Opinión y Pensamiento

Pedro Casaldáliga y la revista ‘Iris’

Pedro Casaldáliga. Foto de JM Concepcion
Pedro Casaldáliga. Foto By JM Concepcion / Casaldàliga-Causas.org - Own work, CC BY-SA 4.0

Pedro Casaldáliga y la revista ‘Iris’

El testimonio, la esperanza y una nueva mirada sobre la realidad, desde la Fe cristiana, es el compromiso irreductible que transmitió el sacerdote claretiano Pedro Casaldáliga (Balsareny, Barcelona, 1928, Batatais, Brasil, 2020) en los años en que estuvo al frente de la revista Iris de Paz, en Madrid. Tras su fallecimiento en agosto de 2020 salto a la actualidad su compromiso en el Mato Grosso (Brasil) desde 1968. Casaldáliga nunca se rindió y permaneció fiel tras las huellas del Evangelio. La actualidad de su fallecimiento ha puesto de manifiesto sus años en el Mato Grosso (Brasil) pero ha dejado en segundo plano, sus años en Iris.

Pedro Casaldáliga llegó a la dirección de la revista Iris en 1964, en Madrid. Y convirtió lo que era una tradicional revista religiosa conservadora en una revista renovadora, progresista y cultural, con la referencia puesta en el Concilio Vaticano II. El nombre de la revista se convirtió en Iris, Revista de Testimonio y Esperanza, con un sentido destacado del pensamiento crítico. Esta línea duró hasta finales de 1966, en que Casaldáliga fue cesado, desde el conservadurismo de la superioridad claretiana y las presiones de la censura del Franquismo.

El desarrollo informativo de la nueva época, bajo la dirección de Pedro Casaldáliga, estuvo coordinado por un Consejo de Redacción, con los sacerdotes claretianos: M. Cerezo-Barredo (director artístico y autor de las portadas), Teófilo Cabestrero (redactor-jefe), José Luis Brasero, Santiago García, José María Pita da Veiga y Antonio Vidales. Y el confeccionador de la revista, el periodista seglar Manuel San José. 

El editorial del primer número (enero, 1964) de la nueva etapa anuncia los criterios: “El nuevo Iris se ha fijado un triple objetivo, entrañablemente único desde el ángulo de la Fe: Virgen, Iglesia y Hombre”. Los grandes cambios auguran desde el principio el nuevo sentido de la revista (“La Historia se escribe un día cualquiera: ¿Quién mató a Kennedy? Un eslabón sangriento más en la historia de los grandes asesinatos que jalonan la de la especie”), entrevistas, encuestas, consignas del Papa, “Por preguntar no pasa nada”, Libros, Noticias, Cine de autor (Buñuel, Ingmar Bergman, Elia Kazan, Miguel Picazo, Antonioni, Charlot, Vittorio de Sica, David Lean, John Ford, Orson Welles, etc., con artículos de Teófilo Cabestrero, Giménez-Rico, José María Pérez Lozano); textos literarios (José García Nieto, Manuel Alcántara), Arte (“Las Vírgenes feas del Románico”). Las portadas, obra de Cerezo, también autor de la sección de Arte, aportan una dimensión singular en los dos primeros años, para cambiar en 1966 para proyectar titulares del contenido de la revista. A tres columnas (“Ascética para distraídos”: artículos de Lorenzo Gomis). El discurso de ideas desvela el compromiso, en las entrevistas (Abad Pierre: “La primera necesidad es el hambre. El hambre puede llegar a ser una fuerza subversiva”). Y seguimiento a la problemática de la juventud.

El cambio de Iris suscitó al principio quejas de lectores tradicionales. El editorial de marzo de 1964 es una respuesta firme a esas quejas. Pero en noviembre de 1964 llegan comentarios elogiosos a la línea crítica de la revista: Aquilino Morcillo (diario Ya), Waldo de Mier (subdirector de la Agencia Efe), José María Pérez Lozano (director de la revista Vida Nueva), José María Gironella (escritor). Iris analiza a Sartre, Antonio Machado, Unamuno. “Algo pasa en España” por José María Pérez Lozano. Y las aportaciones de colaboradores: Rufino Velasco, Lorenzo Gomis, Alfredo Marquerie, Manuel Calvo Hernando, Enrique Miret Magdalena, Fernando Sebastián, Arturo González, los dibujos de Máximo, Sáenz de Almeida. Lilí Escrivá (en Arte) y el singular análisis de la programación de TVE por el actor José Luis Ozores.

Casaldáliga está muy presente también como autor de entrevistas: Padre Llanos, José María Pemán, Adolfo Prego, Jaime de Armiñán, Hermano Robert, de Taizé, artículos personales con una perspectiva sobre nuestro tiempo desde su gran sensibilidad poética: “Recordad a todos los hermanos negros del mundo que sólamente las armas de la lucha pacífica llevan a la verdadera victoria”. Y la Letanía del Vaticano II, en torno a la presencia de la Virgen: “Santa María  de las nuevas relaciones sociales”, “Santa María de los pobres”.

La música es objeto de una visión cultural: Los Beatles, Silvie Vartan, Françoise Hardi, Charles Aznavour, con mención a los cantautores: Raimon, George Brassens, Jacques Brel. Casaldáliga puso su mirada sobre las revistas de actualidad (“Jaque a la Prensa”), con entrevistas a sus directores: El Ciervo (Lorenzo Gomis), Índice (Fernández Figueroa), Actualidad Española (Luis Ignacio Seco), Triunfo (José Ángel Ezcurra).

Iris fue profundizando cada vez más sobre la realidad llena de contradicciones y poniendo en evidencia a una sociedad española, autoproclamada oficialmente, católica pero llena de interrogantes desde la perspectiva cristiana. En realidad, Iris puso en evidencia el Nacionalcatolicismo. La problemática socioeconómica está muy presente: “200 personas monopolizan nuestra economía”, “Los pueblos hambrientos interpelan a los pueblos opulentos (Vaticano II), “Por qué son tan caros y clasistas los colegios religiosos”, Emigración (“Salmo de los que se van”). La revista se posiciona contra la carrera de armamentos en el mundo.

Teófilo Cabestrero aporta uno de los puntos críticos destacados: “Los obispos franceses contra la prensa integrista. ¿Y en España qué pasa?”, ante el escaso eco que el Vaticano II suscita en la prensa diaria española. “La Iglesia retrasa su marcha salvadora en nuestro mundo”. También aportó una visión crítica sobre la primera manifestación de protesta de sacerdotes-obreros en España (Barcelona, 1966), disuelta por la policía; lo que suscitó un debate de opiniones diversas sobre esta realidad emergente.

En el número extraordinario (julio-agosto, de 1966), se notifica a los lectores el cese de Casaldáliga (“predisposición de los superiores”). Con Casaldáliga abandonan también la revista Cerezo-Barredo y Teófilo Cabestrero. Pedro Casaldáliga nunca se rindió y en 1968 marchó a Brasil para mantener su compromiso firme con el Evangelio, los pobres, los indígenas de Mato Grosso y la Verdad, hasta su muerte en 2020. La única manera de ser Libre. 

Yo conocí a Casaldáliga en los años de Iris, en Madrid. Ya tenía el objetivo de futuro, de ser periodista. Y él me propuso un reportaje sobre el Centenario de Canadá: fue mi primera publicación periodística, “Canadá, vísperas de centenario” (Iris, febrero de 1966). Un año, después (curso 1967-68) inicié los estudios de Periodismo, que concluí en el curso 1970-71. Entonces empecé mi andadura profesional de periodista que he desarrollado toda mi vida, Y siempre con el recuerdo y la memoria puesta en la ejemplaridad de Pedro Casaldáliga. Muy presente en su Autorretrato:

                               “Me llamarán subversivo.
                                Y yo les diré: lo soy.
                                 Por mi pueblo, en lucha vivo.
                                 Con mi pueblo en marcha voy”.

Miguel Ángel Blanco Martín
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