Santiago Martín Arnedo: «A veces la urgencia del presente nos sustrae de la quietud de los autores clásicos»
Santiago Martín Arnedo es profesor del Departamento de Filologías Inglesa y Alemana de la Universidad de Granada, donde se doctoró con una tesis sobre M. L. Kaschnitz, de quien ha traducido numerosas obras. Se ha especializado en literatura alemana contemporánea, sobre la que ha publicado numerosos artículos y monografías, a la par que traduce regularmente (Poschmann, Oskamp, Geiger, etc.). También se ha centrado sobre el Romanticismo, especialmente sobre la figura de Goethe y sus relaciones con la música y la filosofía de la época. Entre sus últimas publicaciones destacan: ‘Poemas esenciales de la lírica alemana’ (2015) o ‘Los grandes himnos de Goethe’ (2017). Hoy se pasa por ‘la Prensa’ para presentar ‘La tentación del silencio’ (Comares Literatura), un ensayo sobre literatura alemana de comienzos del siglo XX.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Santiago Martín Arnedo: Necesitaba concretar algunas de las ideas sobre las que venía dando vueltas a propósito de autores tan clásicos como Rilke o Kafka, todos ellos unidos por un espacio, el centro de Europa, por un tiempo, la crisis cultural y de confianza en el lenguaje previa al estallido de la Primera Guerra Mundial, y naturalmente por un idioma, el alemán. Al final, al ponerlas por escrito parece que se pueden comprender mejor o al menos manejar mejor, y no dejarlas al albur de la memoria, tan fragmentaria y a veces tan traicionera.
¿Por qué ahora? Como autores clásicos que son, gozan de un eterno ahora. Siempre es el momento ideal para ocuparse de ellos. Es un privilegio tener esos textos en los que siempre surgen caminos profundos por donde se aventuran nuestras propias perplejidades. Aunque personalmente muchos de esos escritores no tuvieron una vida fácil o alegre, hay que agradecerles que compartieran con los demás su esfuerzo y su visión artística del mundo. Leerlos muchas veces despierta la sensación de que están más vivos que los propios vivos.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
La idea surge a propósito de mis clases sobre literatura alemana. La exposición de mis propias reflexiones, las lecturas conjuntas con mis alumnos, las inquietudes expresados por ellos, todo eso acabó fundiéndose en el libro, que recoge un poco más sistemáticamente todo lo incubado en esos tiempos de común lectura.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
Me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que los mayores artistas de la palabra le tuvieran tanto respeto. Por un lado, es una muestra de humildad para todos. Seguramente el que más conoce es el que más dudas alberga respecto a su campo. Llama la atención cómo cada uno a su manera sufrió la tensión entre querer expresar y los límites de tal empresa. Vemos por ejemplo al protagonista de ‘La muerte en Venecia’ de Thomas Mann enamorado desaforadamente de un chico polaco con quien no puede ni, en el fondo, quiere hablar. Es la historia de una admiración silenciosa. Y solo en ese silencio tiene su condición de posibilidad. En los relatos de Kaschnitz por otra parte, que he tenido la fortuna de traducir para la editorial Hoja de Lata, las pulsiones de angustia rompen toda lógica convencional del lenguaje. Y qué pensar de un poeta como Rilke, tensionando las palabras en el límite de la comprensibilidad, o de un Kafka, donde uno siempre tiene la sospecha de que lo más importante del relato es justamente aquello que no está escrito…
La crisis sobre los límites del lenguaje flotaba ya desde luego históricamente en el aire. De hecho se rastrea en las más diferentes expresiones culturales y artísticas, desde la profunda crisis del lenguaje musical tonal operado en la así llamada Segunda Escuela de Viena, hasta la perplejidad que causó la obra de un pensador como Ludwig Wittgenstein, que provocaría el surgimiento de toda una corriente filosófica en el siglo XX: la filosofía analítica.
Pero más allá de esta confluencia histórica, estos autores tuvieron la personalidad suficiente como para no poder ser encasillados en ninguna escuela ni tendencia. Más bien fueron ellos los creadores de su propia escuela. Forjaron un estilo único y personal, crearon, por así decir, su propio universo.
¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?
Espero ofrecer puntos de debate que abran nuevas formas de acercarse a esta época literaria. Primordialmente y sobre todo una forma de incitación a la lectura o a la relectura en su caso. A veces la urgencia del presente nos sustrae de la quietud de los autores clásicos, pero en realidad nos interpelan con mucha fuerza. Si se encuentra una forma de acceso idónea, quedarán ya para siempre como compañeros de camino. Y algo de nosotros se quedará a vivir para siempre en sus obras.
¿En qué medida la literatura alemana de comienzos del siglo XX ha dejado su huella en la española?
La huella es profunda y duradera. El ejemplo de Kafka es palmario. La literatura posterior no se entiende sin él. El vacío expresado en su obra ha fecundado la labor de muchos escritores españoles, y en realidad, es una influencia universal. Thomas Mann es por supuesto un autor muy leído, no hay que ver las reediciones que inundan los estantes de nuestras librerías. Quizá Hofmannsthal o Kaschnitz no han entrado con la profusión deseada en el mundo hispanohablante. Pero más allá de las individualidades, el siglo XX fue convulso para Europa, y sus efectos literarios también se dejaron notar en cada uno de sus rincones.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres fragmentos o capítulos de ‘La tentación del silencio’, ¿cuáles serían?
Pues a día de hoy los que se ocupan de tres textos inagotables: la enigmática fábula kafkiana “Ante la ley”, el introvertido misticismo de Rilke en “El libro de las horas” y el perturbador relato de Thomas Mann “La muerte en Venecia”.
¿Supone este ensayo un punto de inflexión en tu producción literaria? ¿Y a partir de ahora, qué?
Bueno, es un paso más en esta labor que me lleva a ocuparme de la literatura centroeuropea, que intento compatibilizar con la traducción.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
A Juan Fernando Valenzuela Magaña, colaborador habitual de prensa y autor de varios libros de relatos tan originales como fascinantes.
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