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Estefanía Cabello: «No podemos permitirnos el lujo de ser mediocres»

Estefanía Cabello. Foto de Francisco González
Estefanía Cabello. Foto de Francisco González

Estefanía Cabello: «No podemos permitirnos el lujo de ser mediocres»

Estefanía Cabello (Córdoba, 1993) es graduada en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba y doble máster en profesorado e investigación en Literatura española. Cursa estudios de doctorado internacional con el equipo de investigación SILEM II (Sujeto e Institución Literaria en la Edad Moderna). Dirige el taller de escritura juvenil de la Biblioteca Central y el club virtual de lectura narrativa de la Red de Bibliotecas de Córdoba.

Ha residido y trabajado en Nueva York, EE UU (2012); Ciudad de México, UNAM (2013); Gales, Reino Unido (2014); Guadalajara, México (2014); Rabat, Marruecos (Instituto Cervantes, 2016); Varsovia, Polonia (Consejería de Educación de la Embajada, 2016) y China (Shandong University College, 2017).

Su obra está incluida en antologías como Donde veas (La Bella Varsovia, 2015), La punta del iceberg (Ediciones en Huida, 2015), Algo se ha movido (Esdrújula Ediciones, 2018) o Piel fina (Maremágnum, 2019). Varios de sus poemas también aparecen en las revistas Ocultalit, Estación Poesía o Anáfora.

Ganadora del XVIII Premio internacional de poesía joven Gloria Fuertes con 13 segundos para escapar (Torremozas, 2017), del Premio València de poesía en castellano por La teoría de los autómatas (Hiperión, 2018) y El cielo roto de Shanghái fue finalista del premio Adonáis 2018, premio del que también ha resultado finalista en la edición de 2020.

Javier Gilabert: ¿Cuál es tu primer recuerdo sobre la poesía? ¿Y qué importancia tiene hoy en día para ti?

Estefanía Cabello: Mi primer recuerdo de la poesía es lejano pero tardío. En la Secundaria nos mandaron leer algunos mitos de Ovidio, yo pude sacar de la biblioteca una edición antigua y me sorprendió el ritmo oculto en lo que se narraba. Leí el libro completo y por supuesto no tuvieron otro remedio que ponerme sobresaliente en la materia. Me fascinaba tanto este libro que leía a Claudio, mi hermano pequeño, algunas historias (a decir verdad, casi lo obligaba a escucharlas en voz alta, al pobre). Después llegó el conocimiento consciente del poder de la poesía para conmover. Es en Nueva York (con la lectura completa de Lorca), luego con Cernuda y luego en México (con Villaurrutia y los poetas mexicanos) cuando eclosiona. 

Fernando Jaén: Has residido en Nueva York, México, Reino Unido, Marruecos, Polonia y China. ¿Influyen los distintos paisajes culturales en la concepción de tu obra?

Estefanía Cabello: Indudablemente. Influyen en la medida en que estos lugares forman también parte de mí. He ido creciendo y madurando a través de las experiencias vividas en cada uno de ellos. He intentado acercarme lo máximo posible siempre al sitio que me acogía a través del contacto directo con sus escritores, con su gente, con sus tradiciones. La importancia que este hecho tiene para mi persona se condensa en muchos poemas del primer libro y se deja entrever, en menor medida, en el segundo.

J.G.: Según leo en una entrevista anterior, fue en México, y no en España, donde sentiste la poesía de manera más cercana. ¿Cómo y por qué sucedió allí?

Estefanía Cabello: Así es. Podría decir que la actividad vibrante, de ebullición del país mexicano me condenó a ello. Cursaba muchas asignaturas diferentes porque quería aprovechar el tiempo bien. Conocí a muchas personas activas en el mundo cultural de la ciudad. Ese carácter vivo de la gente mexicana te da vida, te alimenta. Yo tenía por entonces 19 años. Leí “poesía” náhuatl con Johansson, discípulo de Miguel León Portilla, leí a Villaurrutia, a Pacheco, a Efraín Huertas, a Rubén Bonifaz Nuño… Allí comencé a comprender mejor la importancia de atender a la literatura y de poder modelar algo propio con tu voz, en nombre propio pero también en nombre de la tradición que te rodea.

F.J.: Habla Aurora Luque en su último y premiado libro, ‘Gavieras’ (Visor 2020), de mujeres viajeras que miran valientes el horizonte, de nómadas dispuestas a romper con los presupuestos rígidos y atávicos. ¿Qué mujeres incluirías en este concepto? ¿Te ves así, como una de estas gavieras?

Estefanía Cabello: Qué imagen más hermosa la que nos traslada Aurora. Incluyo a Sor Juana, a una filósofa alemana que amo y admiro, Hannah Arendt, a Clara Campoamor y, en un deseo esperanzador, a muchas escritoras que aún duermen el sueño de las estanterías esperando a ser reeditadas o redescubiertas a uno o al otro lado del continente, por supuesto. Respecto a la segunda pregunta… no sé si me incluiría en esa visión por no pecar de autocondescendiente; nunca me planteé la reflexión sobre ello, pero sí es cierto que voy siendo; desde muy joven tenía claro ese compromiso que empezaba y terminaba en mí misma: no conformarme con algo que sintiera como impropio o insuficiente para mi deseo por aprender y aprovechar más oportunidades, crecer, ver mundo, aprender para luego dar… Ahí sí seguí el precepto quijotesco a rajatabla. 

Sí me gustaría por muchos años seguir esa senda, que no es otra que la de la curiosidad. Lo decía también Cernuda, en otras palabras y en un sentido más general, en su poema ‘Peregrino’, tus ojos frente a lo antes nunca visto.  

«Existe cierto individualismo magnificado en eco por las redes»

F.J.: Apareces en la antología poética ‘Algo se ha movido’ (Esdrújula, 2018), muy bien coordinada por Juan Domingo Aguilar y Jorge Villalobos, de jóvenes autores andaluces. En ella figuran nombres tan variados, relevantes y actuales como Rosa Berbel, Ángelo Néstore, Cristian Alcaraz, Carlos Allende, Marina Rosado o Ana Castro, por mencionar algunos. ¿Crees que existe algún vínculo generacional en esta suerte de poetas jóvenes andaluces?

Estefanía Cabello: Sí, conozco y tengo en gran estima a muchos de ellos. No creo que exista un vínculo generacional necesariamente. Cada uno de nosotros practicamos poéticas muy diferentes. Si hay un vínculo que nos une es el meramente temporal, encuentro que cada uno de nosotros hace un uso diferente en su poesía del tiempo que nos ha tocado vivir. Yo diría que incluso existe cierto individualismo magnificado en eco por las redes: en una era en la que estamos hiperconectados, no coincido apenas con poetas de mi generación de Córdoba: ni físicamente en reuniones o encuentros ni en el desarrollo de nuestras propuestas. ¿Ocurría eso con los miembros del grupo Cántico, para no irnos muy lejos? Habría que reflexionar sobre ello. Una cosa queda clara, no obstante: hay mucho talento en Andalucía ahora mismo, hay voces poéticas muy interesantes. 

J.G.: Nos comentaba Andrés Neuman hace unos días que los viajes han sido un factor determinante en lxs poetas de las últimas generaciones (no literarias, entiéndaseme) y la forma de entender la poesía en nuestro país. ¿Sientes que se cumple este axioma en tu caso?

Estefanía Cabello: De manera precisa. El viaje interior puede ir acompañado del viaje exterior y el descubrimiento de otro territorio, de otra cultura, más que nunca; estamos en buena época para ello. Ese tópico del homo viator se cumple doblemente.

J.G.: Que UCOpoética es cantera de grandísimas poetas está fuera de toda duda. ¿Cómo recuerdas tu paso por ella? ¿Qué aprendiste allí?

Estefanía Cabello: ¡Sí! Durante mi promoción, la tercera, conocí a amigos a los que quiero mucho, de firme avance ya en el panorama nacional, como Ángelo Néstore y Carlos Catena. A nivel de Andalucía, UCOpoética está realizando una gran labor como taller de reunión y encuentro de escritores jóvenes que sienten algo que decir. Me agrada que tenga lugar en Córdoba, con una cantera tan prolija de poetas y con extensa tradición literaria. Aprendí durante el certamen a leer precisamente lo contrario a mi apetencia o gusto porque allí también estaba mi formación humanística, porque ello también me completaba, aprendí a escuchar, a valorar y distinguir la voz opuesta y a cuestionarme el porqué del texto. 

La próxima edición formaré parte del jurado, que se ha hecho ya público, junto a Pablo García Casado, María Rosal y Javier Fernández. Será la primera vez que un alumno que haya pasado por ahí esté entre las filas del jurado, como me comentaba Javi. 

J.G.: En tus libros anteriores la infancia, el sexo y la muerte eran temas muy presentes. ¿Qué cuestiones te mueven ahora a escribir? ¿Han sido la pandemia y el consecuente confinamiento una oportunidad a la hora de inspirarte, o todo lo contrario?

Estefanía Cabello: Todo lo contrario. No he cambiado mucho durante el confinamiento los motivos que me llevan a escribir. He seguido buscando más en mí misma y en las lecturas. Me mueve todo cuanto me provoca curiosidad, por tanto es inevitable pararme en las grandes cuestiones que nos mueven a todos como ser humano: amor, relaciones humanas, muerte, infancia, tiempo actual, incertidumbre.

«Hay mucho talento en Andalucía ahora mismo, hay voces poéticas muy interesantes»

F.J.: Actualmente eres la coordinadora del club de lectura virtual y la responsable del taller de escritura juvenil en la Biblioteca de Córdoba (Red Municipal de Bibliotecas). ¿Cuesta mucho incentivar la lectura, y la lectura de poesía en particular, a los jóvenes de hoy en día? ¿Cómo puede sobrevivir una Biblioteca juvenil, física y orgánica, en esta era en la que cada vez hay más oferta virtual?

Estefanía Cabello: Estoy muy feliz: este año hemos tenido que cerrar lista al taller de escritura para jóvenes por alcanzar el cupo establecido y hay lista de espera ya para el año que viene. No imagináis lo feliz que me hace este hecho: poder acercar lo que amas a personas en plena edad de experimentación y curiosidad. Yo creo que esa es la clave, bien sencilla por otra parte: en primer lugar, amar y respetar lo que haces y, en segundo lugar, tener ilusión y ganas de transmitirlo, saber divulgar desde ahí, desde el respeto, el valor y el amor. Los chicos están ávidos de conocer más, es la experiencia que he tenido. Ya sé que suena un poco a cuento, pero es así. 

Eso sí, por ejemplo, en el taller, invierto tiempo en preparar cada sesión de manera diferente, en darles una atención individualizada, en hacerles valorar sus errores, sus puntos débiles y fuertes, en que ellos aprendan a detectarlos y trabajar desde ahí. La lectura que a uno le interesa no es la que más le sirve a otro. No lo creemos pero hay muchos jóvenes con inquietudes literarias; solo hay que escucharles, animarles y proporcionarles espacios, dedicación y material. 

¿Cómo sobrevive hoy en día una biblioteca? Con una dirección y un equipo que apuesten por el dinamismo y la adaptación a cualquier circunstancia. Esta es la pieza angular. Tengo la suerte de contar con ello en la Biblioteca Central de Córdoba que realiza multitud de actividades virtuales. El equipo directivo nos da alas a los coordinadores de los diferentes talleres o clubes de lectura para que seamos un semillero de ideas y propuestas, nos escuchan, intentan acercar los libros a los lectores en cualquier circunstancia, no escatiman en intentarlo. Creo que en cada barrio debería haber una biblioteca con semejantes características y con una plantilla con pasión y fe hacia lo que hace. Estoy convencida de ello, incluso mejoraría la educación y la predisposición de esos jóvenes, pero hay que querer escucharlos y acompañarlos en el proceso, no podemos permitirnos el lujo de ser mediocres ahí.

J.G.: Tu nombre aparece por segunda vez consecutiva entre los finalistas del prestigioso Premio Adonais -nuestra más sincera enhorabuena-. Figuran en tu palmarés premios de la categoría del Gloria Fuertes. De otra parte, es un tema el de los premios literarios que no suele estar exento de cierta polémica, especialmente este año después de lo del Espasa -risas-. ¿Qué opinas al respecto? ¿Qué han supuesto para ti estos reconocimientos?

Estefanía Cabello: ¡¡Gracias!! Es un tema polémico siempre este el de los premios y un campo difícil donde estar. Yo opino que hay un buen puñado de certámenes donde sí se prueba esa transparencia exigida entre el jurado y las obras que concursan, luego hay otros de transparencia más dudosa. Por mi parte, confío y admiro mucho la labor de instituciones y premios como vía directa de reconocimiento y publicación de un autor, especialmente de los noveles. Solo puedo tener agradecimiento ahí y el deseo de que no desaparezcan con el tiempo.

J.G.: Tengo que darte también la enhorabuena por el recentísimo galardón que has obtenido gracias a tu Trabajo de Fin de Máster sobre Carolina Coronado: ni más ni menos que el María Zambrano. Me encantaría que nos hablaras sobre ello y ella.

Estefanía Cabello: ¡¡Muchas gracias!! Trabajo fundamentalmente en él sobre dos líneas: reconocimiento de las obras de las mujeres que escribían a inicios-mediados del siglo XIX y la influencia del padrinazgo masculino para su inclusión en el canon.

El TFM está centrado en la figura de Carolina Coronado y Hartzenbusch. En una visita a la Biblioteca Nacional hallé unos manuscritos inéditos que arrojaban nueva luz sobre la constitución de Coronado como autora, en la década de los treinta del s. XIX. Qué importante era la política, y los círculos de la capital por entonces (contraste periferia-centro). Este trabajo da inicio a mi tesis doctoral, que acabo de comenzar, en aras de cotutela internacional con una universidad británica, para lo cual me ha sido concedido un contrato FPI por el Ministerio de Ciencia e Innovación con la incorporación al equipo de investigación nacional SILEM II (Sujeto e Institución Literaria en la Edad Moderna). Trabajaré directamente sobre correspondencia y textos, por lo que espero que me queden muchas horas por delante en la Nacional. Ojalá.

«Son buenos tiempos para la poesía»

F.J.: Hablando hace unos días con una librera amiga, me comentó que tenía la sensación de que esta pandemia no había traído más lectores, pero sí más lecturas a los lectores ya habituales, con un especial auge de la poesía. ¿Son estos tiempos de poesía?

Estefanía Cabello: Habría que estudiar las cifras de las librerías para saberlo. Yo creo que sí, son buenos tiempos para la poesía. La poesía también es recogimiento, condensación para luego expansión, reconocimiento (en el sentido de reconocerse en el otro, pero también de volver a conocer). Estas actividades nos son vitales ahora mismo. No me parecería descabellado comprobar que es así como mencionas, entonces. 

J.G.: Ha llegado, como es costumbre, el “momento Carta Blanca” en el que, además de agradecerte tu generosidad y amabilidad, te pedimos que cierres esta entre2vista como te apetezca…

Estefanía Cabello: Agradezco a Fernando y a ti, Javier, por haber realizado una entrevista tan completa y bien documentada. Ha sido un placer. Me despido con una locución latina que me gusta tener cerca: in spe contra spem. Es esperanza contra toda esperanza, confiado en esperanza ante lo que se pronuncie contra la esperanza. Es mi deseo ahora mismo. ¡Un abrazo! 

Poemas de Estefanía Cabello

PADRE

La prudencia fue una lección aprendida
de las manos de mi padre;
firmes y rojas, adornadas con surcos
desde donde no se intuyen los pliegues del corazón.

Nace la vastedad de piel
trabajando la orilla de la vida,
los árboles cítricos, el mimo
aplicado a un pedazo de tierra.
Luego será esperar el crecer de las horas,
escuchar las señales que dejan
al comunicarse los pájaros en el aire.

El sol abona el tacto erguido en las manos
y en cada arruga se levanta un testimonio al tiempo,
arqueología desde donde aprender
de la paciencia y de la historia.

Me parece que él
sabía hablar del amor sin apenas nombrarlo

(Inédito)

Única Zürn sobre fondo de primavera

He abrazado a Única Zürn en suelo extraño.
Me pareció una mariposa muerta
de la que se desprenden las alas poco a poco.

Yo sí habría sostenido tu miedo junto al umbral
de la puerta, te habría dicho ven, túmbate aquí
te dibujaré cruces en las palmas de las manos
para entender mejor las diferencias entre los sexos.

Sé que la soledad se nos antoja noble si estamos solas
pero se me antoja más noble cuando no dices nada
si, al menos, me devuelves la mirada
de animal asustado por la tormenta.

A todas mis historias le habría puesto tu nombre
si te paras aquí conmigo a mirarlas
con tus ojos que saben cómo nombrar la oscuridad.

Desde una edad tardía avisaste:
el mundo puede morir en un incendio,
arderé antes de que eso suceda.

Las cenizas hablarán de la vida más allá de la vida.
La vida no es suficiente para hablar de la vida.

A todos los críticos que decían que en ti no había
locura, si no elección estética,
puede elegir la grieta no formarse
y, el mudo, ¿no hablar?

(De ‘La teoría de los autómatas’, ed. Hiperión, 2018)

INSOMNIO

Sientes un impulso de quedarte desnuda
en mitad de la habitación,
de tocar tu piel antes
de que sea invadida por la nada.

Los segundos corren.
Obediencia y gracia,
una orden que no sabes de dónde viene.

Aguardas la espera,
fijas los ojos de cristal en el cristal.
Afuera comienza a besarte lo oscuro.

(Inédito)

ÁRBOL GENEALÓGICO

En las paredes del pasillo un papel amarillento
avisa “árbol genealógico”.
La mancha nutre el centro
y se descompone por los márgenes,
llego al borde con mis dedos
y comprendo entonces
que el miedo tiene caminos diversos y alargados.

(De ’13 segundos para escapar’, ed. Torremozas, 2017)

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Javier Gilabert / Fernando Jaén
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