenga sentido conforme el tiempo avanza. 

¿Supone haber conseguido este poemario un Accésit del prestigioso Adonáis un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?

He tenido la suerte de que todos mis libros han sido premiados, pero es cierto que el Premio Adonáis, por su significación y trayectoria, tiene un valor especial. Ganar un accésit me suma a la lista de anteriores accésits entre los que se encuentran poetas como Ángel González, Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Antonio Gala, Julia Uceda, Antonio Colinas o Aurora Luque. Entre tanto nombre uno se siente pequeñito, pero precisamente por formar parte ahora de esta lista sí diría que el premio supone un punto de inflexión. Y por esto mismo estoy muy agradecido. A partir de ahora voy a seguir trabajando en varios poemarios que ya he comenzado a escribir y que están de momento en construcción.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘La deuda prometida’, ¿cuáles serían?

Es difícil elegir, pero “Sintéticos 40º”, “Explicaciones no pedidas” y “El pájaro”.

Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Me interesa mucho la escritura de Diego Vaya (Sevilla, 1980). Creo que es una buena opción.

Poemas de Félix Moyano

SINTÉTICOS 40º 

LA dulce melodía que esta lavadora 
comprada en el Black Friday nos concede
es lo más parecido que tendremos 
al sonido del mar. El ruido, este temblor 
que su centrifugado nos otorga, 
es similar al choque de las olas 
con la tierra en la orilla, con la piedra 
afilada de un acantilado. 
Siento en el prelavado una delicadeza 
muy cercana a la espuma de las playas, 
y en las revoluciones del programa elegido 
pronostico la idéntica certera agitación 
que nos vendrá cuando la ropa ya esté limpia 
y en la noche final la muerte nos alcance.

EXPLICACIONES NO PEDIDAS 

MI madre siempre dice que hay una flecha ardiendo 
clavada muy profunda, aquí, en mi pecho. 
Clavada, —insiste—, ardiendo
en el centro de mi corazón. 
Me dice que le pida a Dios ayuda 
o que, a unas malas, visite a algún psicólogo. 
Yo le miro a los ojos, mientras trago saliva 
y pienso en contestarle: 
¿y para qué, mamá? Si nacemos mordidos 
por la muerte.

EL PÁJARO 

ARDIENDO en la mañana me despierto 
con el ruido de un pájaro que muy firme atraviesa 
mi costado. Con su canto punzante 
deja una herida abierta en mi esternón, 
aletea y remueve sobre la piel la sangre 
con un trazo marcado digno de algún pintor 
expresionista. Aletea y remueve: 
ardiendo en la mañana. Me despierto 
sangrando y con temblores, repleto de sudor, 
pero tú mira el pájaro, ¡qué lindo! 
¡Qué bello el dulce pájaro y su canto!

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Javier Gilabert
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