Música

La memoria de los cantautores permanece

La memoria de los cantautores permanece

En los años 60 el cantautor Pablo Guerrero cantaba: “Tiene que llover, tiene que llover, a cántaros”, a la espera de una lluvia de ideas que alumbrara la esperanza de nuevos tiempos frente a la dictadura franquista.

El Archivo Histórico de Almería expone como Documento del Mes, en diciembre, con fecha de 26 de abril de 1973, una Circular Urgente de la Dirección General de Seguridad, a los gobernadores civiles y delegados del Gobierno en Ceuta y Melilla: “Se prohibe actuación en todo territorio nacional del cantante Francisco Ibáñez Gorostide, cuyo nombre artístico es Paco Ibáñez”.

El 22 de julio de 1976, Mensaje nº 92, del director general de Política Interior Enrique Sánchez de León, al gobernador civil de Almería, con “Relación de los cantantes conflictivos”. Están todos los del momento. Y señalados con una cruz: Gerena, Ibáñez, Imanol, Lluis Llach, Moustaki, Pau Riva y Víctor Manuel.

El cantautor es protagonista destacado en el movimiento de contestación al franquismo, con importante resonancia en el espacio crítico universitario especialmente. Es la voz que une música y poesía y que forja la imagen de la canción-protesta. Sus pasos iniciales surgen con antelación al proceso de la Transición democrática. La voz de los cantautores ya está presente en la contestación de los sesenta, en la rebeldía juvenil marcada por los movimientos estudiantiles, Mayo del 68 en Francia y la Generación Beat. En Estados Unidos, Joan Baez canta ‘We shall over come’ (“Venceremos”) y Pete Seeger mantiene vigentes las canciones de las brigadas internacionales en la Guerra Civil española. Alfonso da la clave del inicio de la Revolución de los Claveles en Portugal con su ‘Grandola Vila Morena’. Bob Dylan convierte en himno generacional su ‘Like a rolling stone junto’ a ‘Blowing in the wind’. George Brassens es la principal imagen de la canción-protesta en Francia. Latinoamérica es una gran cuna de cantautores. Desde Chile llega eterna la voz de Víctor Jara, asesinado tras el golpe de Pinochet. Atahualpa Yupanqui recorre el mundo con ‘Preguntitas sobre Dios’, canción prohibida en sus recitales por España. Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Violeta Parra, Jorge Cafrune alimentan la canción protesta de América del Sur, donde el grupo Quilapayún difunde una canción-himno en multitud de protestas y manifestaciones: «El pueblo unido, jamás será vencido».

La principal referencia en España es ‘Al vent’, del cantautor valenciano Raimon, un himno para el antifranquismo, a la que une ‘Diguem no’. La poesía abre todos los espacios musicales de la canción-protesta, donde emerge pionera la voz de Paco Ibáñez (con Alberti: “A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar”), autoexiliado en Francia y que sirve de inspiración al gallego Amancio Prada. En Cataluña, en torno a la poesía de Salvador Espriu, nace la Nova Cançó, con Pi de la Serra, Lluís Llach, autor de ‘La estaca’, Guillermina Motta, Marina Rossell, María del Mar Bonet, Ovidi Montllor, La Trinca, Jaume Sisa. Y un joven Joan Manuel Serrat que convierte en apoteosis de conciencia de rebeldía su concierto sobre Antonio Machado en Madrid.

En los barrios populares madrileños (Carabanchel, Pozo del Tío Raimundo, Vallecas) siempre hay voces de cantautores. Luis Pastor (“Por mucho que a algunos pese, los tiempos están cambiando… Agárrense que aquí vamos”), Chicho Sánchez Ferlosio, Pablo Guerrero, Elisa Serna, Patxi Andion, Rosa León, Luis Eduardo Aute, Bibiano. Está el colectivo singular de La Mandrágora con Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Sánchez; los grupos Voces Ceibes (Voces Libres), La Bullonera, Vainica Doble. Y en Andalucía, el poeta Juan de Loxa promueve Manifiesto Canción del Sur, en Granada, donde nace la voz de Carlos Cano.

La voz de los cantautores difunde por lugares de España versos prohibidos de Miguel Hernández, Rafael Alberti, García Lorca, León Felipe, Antonio Machado… No hay conciertos de cantautores sin la sintonía de un público que demanda libertad y amnistía. Y lo usual es que cada concierto termine en manifestaciones de protesta por las calles.

Almería, recluida en la periferia, en una esquina olvidada del país y bajo un control férreo del régimen, poco a poco empieza a despertar en el territorio juvenil estudiantil universitario. La Escuela Universitaria de Magisterio es el principal escenario cultural para los nuevos tiempos. Eran muy esperados recitales de los grandes cantautores del momento: Lluís Llach, Luis Pastor, Rosa León… Recital de cantautores frustrado el 6 de diciembre de 1975, con Franco ya desaparecido. Junto a Rosa León y Luis Pastor, la programación incluía a los cantautores almerienses Miguel Ángel Molina, Jimmy y Manuel del Arco. La censura no permitió la actuación de Rosa León y de Luis Pastor ni canciones de Bob Dylan en inglés. El recital al final fue suspendido. Rosa León cantó días después, el 12 de diciembre en Magisterio, ante mil quinientos jóvenes, en medio del entusiasmo cuando Rosa León interpretó “Al alba” de Luis Eduardo Aute.

Almería deja de ser poco a poco un territorio aislado. Un gran momento es el concierto de Aguaviva, Que cantan los poetas andaluces de ahora, en febrero de 1976, en el Colegio Stella Maris, entre los gritos: «Amnistía, unidad y libertad!»

El gobernador civil, Antonio Merino González, autorizó en febrero de 1976 el recital de Elisa Serna, con la advertencia de que no se permitirían disturbios, y a la que se unió la voz de Marina Rossell. Elisa Serna dedicó el recital “a los hijos de los vencidos”. En 1977, la Dirección General de Seguridad no autoriza a Lluis Llach

El cantautor almeriense Miguel Ángel Molina, vinculado a las Juventudes Comunistas, es la principal referencia de la canción protesta en Almería, junto a Francisco Martínez quien, lejos del sentir ideológico de Miguel Ángel, sin embargo se solidarizó con él cuando se le prohibió cantar en un recital programado en un Instituto. O cantaban los dos o ninguno. El primer recital de Miguel Ángel Molina fue en Chirivel, en 1971, con 16 años. Muy vinculado a la canción popular, fue el cantautor almeriense más prohibido. En Carmona, en 1976, tuvo que salir corriendo al terminar un concierto, al ser avisado de que la guardia civil iba a detenerlo.

La voz de los cantautores, casi siempre entre jóvenes estudiantes y jóvenes trabajadores, recorrió barrios y pueblos forjando la contestación y la toma de conciencia, desde las sensaciones y las emociones culturales, sociales y políticas al unísono, para esperar con entusiasmo el futuro libre y democrático que llegaba.

Miguel Ángel Blanco Martín
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