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Begoña M. Rueda: «El poeta es siempre hijo de su tiempo y es su tiempo el que refleja»

Begoña M. Rueda
Begoña M. Rueda

Begoña M. Rueda: «El poeta es siempre hijo de su tiempo y es su tiempo el que refleja»

Begoña M. Rueda (Jaén, 1992) ganó el II Premio de Poesía Joven Antonio Colinas en 2016 con la obra Princesa Leia (Isla de Siltolá, 2016). En 2017 es galardonada con el I Premio Luis Cernuda de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla con la obra ‘Siberia es un estado de ánimo’ (Ediciones en Huida, 2017). En 2018 se alza con el primer premio de poesía de la Universidad Complutense de Madrid, con la obra ‘Reencarnación’ (Ediciones Complutense, 2019).

En el 2020 resulta premiada en tres certámenes: XLVI Premio de Poesía Ciudad de Burgos con la obra ‘Error 404’ (Visor, 2020), VIII Certamen Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos de Albox (Almería), con ‘Todo lo que te perdiste por meterte a monja’ (Difácil, 2020) y el XVII Premio de Poesía Dionisia García de la Universidad de Murcia con el poemario ‘Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa’ (Aula de Poesía de la Universidad de Murcia, 2020). Acaba de obtener el Premio de Poesía Hiperión con su poemario ‘Servicio de lavandería’.

Fernando Jaén: Comenzaste a escribir de niña, y desde una edad temprana te atrapó la poesía. ¿Cómo recuerdas esas primeras citas literarias como ‘La caja de Lot’ (Bar Tijuana), donde conociste a poetas como Isabel Tejada, Yolanda Ortiz o Sergio Franco?

Begoña M. Rueda: ‘La caja de Lot’ es un ciclo poético mensual de Jaén al que acuden poetas de indiscutible calidad y al que guardo gran cariño. Invito a leer a esos tres poetas que mencionas sin ninguna duda.

Javier Gilabert: He perdido la cuenta de lxs participantes en UCOpoética que han pasado por estas entre2vistas y que acaparan muchísimos de los últimos premios más importantes de poesía. ¿Pero bueno, qué os dan allí?

Begoña M. Rueda: Personalmente, guardo un bello recuerdo de mi paso por UCOpoética. Viví una grata experiencia junto a mis compañeras. 

J.G.: Hablando de premios. Desde el Antonio Colinas en 2016, vas a uno –o más- por año. ¿Le has cogido la medida? —risas— No, ya en serio. ¿Cuál es el secreto de tu éxito? ¿Qué te han aportado estos galardones?

Begoña M. Rueda: Cuando hablo de poesía con alguien me gusta que se hable en serio. Es así, sin bromas, como acostumbro a escribir mis trabajos. La poesía es en mí la única de las maneras que conozco para interpretar la vida y me gusta ofrecerles a mis lectores un resultado honesto, comprometido y de calidad. Respecto a los galardones, siempre he estado muy agradecida de que se le brinden reconocimientos a mi devoción por la escritura. No hay secretos. El único secreto es la perseverancia. 

«El único secreto es la perseverancia»

J.G.: Princesas Leia, Windows, Playlists, Power Rangers, canciones de bardos… ¿Te consideras un pelín “friki”? ¿Cómo consigues llevar a los versos —y con acierto— asuntos tan prosaicos?

Begoña M. Rueda: El poeta es siempre hijo de su tiempo y es su tiempo el que refleja, no alcanzo a entender por qué tachas de prosaicos temas o elementos con los que ha crecido mi generación. Friki no. Me considero una amante de lo que hago. 

F.J.: Tu trabajo en la lavandería de un hospital de Algeciras te ha impulsado, en este tiempo de pandemia, a escribir los poemas que conforman ‘Servicio de lavandería’, con el que has ganado el XXXVI Premio de Poesía Hiperión. Es un libro muy bueno, muy cercano a la realidad que vivo a diario como médico en estos tiempos. Me resulta muy interesante escrutar en la ropa las huellas del dolor y la enfermedad, los restos y aromas de una vida. ¿Cómo te surge esta inspiración?

Begoña M. Rueda: Surge de la necesidad de expresar, a través de la poesía, todo ese dolor que aletea en el ambiente de un hospital, en concreto de la lavandería. De la misma manera ‘Servicio de lavandería’ refleja también la alegría que subyace bajo tanta adversidad por las personas que consiguen ganarle el pulso a la enfermedad. 

F.J.: Antes hablábamos de las huellas que deja la vida en la ropa, pero también hay huellas que esta era informática deja en la poesía actual. Eres una poeta joven, nativa digital de esta era de rápido e intenso desarrollo telemático. Tu libro, ‘Error 404’, es una muestra de ello. ¿Debe ser la poesía permeable al desarrollo de las últimas tecnologías y acoger un nuevo vocabulario?

Begoña M. Rueda: Los hablantes mantenemos viva a la lengua, siendo esta un ente cambiante que se adapta a su tiempo, a su contexto. La poesía, como la lengua, es un espejo de cuanto le rodea. 

J.G.: El Jurado del Hiperión afirma de ‘Servicio de lavandería’, que considera que se “trata de un libro crítico y ‘lírico sin excesos’, que construye una poética sobre la enfermedad y de la pandemia en particular.” ¿Es la tuya una lírica sin excesos?

Begoña M. Rueda: Procuro que mi lírica resulte, al menos, muy trabajada y muy pulida en su resultado final para así poder ofrecer al lector una poesía digna de lo que pueda llegar a esperarse de un libro elaborado con esmero. 

«La pandemia no es una distopía, es algo real»

J.G.: Las diferentes partes que lo componen están fechadas en dos primaveras, la del 19 (curiosamente ‘Lavado’, que es la segunda parte) y la del 20, en plena pandemia. ¿Cómo influyó esta distopía provocada por el virus en los poemas del libro y en su estructura final?

Begoña M. Rueda: No es del todo así. El libro se divide en cuatro partes, Prelavado, Lavado (escrita durante la primavera de 2020), Aclarado (escrita durante la primavera de 2019) y Centrifugado. Por desgracia, la pandemia no es una distopía, es algo real, palpable, que cada día arranca a miles de personas de todas las edades de los brazos de sus seres queridos y que, por increíble que parezca, demasiados insensatos se atreven a negar que exista. Con ‘Servicio de lavandería’ no sólo intento trasladar a los lectores el duro, invisibilizado y mal recompensado trabajo del personal de lavado y de limpieza de los hospitales, también intento transmitir ese mensaje de concienciación acerca de la amenaza que nos está minando. 

F.J.: Con ‘Princesa Leia’ ganaste el II Premio de Poesía Joven Antonio Colinas (2016); con ‘Siberia es un estado de ánimo’, el I Premio Luis Cernuda de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla (2017); con «Reencarnación», el Premio Complutense de Literatura (2018). El mismo año recibes el primer premio Facultad de la Universidad de Jaén con el poemario ‘Playlist’, y a su vez el áccesit del mismo con el poemario ‘Damasco’. En 2019 ganas el  XVIII Certamen Internacional de Poesía Joven “Martín García Ramos”, de Albox (Almería), con la obra ‘Todo lo que te perdiste por meterte a monja’, y el XVII Premio de Poesía Dionisia García de la Universidad de Murcia con el poemario ‘Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa’,  y para completar el año, en el mes de diciembre fuiste galardonada con el Premio Ciudad de Burgos por la obra ‘Error 404’. Tu poesía tiene una fascinante facilidad para llegar al lector, para atraparlo en tu discurso, en tu forma de ver y entender el mundo, de reinterpretarlo con un lenguaje cercano y actual, sin perder la solidez de los clásicos. Imagino que hay mucho trabajo detrás de cada poema y que no es por casualidad que hayas obtenido tanto reconocimiento. ¿Cómo trabajas cada libro de poemas para que siga teniendo la capacidad de comunicar y transmitir con un lenguaje nuevo cada vez? ¿De qué fuentes bebes a la hora de escribir?

Begoña M. Rueda: Me considero muy constante, tanto en la escritura como en la desescritura. Para escribir, hay que saber desescribir, pulir el resultado final cuantas veces sean necesarias. La poesía no es un todo vale ni un producto barato de las vitrinas de El Corte Inglés, es algo que sientes golpear bajo el pecho, que pelea a puñetazo limpio para que lo dejes salir. Es la necesidad de contar, de estremecer, de remover conciencias desde el verso. A la hora de escribir bebo tanto de los poetas de la tradición como de los más contemporáneos, pero siempre de poetas de verdad, no me vale el postureo. La poesía nos rodea y, si se sabe mirarla, se encuentra en todas partes.

«La poesía no es un todo vale ni un producto barato de las vitrinas de El Corte Inglés»

J.G.: El asombro mueve al poeta, le permite distinguir la belleza en lo que le rodea. ¿Cómo es la “belleza cyborg” de la que hablas en Error 404? ¿Son las redes sociales el nuevo camino de la poesía?

Begoña M. Rueda: ‘Error 404’ es un poemario fruto de la era de las tecnologías, un diálogo con nuestro presente que abarca diversos temas como por ejemplo las redes sociales, el feminismo o el ecologismo. Los caminos de la poesía son inabarcables. 

F.J.: Jaén ha saltado a la actualidad en los últimos meses reivindicando más visibilidad y oportunidades, como si fuera una ciudad silenciada de algún modo. Sin embargo tiene una rica vida cultural. ¿Cómo percibes el pulso cultural de Jaén? ¿Cómo influye una ciudad en un poeta?

Begoña M. Rueda: El silencio que pesa sobre Jaén es criminal. En mi tierra pegas una patada y sale talento a borbotones, no encuentro palabras para describir mi indignación. Me siento muy orgullosa de ser jiennense y no existe para mí un lugar más propicio para inspirarse. 

J.G.: Me gustaría que hicieras un poco de retrospectiva y prospección en una pregunta. ¿De dónde vienes —cuáles son tus referentes— y adónde quieres llegar?

Begoña M. Rueda: Vengo del cuerpo de una Begoña de cinco años a la que ya le apasionaba la lectura. Mis referentes son todos y cada uno de aquellos incontables libros que me alimentaron hasta hacerme mujer, hasta hacerme poeta. ¿Que a dónde quiero llegar? A mirarme en el espejo y contemplarme de nuevo, para siempre, en el cuerpo de esa Begoña niña que sonríe mientras lee. 

J.G.: En el algoritmo de las entre2vistas, el “Momento Carta Blanca” supone el final de la misma. Te corresponde a ti finalizarla…

Begoña M. Rueda: Poco más que añadir. Un placer y que la poesía nos acompañe a todos. 

Poemas de Begoña M. Rueda

Perdoné a todos los que me abrieron la carne,
a todos los que me abrieron para meter las manos 
y dejarme el corazón sucio.
Mi corazón sucio que ya no late, 
que se quedó silbando una canción triste,
ya no da ni para un poema. 
Todas las tardes me siento en un banco, 
me llevo una mano al pecho,
intento hablarle como a un niño.
Entre mi mano y mi corazón hay un vacío,
flores moribundas entre la hojarasca. 
En la noche los perros vienen a lamerlo.
La lengua húmeda de los perros consuela,
el calor de cinco seres vivos devorándome,
pero de nuevo el humo del cigarro,
las cuatro paredes de mi habitación,
mis pies, mi ombligo, mis hombros, mi nuca, 
la vida que podría haber sido mi vida,
el humo del cigarro y las cuatro paredes de mi habitación. 
Todas las tardes me llevo una mano al pecho.
Intento hablarle como a un niño. 
La gente se queda mirando.

De ‘Reencarnación’ (Premio de poesía de la Universidad Complutense de Madrid 2018, Ediciones Complutense) 

A pesar de que la ropa es lavada 
a temperaturas de ochenta grados
y tratada con detergentes específicos,
productos neutralizadores de cloro, 
lejías y suavizantes, 
no es raro percibir un leve aroma a perfume 
al doblar las camisas de los pijamas. 
Sé a qué huelen los enfermos
antes de fallecer, 
sé que algunos se peinan, se afeitan, 
y se empapan de Varón Dandy 
como si morir 
no consistiera sino en dar otro de muchos paseos 
los domingos por la mañana.

De ‘Servicio de lavandería’ (Premio Hiperión 2021, pendiente de publicación) 

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Javier Gilabert / Fernando Jaén
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