Entrevistas

José Infante: «La memoria sostiene el edificio que somos, los cimientos del universo que nos concierne»

José Infante: «La memoria sostiene el edificio que somos, los cimientos del universo que nos concierne»

José Infante acaba de publicar el poemario Solo queda una sombra (Huerga y Fierro, 2019), obra con la que el malagueño calibra su existencia y el peso –a veces leve, a veces plomizo, a veces huidizo- de la experiencia de la vida.

Un poemario de calado, con versos precisos que se enredan en la memoria de quien los recibe para sembrar palabras de las que crecen imágenes poderosas que celebran el ejercicio de la escritura, el gozo del poema, el misterio del verso. Solo queda una sombra le sirve al poeta para hacer una suerte de ajuste de cuentas de lo caminado hasta ahora, al tiempo que alumbra nuevos horizontes que José Infante conquistará a golpe de verso.

Tras leer Solo queda una sombra y regresar al primer poema, el que da la bienvenida al lector, parece que este aglutina el sentido del poemario, ¿unidad discursiva o declaración de intenciones?

Las dos cosas, por un lado es una declaración de lo que va a ser luego el libro y por otro es un resumen del discurso total del libro.

Tu existir, tu caminar por la experiencia de la vida, aparece ligado a esa sombra sobre la que reflexionas en clave de verso. Una sombra que alumbra y señala, que da consistencia a esa experiencia, a ese existir. ¿Todavía permanece o sólo habita en el verso ahora eterno?

La sombra continua detrás de cada gesto, detrás de cada emoción, detrás de cada pérdida, detrás de cada frustración, detrás de cada experiencia.

La poesía, ¿ha sido el hilo conductor de tu vida?

Sin duda y no siempre he sido consciente de ello. Por mi trabajo periodístico en televisión, que ha sido tan invasivo, tan acaparador, a veces no me daba cuenta, pero cuando llegó el momento de parar, el momento de hacer balance, me di cuenta de que todo lo que había hecho, que todo lo que había dejado de hacer, que la forma en la que había organizado mi vida, tenía un eje, y ese eje ha sido sin duda la poesía.

¿En qué momento percibes que tienes un poemario, es decir, un conjunto de poemas con unas señas de identidad muy concretas?

No siempre sucede que ves el libro en su conjunto, a veces vas escribiendo poemas hasta que percibes la unidad y la coherencia de formar un libro, otras veces tienes primero la idea del libro y vas escribiendo con el objeto de llegar a formar el libro que te has formulado, que has creado en la imaginación.

Algunos de los poemas que conforman Solo queda una sombra guardan relación con La casa vacía (2005). ¿Eco natural de este poemario o diálogo necesario con lo escrito?

Sí, hay un número determinado de poemas de este libro que están escritos aún en la órbita de La casa vacía, un libro anterior, no inmediatamente anterior, es cierto, pero eso no lo supe hasta que los tenía escritos. De alguna manera sentí que no se había terminado de configurar el universo de esa casa vacía, pero que estaban íntimamente ligados al entorno emocional que movía el nuevo libro, por eso agregué el subtítulo de “nuevos poemas de La casa vacía. Es como si una concatenación de temas, de situaciones, de sensaciones, uniera los dos libros.

Leyendo la obra, en un principio, puede parecer que hay mucho de relación con el entorno, reflexión sobre lo que te rodea –jugando con ese símbolo que es la sombra pegada a uno, algo externo que siempre nos persigue; Málaga, tu ciudad, siempre presente en la memoria sentimental del poeta-, pero cuando regresas sobre los pasos de la lectura, en realidad, se puede llegar a pensar que hay más de introspección que de relación con lo externo, que esa relación la transformas en soliloquio.

Sí, es verdad, todos los elementos que utilizo no son más que maneras de auto introspección, una forma de indagar en mi interior y de conversar conmigo mismo acerca del paso del tiempo, de la soledad. La poesía es una forma de conocimiento, la más auténtica y la que más se acerca a la verdad.

La memoria se presenta como eje transformador, como sostén del verso, del poema…

La memoria lo es todo. La memoria sostiene el edificio que somos, los cimientos del universo que nos concierne.

Cuando no hay memoria, hay transcurrir del tiempo, el verso bascula entre estos elementos de la poética. ¿Cómo traduces esas ideas en verso, cómo trabajas ambos horizontes?

El tiempo y la memoria a veces se armonizan y a veces desdibujan la realidad, la hacen más huidiza, por eso hay que trabajar la palabra para que denuncie lo que esconde en el misterio de su origen.

Como poeta, ¿qué te ha concedido el paso del tiempo?

El paso del tiempo me ha dado cierta serenidad, cierto estoicismo, comprensión. No se si compensa todo lo que he perdido.

¿Cuál debe ser el sentido de la poesía en una realidad como la actual?

El de crear una conciencia. Solo a través de la palabra se puede llegar a crear esa conciencia que nos pone en contacto con lo más vivo, con lo que traspasa los límites de la realidad para hacerse visible.

Y ante esa necesidad de imponer el Yo al verso…

Si no es a través del Yo no se entiende el mundo, no se entiende lo que sucede, no se entiende todo lo que va cambiando la realidad.

Cristina Consuegra
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