Antonio Lara Ramos: «Un escritor siempre está presente a lo largo de su obra, es inevitable»
Antonio Lara Ramos ha elegido los últimos años de la acción terrorista de ETA como trasfondo para ‘Askatu’ (Esdrújula Ediciones, 2021), una novela ambientada en el País Vasco que a buen seguro acercará al lector a la terrible realidad que supuso ese fenómeno para nuestra sociedad. Le hemos invitado a pasar por la Prensa para que nos cuente él mismo qué encontraremos entre sus páginas.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Antonio Lara Ramos: Los libros suelen tener vida propia, son ellos los que deciden cuándo es el momento de presentarse en sociedad. A veces las historias se presentan de manera inesperada, sin que las hayamos buscado. Es lo que presiento que ha ocurrido con ‘Askatu’, una novela que tiene como marco el País Vasco, en concreto el municipio de Mondragón. Hace años entré en contacto con aquella realidad, con la suficiente interacción como para que me provocara tal cúmulo de sensaciones para que la historia fuera surgiendo casi como una necesidad. El tema del terrorismo, que para aquella gente con la que me cruzaba debió ser un calvario, así como el recuerdo de Isaías Carrasco, alentaron esa necesidad de contar una historia como contrapunto a las muchas veces que había sentido el aldabonazo constante de los atentados de ETA. Pensé que aquello que me ocurría a mí podría ocurrirle a multitud de personas, por lo que era necesario compartirlo. Mi historia era como si fuese la historia de mucha gente.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
Nuestras continuas visitas a Vitoria y Mondragón para ver a nuestro hijo fueron gestando la idea de escribir la historia que contiene este libro. El contacto con aquella realidad que solo había visto por televisión, como imagino ocurre a millones de personas, empañada por los atentados de ETA, fue lo que me suscitó la idea del libro. En esas estancias las sensaciones experimentadas eran continuas, los recuerdos inevitables y la constatación de una realidad nueva el germen para entender que unas visitas meramente familiares debían trascender más allá hacia algo distinto. Eran los últimos años de la actividad terrorista y debía escribir sobre ello. La actividad terrorista de ETA había sido algo tan intensamente experimentado por el pueblo vasco y la sociedad española que me veía en la obligación de interpretar lo ocurrido a través de una historia, acaso como mecanismo para expresar y comprender cómo pudo sentirse y vivirse el fenómeno terrorista en esta tierra que lo padeció en primera persona, aunque para hacerlo tuviera que ser desde la mirada de alguien que no era de aquella tierra.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
Las pistas siempre deben ser sutilezas escondidas detrás de las palabras. Están ahí para que el lector las descubra y le sirvan de acicate para continuar con el interés de la lectura. A veces se trata de un mero murmullo, otras, el enigma que te obliga a descubrirlo, son como golosinas salpicadas en la historia a las que no podemos sustraernos. Espero haber conseguido que la lectura de ‘Askatu’ vaya sorprendiendo al lector a medida que avance por los numerosos recovecos que esconden el alma de los seres humanos que protagonizan la novela. En ello cifro algunas de las claves de mi novela: en la controversia de las disputas que cada personaje establece consigo mismo y con los que le rodean, no solo en lo personal, también en la mirada que lanzan sobre una convivencia rota por el terrorismo que no hace más que enfrentarlos. En una tierra donde se desataban las pasiones, reconstruirnos a nosotros mismos era lo más difícil, apreciar lo que estaba bien o luchar contra lo que estaba mal, o aproximarse desde la relación de personas con quien no compartía nuestras ideas, se podría decir que es el gran dilema de los personajes de ‘Askatu’. La sociedad, desfigurada por la acción de ETA, no se parecía en nada a un espacio de convivencia donde reinara la sensatez o el respeto. La angustia, el miedo, el conflicto moral, la destrucción del ser humano o las vagas expectativas de redención hacen de la novela algo vivo que arañará en la mente del lector para que este se conduzca a través de sus páginas bajo su mejor criterio. Las pistas de esta novela están en sus personajes, en las posturas ante un mismo problema, en la actitud frente al asesinato de Isaías Carrasco o en los momentos de ternura que también los hay.
¿Qué efecto esperas que tenga el libro en ell@s?
En ‘Askatu’ se refleja otra mirada hacia el horror que supuso ETA para este país, la de tantos españoles que no vivimos con su aliento en la nuca cada día, aunque sus atentados nos afectaran y despertaran dolor y rabia. La diferencia es que la distancia siempre tiene un efecto balsámico y mientras en el resto de España seguíamos con nuestra vida tras el impacto inicial del atentado, o hasta que callaran los medios de comunicación, a los vascos no les ocurría eso. ‘Askatu’ es la mirada de quien no habiendo vivido nunca en el País Vasco llega hasta allí para descubrir una realidad que solo conoce por la televisión o las conversaciones con amigos, pero que inevitablemente lleva una carga de prejuicios que condicionarán sus primeros contactos con la nueva realidad. El efecto que pretendo que provoque en los lectores es múltiple y tan extenso como ellos lo perciban, pero que espero ayude a ‘balsamizar’ (permitidme el término) una herida que aún supura en la sociedad española.
¿En qué medida veremos en él —o no— al Antonio Lara Ramos de tus anteriores obras?
Un escritor siempre está presente a lo largo de su obra, es inevitable. El discurso narrativo está continuamente salpicado de nosotros mismos, como reflejo de la personalidad y el trasfondo de lo que somos. Es algo que está ahí, como una constante en nuestra obra. Pero también evolucionamos y vamos introduciendo otras variantes de nosotros mismos que van apareciendo en las nuevas obras. El aprendizaje del escritor es continuo y con los nuevos aprendizajes aportamos algo diferente en ese discurso literario que no ceja de estar sometido a un continuo desarrollo. El escritor siempre muestra rasgos de su persona más allá de su evolución en la técnica narrativa, y que se cifra en lo que somos y es consustancial a nosotros mismos. La autoría de las obras de arte de un pintor se reconoce por sus pinceladas, aunque estas evolucionen, o por las señales y rastros personales que va dejando en su pintura.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres fragmentos de ‘Askatu’, ¿cuáles serían?
Me lo pones muy difícil en una obra tan extensa en número de páginas y con la prodigalidad de personajes y situaciones como es ‘Askatu’. Pero seré fiel a tu pregunta y te señalaré tres fragmentos de los seiscientos que elegiría de la novela. Uno sería ese con el que se inicia la novela, el impacto que le provoca a Carlos, después de haber vivido varios años en Mondragón, la sentencia judicial que exculpa al asesino de Isaías Carrasco. Otro, la relación convulsa con la señora Mayca, a quien le cuesta trabajo comprender, quizás por su juventud, y que solo su viejo amigo Arriola será capaz de desvelarle las circunstancias adversas que han condicionado la vida de su casera. El último, el conflicto moral y ético que imagino debió producirse en la mente del asesino de Carrasco.
¿Supone esta obra un punto de inflexión en tu producción como novelista? ¿Y a partir de ahora, qué?
En este momento creo que sí, pero tampoco sabría decirlo, porque espero que mi carrera como novelista dure mucho, tanto en años como en producción literaria. No obstante, esta novela es la culminación de un largo proyecto que inicié hace diez años, en el que he puesto mucho interés y dedicación, y sobre el que he meditado y modificado bastante a lo largo del tiempo. Ahora mismo cabría decir que es un punto de inflexión en mi producción como novelista, pero espero que después vengan más obras sobre las que volcar el mismo interés que he puesto en ésta.
Por último, como lector, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?
A Carmen Canet, una aforista excepcional, que ha dado un impulso al aforismo en España en los últimos años y a la que debemos reconocérselo públicamente. Me dejo, no obstante, a muchas amigas poetas, de las que en Granada tanto tenemos. Pero me fijaré por el momento en Carmen.
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