Gaudencio Díaz Muñoz: «Hay que vivir el momento y trabajarse la felicidad día a día»
Gaudencio Díaz Muñoz hace un paréntesis en su producción de novela negra y cambia de registro con ‘Regreso al valle del olvido’ (Nazarí, 2020). Aunque no falte el misterio, en esta ocasión se centra en el amor y en la nostalgia en una novela diferente, en la que la naturaleza también desempeña un papel esencial. Todo eso y mucho más nos lo cuenta el propio Gaudencio, al que hemos invitado hoy a pasar por nuestra Prensa.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Es una novela que fragüé durante mucho tiempo y que la pandemia me pidió que publicase. Disfruté mucho escribiéndolo y a cada repaso iba añadiendo nuevas escenas y subtramas. Al llegar la pandemia me di cuenta de que debía compartir la historia ya que sería egoísta no hacerlo. Pensé que no tenía sentido seguir regodeándome en la historia y que era hora de que la disfrutasen los lectores. Aquí apareció Alejandro Santiago, de editorial Nazarí, al que le entusiasmó la historia y nos pusimos a trabajar para sacarla cuanto antes sabiendo que la pandemia no nos pondría las cosas fáciles, pero con mucho entusiasmo.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
Surgió hace aproximadamente cuatro años, a raíz de una muerte. Realmente es muy triste, pero el detonante fue el suicidio de una persona a la que yo apenas conocía, tan solo de vista y de intercambiar algunas frases por medio de amigos comunes. Pensé que se había quitado la vida por soledad, porque echaba de menos a quien fue su pareja y esto me entristeció. Me la imaginé en un desván leyendo las cartas de amor de su pareja fallecida años antes y de esta imagen surgió el personaje de Marco. (Es correcto lo que el lector está pensando, no quiero dar pistas de quién fue esa persona, sobre todo por respeto a su familia). Quería que el personaje se regodeara en su nostalgia pero que consiguiese escapar de ella, de esta manera le daba otro final a la vida de esta persona. Esta persona, al igual que algunos de los personajes de la novela, seguía anclada a un pueblo a pesar de que su amor ya no estaba allí. De alguna manera pensé que el hecho de seguir en el pueblo, paseando por las montañas y caminos que había compartido con su ser amado, le hacía seguir viviendo allí. Supongo que un día se dio cuenta de que su amor no volvería y se quitó la vida.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
La primera ya la he dado: nostalgia. La segunda sería amistad, esta está presente en toda la novela, es el motor que mueve a los personajes, incluso más que el amor, tercera pista, aunque es verdad que el amor pulula por toda la novela; amores encontrados, desamor, amor no correspondido… La cuarta pista sería misterio, el que envuelve toda la novela, pues el lector se siente intrigado durante casi todo el relato, y quiere seguir leyendo para saber qué llevó a Marco a abandonar el pueblo; qué pasó con Clara, su primer amor; por qué Ariadna es la viva imagen de Clara veinte años después; qué hizo que Mónica pasase de ser una chica alegre y desenfadada a ser una mujer desconfiada y taciturna. Dieciocho años sin pisar el pueblo dan para mucho. La última pista sería la naturaleza y el marco rural que envuelve la novela: ríos, montañas, lagos, mar, bosques… consiguen que la naturaleza sea un personaje más de la historia, un personaje que, al igual que Marco, siempre está presente.
J.G.: ¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?
Pues, a pesar de que parte de un sentimiento nostálgico, espero que la novela tenga un efecto sanador para el lector, que descubra un libro alegre y positivista que le haga reflexionar sobre la nostalgia de lo que no pudo ser y le lleve a enamorarse de su vida actual. En la novela los personajes se enfrentan a sí mismos, al yo que un día fueron, deben perdonarse y pasar página, deben redescubrirse y saber que su vida es maravillosa, que el amor y la amistad siempre pueden estar presentes y que hay que vivir el momento y trabajarse la felicidad día a día.
¿En qué medida veremos en él —o no— al Gaudencio Díaz de tus anteriores novelas?
En esta novela me he tomado unas vacaciones de mí mismo como escritor. Las anteriores eran novelas de misterio con alto porcentaje de novela negra, sobre todo La dama esquiva y El caballero inerte, que son las dos primeras partes de una trilogía con un inspector de policía como protagonista. En Regreso al valle del olvido, me alejo de los crímenes, los uniformes, las pistolas y los delincuentes. Aun así, la novela mantiene la intriga que imprimí a las anteriores y engancha con el lector desde las primeras líneas. Además, mis anteriores novelas se ambientan en Andalucía; Granada, Córdoba y Sevilla; sin embargo, en Regreso al valle del olvido he creado un pueblo tan real como inventado al que no doy nombre ni sitúo en el mapa, de este modo quiero que el lector vea en aquel a su propio pueblo.
En cuanto a qué hay de mi como persona, hay dos cosas que me llevan a parecerme en algo al personaje principal, Marco, la primera es que echa muchísimo de menos a su padre a pesar de haber pasado casi veinte años desde su muerte, la segunda es su amor por la naturaleza, por el senderismo, por la montaña. No hay más de mí en él, ya quisiera yo -risas-.
¿Supone esta novela un punto de inflexión en tu producción literaria? ¿Y a partir de ahora, qué?
En parte sí podría decirse que es un punto de inflexión, pues esta novela me ha llevado a exigirme mucho más como escritor, a intentar parecerme a los grandes escritores del siglo XX y XXI, pero sobre todo del XX. Sin embargo, la novela que estoy terminando de escribir ahora es la tercera parte de la trilogía de novela policiaca, con lo cual he retomado lo que empecé. A partir de ahora seguiré escribiendo lo que me salga del alma, esto sí quiero que sea una constante durante toda mi vida, eso y el amor; no creo que pudiese escribir una novela en la que no apareciese una historia de amor.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
¡Uf!, hay tantos autores y autoras a las que me gustaría leer y de los que me gustaría saber. Últimamente estoy metido en el mundo del teatro, asisto a clases en el Teatro Avanti de Córdoba y estoy en un grupo de la Universidad Loyola Andalucía. Esto me lleva a pensar en un dramaturgo, Antonio César Morón; es de Granada y me estoy leyendo su Teatro de alarmaí. Sí, definitivamente Antonio César Morón.
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