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Ioana Gruia: «La literatura es una forma de reconstruir la verdad cuando ésta es distorsionada y manipulada por el poder»

Ioana Gruia, foto Maria Bueno
Ioana Gruia, foto de Maria Bueno

Ioana Gruia: «La literatura es una forma de reconstruir la verdad cuando ésta es distorsionada y manipulada por el poder»

Ioana Gruia (1978, Bucarest) desde 1997 vive en Granada, donde es profesora de literatura comparada en la Universidad. Es autora de las novelas El expediente Albertina (Castalia/Edhasa, 2016, premio Tiflos) y La vendedora de tiempo (Espuela de Plata, 2013) y de los libros de poemas Carrusel (Visor, 2016), premio de poesía Emilio Alarcos y El sol en la fruta (Renacimiento, 2011), premio Andalucía Joven de poesía. Carrusel fue uno de los doce libros publicados en 2016 recomendados por la Asociación de Editores de Poesía. Sus poemas han sido traducidos al rumano, francés y checo. Es también autora de los ensayos Eliot y la escritura del tiempo en la poesía española contemporánea (Visor, 2009) y La cicatriz en la literatura europea contemporánea (Renacimiento, 2015). Ha coordinado el volumen colectivo La obra de Norman Manea. Crítica e interpretación (Editorial Universidad de Granada, 2016). Sus libros han sido reseñados en El Cultural, ABC Cultural, Hispania (Johns Hopkins University Press), Mercurio o Los diablos azules, entre otros medios. También se le puede seguir en su web www.ioanagruia.com.

Javier Gilabert: ¿Qué fue lo que te trajo a Granada? Como miembro activo de la comunidad literaria de esta ciudad, ¿crees que es una ciudad de literatura?

Ioana Gruia: Llegué en 1997 con una beca para estudiar Filología Hispánica. Claro que es una ciudad de literatura y eso es maravilloso.

J.G.: ¿En qué idioma te sientes más cómoda al escribir? ¿En cuál crees que suenan mejor tus poemas?

Ioana Gruia: Solo escribo en español.

Fenando Jaén: Grandes escritores como Nabokov o Paul Celan desarrollaron su obra en un idioma distinto al vernáculo, como tú. ¿Cómo te sientes al escribir en castellano? ¿Has dejado de sentirte extranjera en esta tierra?

Ioana Gruia: En Granada fui feliz desde el primer momento, y escribo en otra lengua desde la felicidad.

“Escribo en otra lengua desde la felicidad”

J.G.: Tanto para leer como para escribir, ¿novela o poesía? ¿Cuáles son tus referentes en ambos campos?

Ioana Gruia: Escribo novela, poesía, cuento y ensayo. Nombro solo algunos referentes: Federico García Lorca, Antonio Machado, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Ángeles Mora, Joan Margarit, Luis García Montero, Coral Bracho, Idea Vilariño, Mónica Doña, Teresa Gómez, Julio Cortázar, Sandor Marai, Alice Munro, Marcel Proust, Virginia Woolf, Juan Marsé, Joyce Carol Oates, Siri Hustvedt y tantos otros, la lista sería interminable. Y Tolstoi, llevo en el cuerpo Guerra y paz y cada vez que el tren entra en una estación me estremezco, veo ante mis ojos a Anna Karenina. En serio.

F.J.: Hace un tiempo te vi entrevistar al escritor rumano Mircea Cartarescu, hablando de su obra Solenoide. Me encantó ver cómo al hilo de su libro sacasteis a relucir la historia de Europa, la ciencia, de literatura, la poesía con mayúsculas. ¿Qué supone para ti este autor? ¿Crees que la poesía rumana y la europea tienen mucho que decir?

Ioana Gruia: Cartarescu es un autor fundamental a nivel europeo e internacional. La poesía rumana es importante dentro de la poesía europea, hay excelentes poetas como Ana Blandiana, Magda Cârneci, Dinu Flamând, el propio Cartarescu, y muchos otros.

F.J.: Cartarescu escribió que «La poesía es el gato muerto de nuestro tiempo», en referencia a un cuento de la tradición zen que habla de su valor incalculable. ¿Qué valor le concedes a la poesía actual?

Ioana Gruia: Hay poetas magníficos que mantienen este valor incalculable de la poesía. Joan Margarit afirma que el poema debe ser como una caja negra, un lugar en el que se entra con un grado de desorden y se sale con un cierto orden interior.

“Cada vez que el tren entra en una estación me estremezco, veo ante mis ojos a Anna Karenina”

J.G.: He tenido la suerte de verte recitar. Eres de las pocas poetas que consigues trasladar tu voz interior a tu declamación. ¿Crees que es importante para un(a) poeta saber defender sus poemas ante su público?

Ioana Gruia: Sí, es importante. En mi caso, siempre quise ser actriz. No lo soy, así que por lo menos procuro prestar atención a la hora de recitar.

J.G.: Recientemente has participado en distintos festivales por varios países de América del Sur (en Colombia, en el Festival Luna de Locos de Pereira, en el Festival de Poesía Las líneas de su mano de Bogotá, en el Festival de la Palabra de San Juan de Puerto Rico…). ¿Qué experiencias te traes de aquellas latitudes? ¿Encuentras más diferencias o más similitudes entre la poesía de ambos lados del Atlántico?

Ioana Gruia: Me encanta la poesía latinoamericana y llevo Latinoamérica en el corazón. La poesía en español es estupenda, aquí y allá. Soy feliz en Latinoamérica.

J.G.: Como profesora de Literatura en la Universidad y experta, ¿cuáles son en tu opinión los gustos literarios de las nuevas generaciones? ¿Qué opinas de la “poesía del follow” que tan de actualidad está hoy día?

Ioana Gruia: Probablemente hay de todo en las redes, no lo sé. Lo importante es que exista la voluntad de asimilar la tradición e innovarla, como decía Eliot, y que los poetas tengan la conciencia de la importancia del trabajo con el lenguaje y con la emoción poética.

“Lo importante es que exista la voluntad de asimilar la tradición e innovarla”

J.G.: La UGR, en su web afirma que en “el grado de Literaturas Comparadas entendemos el estudio de la Literatura como la posibilidad fascinante de un acercamiento a la diversidad y complejidad de la cultura actual en el contexto de un mundo globalizado”. Como profesora de dicho grado, ¿En qué medida crees que la literatura permite dicho acercamiento? Dentro de esa diversidad, ¿la mujer o el colectivo LGTB tienen en la actualidad las mismas oportunidades, el mismo espacio que sus homólogos masculinos?

Ioana Gruia: En Literaturas Comparadas nos esforzamos por ofrecer a los estudiantes una visión global y compleja de la literatura, que es un vehículo privilegiado para la comprensión del mundo en el que vivimos y, por supuesto, una herramienta que proporciona placer, consuelo y felicidad. Aprovecho para decir que tenemos alumnos muy buenos, muy vocacionales. Rosa Berbel, María Domínguez del Castillo, Elena Higuerelo, Irene Olalla son alumnas nuestras, déjame presumir. En cuanto a la otra pregunta, hoy día en España por suerte las mujeres y las personas LGTB no tienen dificultades, diría yo, a la hora de publicar. Con lo que las mujeres lo tienen más difícil, y eso es un tema complejo, es con el tiempo. Virginia Woolf tenía toda la razón cuando decía que una mujer necesitaba una habitación propia y dinero para escribir. Yo añadiría que también necesita tiempo, tiempo para construir el espacio mental imprescindible para la escritura. Tener unas horas al día para escribir, en un contexto social que sigue asignando a las mujeres la mayoría de las tareas familiares y los cuidados, es todo un lujo.

F.J.: En tu hermoso  libro Carrusel (Visor, 2015), le escribes a tu hija «tu madre/habla todas las lenguas/con acento extranjero/y sabe/que siempre hay algo de intemperie en los refugios/una fragilidad que te hará fuerte». Háblanos de este libro. ¿Cómo influye la maternidad en tu poesía?

Ioana Gruia: Los poemas a mi hija son de los más cercanos a mi cuerpo y a mi corazón. Trabajo en la construcción de una emoción poética que tiene mucho que ver con mi propia vida y con un vínculo único, de madre-hija, y eso es una experiencia intensísima.

F.J.: En tu premiada novela El expediente Albertina (Castalia/Edhasa 2016), Laura, su protagonista, escribe su tesis sobre Proust y su investigación trae consecuencias inesperadas. ¿Qué relación encuentras en la literatura y la política? ¿Sigue siendo la literatura una forma de subversión?

Ioana Gruia: Me interesaba mucho indagar en las relaciones entre literatura y política en un contexto dictatorial como el rumano hasta 1989, donde se ejercía la censura sobre los escritores y donde se elaboraron “expedientes” en la Securitate, la policía secreta, sobre las personas perseguidas. Estos expedientes, que consistían en notas que se pedían a amigos, familiares, compañeros de trabajo de estas personas, formaban una especie de vidas distorsionadas. Todos firmaban con nombres falsos, en código. La cuestión de los archivos secretos es sobrecogedora y tiene mucho que ver con la ficción. La literatura es una forma de decir la verdad, de reconstruir la verdad, cuando la verdad es distorsionada y manipulada por el poder. Lo vemos también con la “posverdad”, este concepto atroz.

J.G.: Momento “Carta blanca”. Finaliza esta entrevista cum te simți.

Ioana Gruia: Muy feliz y agradecida por la estupenda entrevista.

Poemas de Ioana Gruia

Summertime en el Pont des Arts

Cuando sueño que voy a la deriva,
el saxo me rescata allá en el Pont des Arts.
Igual que esos candados de amor que hay en el puente,
tiran de mí los miedos hacia abajo.

Alguien toca despacio Summertime,
lo oigo desde el fondo de mi sueño.
Es verano otra vez y tú caminas
a mi encuentro en el Pont des Arts.
Enroscado y caliente,
como un aire de jazz,
el deseo me asalta,
me arquea por encima de los miedos.

Nadie escapa a sus sueños,
tampoco a sus canciones.

Cadáveres llegaron a la playa

Cadáveres llegaron a la playa.

Todo estaba tranquilo: el mar en calma,
los niños con juguetes,
los bañistas absortos en sus sueños,
en la pereza azul de los veranos,
en el golpe apacible de las olas,
en su rumor de vagas lejanías.
Los cuerpos irrumpieron de repente:
trozos de carne muerta, descompuesta
en medio del sopor, de la aventura
que prometía el mar.

Los rodearon todos:
los niños con juguetes, los bañistas,
policías y médicos movidos
por un afán inútil de hacer algo.

Un niño tocó un cuerpo.
Luego empezó a llorar.
Es la primera vez que ve la muerte,
dijo su madre mientras lo alejaba.

Su llanto contagió a los otros niños,
pequeño coro de tragedia griega.

Negros, lustrosos como el mar, los cuerpos
sin culpa y ya sin hybris, hoy parecen
las víctimas de un turbio sacrificio.

Y es la playa un altar improvisado.
Pero, ¿quién ofició la ceremonia?

Una forma de bondad

To have been loved once by someone –surely
There is a permanent good in that,
Even if we don’t know all the circumstances
Or it happened too long ago to make any difference.

John Ashbery

Tardaste mucho tiempo en descubrirlo,
y entonces
aquellos versos de Ashbery
te dieron la razón.

Miras por la ventana:
un cielo blanco y duro, unos tejados sucios,
ni rastro de bondad en el paisaje.
La luz entra a raudales, pero es una luz fría,
deja sobre las cosas su pátina de hielo.

Ya es tarde para todo.

Estos objetos no te reconocen.
Sin embargo, la cama desolada
y la mesa vacía
pueden contarte bien tal como fuiste:
aquel antiguo amor desmesurado,
aquellos alimentos para el cuerpo.

La soledad no enseña casi nada,
sólo a medir el tiempo,
cómo se hinchan los días de aspereza,
cúanto se tarda en fracasar.

Y la punzada de un saber ya inútil:
la poesía es confirmar la vida
y el amor, una forma de bondad.

La casa poema

Me gustaría que habitaras este poema
como habitas mi vientre,
que fuera para ti una casa.

Que la poesía fuera tu refugio.

Tu madre
habla todas las lenguas
con acento extranjero
y sabe
que siempre hay algo de intemperie en los refugios,
una fragilidad que te hará fuerte.

Enciendo para ti la casa poema.
En los inviernos que conocerás,
ojalá te proteja y te caliente.

El segundo país

Un hijo es el segundo país donde nacemos.

Luis García Montero

Busco tu mano en la noche,
tu minúscula mano,
tu mano de bebé, talismán mío,
para escapar de oscuros pensamientos.

Del alba de los días laborables.
De la aterida sombra de su ausencia.
De los pliegues nocturnos donde aguarda,
cada vez más seguro de sí mismo,
cruel en su mansedumbre,
el fracaso,
con su inquieto latir de animal preso.

Tú sonríes dormida.

Me esperas
del lado luminoso de la noche.

Y ya no tengo miedo. Me proteges.

(Todos los poemas pertenecen a su libro Carrusel)

Javier Gilabert / Fernando Jaén
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