Cuaderno de laboratorio
No soy un hombre de ciencias y nunca he tenido un cuaderno de laboratorio, quizás por mi incapacidad para tomar notas o tal vez por mi predisposición a olvidar todo lo que escribo. Pero conozco lo suficiente como para saber que en ellos los científicos van anotando todo aquello que va surgiendo de sus investigaciones. En ese sentido, cuando conocí el título del nuevo libro de Carmen Ramos, Cuaderno de laboratorio, pensé en un conglomerado de notas, en un experimento o también en que la escritora de Gibraleón hubiese publicado todo aquello que los escritores guardamos en un cajón y que no sabemos en qué lugar encajar.
Sin embargo, nada más recibir el libro y abrir las primeras páginas recordé la función polisémica del lenguaje literario y su valor connotativo, porque el Cuaderno de laboratorio de Carmen Ramos no es ningún conglomerado disperso de anotaciones independientes, sino un elaborado conjunto que enlazado a partir de diferentes fechas que van del pasado al futuro establecen un corpus en el que el mensaje llega al lector de forma clara y rotunda, un hilo cronológico que nos lleva de su mano hasta nuestra propia vida y nuestros afanes, miedos, pérdidas y pasiones humanas y literarias.
Si en algo se parece este libro a un cuaderno de laboratorio de uso común es en ser un objeto de difícil catalogación. Aunque predomina lo poético en distintas formas, también se encuentra espacio para lo narrativo e incluso para el siempre difícil monólogo interior que Carmen Ramos maneja de forma brillante en ‘Singing in the rain’. Hay sentencias en el libro que lo dejan a uno temblando en su sillón, atrapado en el tiempo y en la relectura de su hachazo: “Cuando hablas de la madre muerta, hablas de mi madre”. Preguntas en cuya polisemia se aparecen todos los manuales de filosofía y los autores del bachillerato: “Qué cosa es lo que invita a un pájaro a echarse a volar”.
Todo ello, todas las palabras y toda su magia, está magníficamente acompañado por las ilustraciones de Francisca Alfonso, que consigue con ellas otro tratado para la poesía en un libro-objeto que Ediciones El Libro Feroz ha sabido vestir de gala con un formato que invita al coleccionismo.
Fiel a la filosofía de aquella poética que afirma que la literatura sirve si nos ayuda a entender y a interpretar nuestra propia vida, puede que los poemas de Carmen Ramos, en Cuaderno de laboratorio, sean el conjunto de anotaciones que la lleven a descifrar el misterio, y a nosotros con ella, de saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, aunque cada uno aplique la referencia de sus propias efemérides.
Carmen Ramos. Gibraleón, 1968. Economista de profesión. La plaquette Mudanza Interior (Ediciones en Huida, 2010) fue su primera publicación en solitario a la que han seguido los poemarios Poliédrica (Ediciones en Huida, 2011) y Las estrellas han hallado otra forma de morir (Guadalturia Ediciones, 2013), libro por el que fue candidata al Premio Andalucía de la Crítica 2013. Una colección inédita de microrrelatos titulada Mundo (más de 20 maneras de lavarse las manos) fue seleccionada en 2013 para el Proyecto Novos dentro del Festival “Coruña Mayúscula”. Con Lastura ha publicado el libro Pequeño Tratado de Etología y el libro de microrrelatos encadenados Más de veinte maneras de lavarse las manos. Desde hace tres años organiza en Gibraleón talleres de iniciación a la poesía. Intenta mantener vivo el blog Poliédrica.
“Qué cosa es lo que invita al pájaro a echarse a volar. Qué cosa puede ser la que remueve su tórax hasta henchirlo y lanzarlo al vacío con la seguridad de que no caerá. Qué puede ser eso tan grande que aún a sabiendas de que el vuelo a veces no sirve ni para comer si para ser el mejor cazador de tu camada te arroja al espacio abierto y te hace sentir pájaro y distinto a los demás.”
Carmen Ramos – Cuaderno de laboratorio
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