Álvaro Cruzado: «Lo que pensaba sobre la poesía venía sesgado desde el colegio»
Álvaro Cruzado nació en Granada en 1993. Varios poemas suyos fueron publicados en Pero yo vuelo: antología de la más joven poesía en Granada (Ediciones en Huida, 2015). En 2020 colaboró con un poema en el monográfico del primer aniversario de Lumbre, ‘Versos al amor de la Lumbre’. Fue seleccionado para la antología Cuando dejó de llover: 50 poéticas recién cortadas (Editorial Sloper, 2021), pero es ahora, con ‘Geometría interior’ (Editorial Dieci6) cuando se estrena con libro propio. Le hemos invitado a pasar por la Prensa para que nos hable sobre él.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Álvaro Cruzado: Es más fácil responder a la segunda pregunta, básicamente ha sido ahora porque cuando Editorial Dieciséis hizo la distribución de libros para el año 2021, mi poemario era el tercero en publicación de los libros de poesía, y siempre intercalan novela o relatos y poesía, así que al final ha sido esta la fecha.
Respecto a la primera, no sabría decir. Al principio fue una idea, y después más ideas que se iban relacionando (eso creo yo) hasta formar un total que es el propio libro. He buscado un lenguaje diferente, ajeno al impuesto, lo más lejano posible, pero es muy complicado salirse de ese marco; ni siquiera sé si lo he conseguido. Decía Victor Klemperer que el lenguaje crea y piensa por nosotros. Eso me marcó, me mandó a un punto de partida que no contemplaba, le dio una vuelta a todo lo que pensaba. Quizá ese es el por qué. Seguiré intentando buscar un lenguaje que esté afuera, que sea infiel. Ojalá algún día lo consiga.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
El libro ha mutado desde que lo imaginé por primera vez. Al principio quería escribir un poemario sobre la luz, excluyendo a la propia luz, para ello tenía intención de apoyarme en las fotografías de mi hermano y con suerte poder hacer una exposición con él. Ese fue el germen. Ahora es algo completamente diferente. Empecé a escribirlo en 2018, han pasado 3 años desde el primer poema hasta la última corrección. Durante ese tiempo he ido leyendo todo lo que podía y esas lecturas me han flexibilizado, descendido, han alterado lo que yo establecía como lugar común, me han sacado afuera de lo que pensaba. Así ha cambiado mi forma de acercarme a las ideas, a la poesía y a la lectura.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
Pienso en el poemario como una gran forma no precisa, que va definiéndose a cada poema. Las ideas oscilan entre el lenguaje, el espacio y el amor, así que la única clave que les puedo dar a los pocos que me lean es que sigan la distribución que he establecido, que sigan leyendo. Todos los poemas tienen su función hasta llegar a los dos últimos (ambos empiezan de la misma manera) que es donde se asientan casi todas las ideas del poemario.
¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?
Suponer que mi libro puede tener algún efecto es algo con lo que no me identifico. No lo escribí pensando hacia afuera, sino pensando en estar afuera. En las afueras también hay una calidez que todavía no comprendo, así que quiero seguir escribiendo para buscar ese borde y poder entenderla. Pero intentando no esquivar la pregunta, si tuviera que quedarme con un efecto, sería el volver necesario lo que no tiene sentido.
Tu ópera prima ve la luz tras más de diez años escribiendo. Te has tomado tu tiempo…
Ojalá hubiera sido tomarme un tiempo, pero básicamente he tardado diez años porque no conseguía guiar mi poesía hacia ningún sitio, los poemas que escribía no tenían razón de ser, no merecían la pena. Empecé a darme cuenta de que lo que pensaba sobre la poesía venía sesgado desde el colegio, aunque he tenido profesores que se han encargado de abrirme lecturas hacia distintos puntos, pero buscaba algo nuevo, que me impactara. Acabé llegando mediante recomendaciones a John Ashbery, César Vallejo, Sharon Olds y Berta García Faet. Todo cambió. Supongo que he estado ocho años siendo para el mundo y descubrí que lo que quería era oponerme a él.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Geometría interior’, ¿cuáles serían?
Esta pregunta es dura, porque después del proceso de corrección (que ha sido precioso, no me lo esperaba) he quedado bastante contento con todos los poemas. Me quedaría con los dos últimos y Origami, pero son mi manera de generar un aliciente para leer el poemario, por lo que elijo Imágenes, Prehistoria y Dos veces tres.
¿Supone este poemario un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?
Supone un punto de inflexión el hecho de ver los poemas cerrados y conformando un libro y no almacenados en una carpeta del ordenador. Obviamente mentiría si no digo que ha sido una de las mayores alegrías que he tenido en mi vida. Sin embargo, no tengo intención de estancarme ni de anclarme en escribir de la misma manera, voy a seguir leyendo porque me queda muchísimo pendiente y seguro que encuentro algún ensayo, novela, obra de teatro, película de cine, cuadro o poemario que me revuelque todo lo que pienso. Seguiré centrado en la poesía, aunque me gustaría escribir cuentos y si tengo tiempo ensayos bonsái.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
A Carlos Allende, que acaba de ganar el XI Premio Granajoven de poesía 2021 con su poemario ‘La guerra o el mar’.
Poemas de Álvaro Cruzado
Imágenes
El mundo se expande
en imágenes
y permanece.
Ahí me desierto
me muestro tan lejano
que es imposible asomarse
ahí me registro
me hago número
me adentro impasible
me arrepiento
¿es todo auténtico?
como si quisiera salvarme
busco crear un sistema
que me devuelva a
mi infancia donde
mirar era compartir
una tierra propia y
hablar esa lengua materna
más suave era
orientar
la felicidad hacia algo
menos violento
puede que algo así
no tenga importancia
pero al menos quiero
encontrar una palabra que
defina a
una realidad
acompañando a
otra.
Prehistoria
Vuelvo a la raíz
doblándome frágil
como un niño o un lazo,
intentando imponerme
a nuestra división
en figuras ajenas,
ya no encaja ni una imagen
ni un momento en la memoria.
Una palabra no puede
reanimar
cuando el primer recuerdo
se desliza, va siendo devorado,
no dice nada.
Pienso en otro universo
donde eras
antes que el recuerdo,
inagotable, extensa,
donde me hiciste nombre
y quiero repetir cada sílaba
y ser uno
estar acaso.
Dos veces tres
Cuando éramos jóvenes
hicimos un pacto de ciudad
aquí para todo y para siempre
y nos dimos otros nombres
que más allá de nuestra razón
no eran nada
pero nos prometían
un futuro doble
ahora que seguimos siendo
aunque desde otro lado:
uno que derrite la luz
del pasado y lo hace mínimo
y colgamos afuera en el
borde
de esos nombres infinitos
recordamos
lo que nos prometimos
porque no tenemos
tiempo real
porque no tenemos
dimensión propia
porque somos consecuencia de
una sombra que lo conquista
todo
hemos llegado al origen
a los sueños que recortamos
para poder ir y venir sin prisa
sin hijos juntos
sin ciudad juntos
ahora sé
que en tu ausencia
hay sitio para una vida
donde basta con otro nombre.
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