Begoña Callejón: «Los monstruos no solo existen en los cuentos infantiles»
Begoña Callejón (Almería, 1976), reside en la provincia de Granada. Es licenciada en Psicología, poeta, narradora, ensayista y autora de cuentos infantiles. Su obra ha sido traducida al griego, inglés, rumano, esloveno y sueco. Ha sido editora de Fin de Viaje Ediciones y ha impartido talleres literarios en distintas escuelas a lo largo de más de diez años, entre ellas la Escuela de Escritores de Madrid. Recibela Beca Millenium en 2010 para la creación artística en la residencia Alcalá del Jucar (Albacete). Recibe la beca literaria de la UNESCO en 2018 para Óbidos (Portugal).
Ha publicado los libros de poesía ‘Suicidio de libélulas’ (Celya, 2006), ‘Extraña claridad’ (Devenir, 2007), ‘Palabras para un cuerpo de ceniza’ con el 1º Premio Frances Bru 2007 (Ayuntamiento Canals, Valencia, 2007), ‘Las putas toman sushi’ (Alea Blanca, 2009), ‘Cenicienta en sangre’ (El Gaviero Ediciones, 2010), ‘Locos de altar’, junto a Leopoldo María Panero y Rubén Martín (Alea Blanca, 2010), ‘La camada feroz’ (Amargord, 2012), ‘Los pájaros dibujaban en mis ojos’ (Huerga y Fierro, 2012), ‘Cuando llegan las abejas’ (Diputación de Cádiz, 2012) y el relato ilustrado para adultos ‘Faula. La hora del vacío’ (Fin de Viaje, 2012). ‘El hospital de las muñecas’ (Vitruvio, 2015), ‘Horas hermosas para teñirlas de rojo’ (La Garúa, 2015), el libro híbrido ‘Hotel Útero’ (Esdrújula Ediciones, 2018) y el ensayo ‘Hijas de la melancolía. Mujeres que rompen su jaula’ (2018) y ‘El Robasábados’, libro infantil (2019).
En la modalidad de relato gana el 1º Premio Carmen de Burgos (Almería, 1998) y queda finalista en el certamen Ciutat d’Elx de microrrelatos (1998).
Sus poemas han aparecido en antologías como ‘La antología del beso’ (2009), ‘Nueva poesía y narrativa hispanoamericana del siglo XXI’ (2009), ‘Y para qué más poetas’ (2010), ‘Blanco Nuclear’ (2011), ‘Mujeres que aman a mujeres’ (2012), ‘Hijas del pájaro de fuego’ (2012), ‘Sangrantes’ (2013, Edición de Luna Miguel), ’25 poemas’ (Sigue leyendo, 2013), ‘(in)versa: 44 poetas españolas contemporáneas’ (2014), ‘Tribu versus Trilce’ (2017) y ‘Granada no se calla’ (2018).
Con ese bagaje a sus espaldas y una producción realmente prolífica a pesar de su juventud, Begoña se asoma hoy a nuestra sección en secretOlivo para contestar a nuestras preguntas del mismo modo con el que escribe: con la valentía y la fuerza que la caracterizan.
Javier Gilabert: Tu producción, a pesar de tu juventud, es abundante y variada. ¿En qué género literario te encuentras más cómoda? ¿Hay alguno otro en el que te gustaría probar?
Begoña Callejón: Hasta la fecha tengo trece libros publicados y a pesar de haber tocado distintos géneros, con el que me siento más cómoda y con el que realmente me identifico es con el de la poesía. La mayoría de los libros que he publicado son de poemas. También hay que decir que salvo el primero, que fue en verso libre, todos los demás los he escrito en prosa poética. Muchas veces me han preguntado si es más fácil escribir así pero yo pienso que no, conseguir cierto ritmo, por ejemplo, ya es complicado. Recuerdo que esto se lo comentaba a mis alumnos de poesía hace ya bastantes años.
Por ahora no me gustaría probar nada más, ya que aparte de la poesía, he escrito recientemente un libro de ensayo (‘Hijas de la melancolía’), uno híbrido (‘Hotel Útero’), uno de narrativa (‘Faula. La hora del vacío’) y a principios de 2019 saldrá el cuento infantil ‘El Robasábados’. Yo creo que por ahora es más que suficiente. Tengo que parar un poco. Poesía sí sigo escribiendo, eso es así, es algo fundamental en mi vida. No podría vivir sin hacerlo.
J.G.: Llevas escribiendo desde la adolescencia. ¿Cómo describirías tu evolución durante estos años? ¿Hacia dónde se encamina la escritura de Begoña Callejón?
Begoña Callejón: Como he comentado en la pregunta anterior, solo mi primer libro fue en verso; a partir de entonces, desde el 2007 hasta hace unos cuantos años, solo publiqué prosa poética. Pero, ¿qué pasó entonces? Que me apetecía probar cosas nuevas. Quería ver si era capaz de probar en otros géneros, como la narrativa o el ensayo, y parece que todo va saliendo bien.
Mi escritura se encamina hacia la poesía, vuelvo a ella, de hecho tengo algún que otro libro ya preparado para publicar.
Aun así, tengo que reconocer que el cambio más brusco para mí vino de la mano de la literatura infantil. Suelo ser una persona bastante cruda y descarnada en mis poemas y pienso que irme hacia algo así fue una experiencia fabulosa. El libro está dedicado a mi hija Ariadna, de seis años, y sé que de alguna manera ella me ha ayudado a que se vaya a materializar. Recuerdo que no pude evitar leerle el cuento, le expliqué que más tarde, cuando una ilustradora hiciese los dibujos, ya podría tenerlo en papel, y su cara fue de auténtico asombro. Me miraba cuando yo no la observaba y cuando yo la miraba desviaba la vista. Me dijo al final que le había gustado. Con eso ya tengo suficiente.
Fernando Jaén: En 2010, Leopoldo María Panero visitó Granada por primera y única vez. Sebensuí Sánchez acompañaba siempre al poeta y os eligieron a ti y a Rubén Martín como anfitriones. ¿Cómo recuerdas aquellos días? ¿Qué recuerdas de Panero, de su discurso sobre la locura? ¿De qué manera ha influido tu obra?
«Mis poemas suelen destacar por ser directos y tocar en muchas ocasiones temas un poco escabrosos»
Begoña Callejón: Recuerdo aquellos días como inolvidables. A veces los evoco y pienso que todo sucedió ayer, hace unos días. Panero también viene a mi memoria en muchas situaciones insólitas. Por ejemplo, cuando fuimos a recogerlo e íbamos con él en un taxi y vimos la plaza de toros, dijo: «¿Eso qué es? ¿La Alhambra?» Utilizaba todo el tiempo la ironía. Nos hacía dudar de su propia cordura. Pienso que le gustaba jugar con eso.
También evoco cuando estábamos en un almacén que tenía la editorial y se puso a recitar de forma improvisada una serie de versos que posteriormente son los que dieron vida a los poemas que aparecen en el libro de ‘Locos de altar’ (Alea Blanca, 2010).
Otro momento perdurable fue cuando fuimos a visitar la Huerta de San Vicente, la casa de veraneo de Federico García Lorca; llegó, se sentó en un sofá y dijo: «¿Y ahora qué tenéis que contarme?» Entre otras muchas preguntas. Siempre nos hacía reír, es lo que más me llamó la atención de aquella visita fugaz. Su capacidad, como he dicho, de bailar entre la locura y la cordura.
Su obra me ha influido de forma notable, previamente a esa visita yo la había leído prácticamente en su totalidad y esa fuerza desgarradora que presentaba en sus poemas, esa falta de pudor en muchos momentos, esa crudeza o esa libertad a la hora de expresar sus sentimientos las he traído hacia mí de alguna forma, mis poemas suelen destacar por ser directos y tocar en muchas ocasiones temas un poco escabrosos.
J.G.: Has disfrutado de varias becas relacionadas con la escritura, como la Milenium (Alcalá del Jucar) y recientemente la estancia en Óbidos de la mano de la Unesco. ¿Qué han aportado a tu carrera literaria estas experiencias?
Begoña Callejón: Han aportado básicamente escritura. En ambas estancias escribí un libro. Con la beca Milenium escribí el libro de poesía ‘La camada feroz’, uno de mis libros preferidos. En él cuento la historia de diferentes artistas alemanes. En esta estancia compartí muchas experiencias con algunas chicas que estaban allí dedicadas a la pintura. Yo era en aquel momento la única escritora. Recuerdo sobre todo a una chica argentina, Bea, con la que me iba a hacer senderismo. Fue un mes muy intenso.
Y con respecto a la estancia en Óbidos este año, tengo que decir que también fue muy productiva. Me levantaba cuando se comenzaba a oír a los gallos, me hacía un café y me ponía a escribir hasta la hora del almuerzo. Por las tardes era igual, aunque también era cuando aprovechaba para pasear y ver librerías. Posiblemente el libro que escribí allí sea publicado en el 2019. También recuerdo la cantidad de libros de poesía que leí. Me llevé casi la mitad de la maleta cargada de libros. Esta estancia también duró un mes, la diferencia es que yo tenía una casa para mi sola. Estuve muy a gusto.
Fueron experiencias diferentes pero ambas muy gratificantes ya que la escritura y la lectura estuvieron muy presentes todo el tiempo.
F.J.: Con Rubén Martín (‘Sistemas Inestables’, Bartleby 2015), fantástico poeta, te he visto realizando algunas perturbadoras lecturas poéticas. ¿Te sientes cómoda en este tipo de colaboraciones y de cercanía con el público?
Begoña Callejón: Recitar junto a Rubén Martín es todo un orgullo. Como muy bien señalas, es un poeta fabuloso. Pienso que es uno de los poetas jóvenes que tenemos actualmente que más promete; nos invita, o mejor dicho, nos somete a un estado de embriaguez sublime. En cada libro, en cada poema, trata de dar un giro diferente, nos azota con una sorpresa. Lo último que está haciendo es completamente desgarrador.
Hemos hecho algunos recitales conjuntamente en Efecto Club (Granada), en los que nos hemos visto acompañados por la música de Dal Verme o Primo Gabiano. Cuando se unen música y poesía es cierto que los resultados se pueden volver ‘perturbadores’. Solíamos recitar nuestra poesía y posteriormente terminábamos con poemas de otros poetas recitándolos de forma conjunta (Allen Ginsberg y su ‘Aullido’ por ejemplo). También recuerdo una noche que en lugar de ser dos fuimos tres, nos acompañó el fantástico poeta Raúl Quinto. Y también tengo que mencionar otro día que aparte de la música y la poesía participó con nosotros dos a través del baile la maravillosa Ana Rojo.
Respecto a estos recitales diferentes o fuera de la norma habitual, también tengo que mencionar a Estufa de Leña Contemporánea (A.L. Guillén, Rocío Lara, Rubén Martín y yo misma). Este proyecto multidisciplinar está acompañado de música, poesía y visuales.
J.G.: En varias de tus obras, se me vienen a la cabeza ‘Faula, la hora del vacío’, ‘Hotel Útero’, utilizas el dolor, tanto el físico como el psicológico, a la hora de escribir. ¿Hasta qué punto es el dolor fuente de inspiración?
Begoña Callejón: En mi caso tengo que reconocer que sí es fuente de inspiración, ya que siempre he escrito desde mis propios sentimientos. No quiero decir con esto que todos mis libros sean autobiográficos, pero muchos de ellos sí lo son.
Por otro lado tengo libros como ‘La camada feroz’, el cual ya he mencionado con anterioridad, que no tiene nada de autobiográfico. O por ejemplo el ensayo o el libro infantil.
Cuando me siento a escribir delante del ordenador suele ser porque tengo algo que contar. No tengo un ritmo continuo, me puedo pasar tiempo sin escribir pero cuando lo hago, tengo un impulso tan fuerte que no puedo parar.
F.J: ‘Hotel Útero’ (Esdrújula 2018) narra con una fuerza devastadora tus experiencias con la enfermedad y algunas largas hospitalizaciones por distintos motivos. Como médico, acostumbrado a vivir al otro lado, siempre he intentado estar atento a cada sonido de cada patología. ¿Por qué decidiste sacar a la luz estos episodios que generalmente se ocultan?, ¿Cómo crees que moldean tu personalidad y tu vida los distintos procesos físicos y mentales?
Begoña Callejón: Lo decidí porque quería sacar a la luz las enfermedades, tanto físicas como mentales, que muchas personas padecen y sobrellevan en silencio. Pienso que hay que visibilizarlas. Se podría decir que ‘Hotel Útero’ es una autobiografía donde se tocan diferentes temas: los trastornos de la alimentación (anorexia y bulimia), el trastorno bipolar (depresión y manía), las ataduras a las que me vi sometida por tener desviación de columna en la adolescencia o los accidentes de tráfico causados por el propio trastorno bipolar que antes he mencionado.
Supongo que sí es duro tomar esta decisión, de hecho tengo que reconocer que este libro estuvo varios meses en un cajón, cuando lo escribí pensé que era simplemente para mí pero un día me dije que se había acabado, que ese libro debía salir. Lo envié a la editorial granadina Esdrújula Ediciones y me contestaron rápidamente diciendo que les interesaba.
Es un libro bastante crudo, difícil, por eso introduje elementos de los cuentos clásicos para amortiguar esa fuerza que tenía el relato (Alicia en el País de las Maravillas, el conejo blanco, la Reina de Corazones, Rapunzel o Dorothy).
El libro comenzó a gestarse en la primavera del 2017 cuando me ingresaron para practicarme una histerectomía. Durante el proceso que estuve hospitalizada comencé a recordar todas estas épocas de mi vida y de ahí que el libro se dividiese en 21 estancias o recuerdos. También tengo que decir que el prólogo es de Luna Miguel, es impecable, como todo en lo que ella se vuelca, dos páginas intensas en las que consigue que te conmuevas.
F.J: En tu libro ‘Hijas de la melancolía. Mujeres que salen de su Jaula’, cuentas la historia de grandes artistas mujeres que eligieron, en su mayoría, el suicidio como un acto voluntario de concluir su vida. Virginia Woolf, Sylvia Plath, Violeta Parra… ¿Crees que este libro nos enseña algo de estos finales, o quizá lo que nos enseña es a comprender mejor su arte y su vida?
Begoña Callejón: Yo he tratado de que nos enseñe ambas cosas. Este es el primer ensayo que escribo. Aunque la mayoría de mis libros son de poesía y me considero poeta, tengo que decir que también he escrito dos de narrativa; pero nunca algo como esto.
Ante un suicidio siempre hay que posicionarse y de entre las mujeres que aparecen en este libro bastante de ellas eligieron este camino. Cada una por una razón diferente. Unas por desesperación e incluso otras porque ya padecían una enfermedad mental. Prefiero dejar que cada persona, al leer el libro, juzgue o piense sobre esta decisión. Yo simplemente lo que hago es plasmar sus vidas, darles un sentido.
Como muy bien dices, a su vez podemos entender mejor su arte y su vida, pienso que no podemos separar una cosa de la otra. He oído muchas veces el comentario de «si no se hubiesen suicidado ¿qué hubiese sido de sus vidas?» Yo lo que suelo hacer ante estas preguntas es contestar con otra pregunta: «¿Tú qué es lo que piensas?»
Este ensayo arroja luz sobre once mujeres artistas que sin duda experimentaron la melancolía profunda. En muchas ocasiones la única forma de que cobrase sentido su dolor era a través del arte. Se aspira simplemente a abrir un nuevo sendero entre las tinieblas, un camino que nos permita conocer un poco más la locura. Aparecen: Anne Sexton, Diane Arbus, Camille Claudel, Alejandra Pizarnik, Virginia Woolf, Marga Gil Roësset, Karoline Von Günderrode, Marina Tsvietáieva, Violeta Parra, Sibilla Aleramo y Sylvia Plath.
«Cuando no queremos mirar hacia algo que nos angustia solo conseguimos que se acreciente y que se repita con más frecuencia»
F.J: Estás preparando un libro infantil, que nos invita a conocer a los monstruos. ¿Cómo se conoce a un monstruo? ¿De qué manera se puede aprender a luchar contra nuestros miedos más íntimos?
Begoña Callejón: Los monstruos no solo existen en los cuentos infantiles. Deberíamos preguntarnos: ¿qué es un monstruo? Para mí un monstruo representaría la visión distorsionada; es decir, en ‘El Robasábados’ aparece un monstruo en un pequeño pueblo y se come los sábados del calendario, dejando a los niños sin la diversión de su día preferido; pero más tarde el protagonista descubre que simplemente se trata de un ser grande, peludo y azul que se siente triste.
Esto quizá nos lleve a pensar que los monstruos no existen como tales. Los miedos, la tristeza, la desesperanza, la angustia o cualquier otro sentimiento de este tipo puede llevarnos a que los demás no nos entiendan e incluso a que nos vean deformados, como ya he dicho anteriormente. ‘El Robasábados’ actuaba por frustración básicamente.
Pienso que la mejor manera de luchar contra nuestros sentimientos más íntimos es mirándolos a la cara, de esta forma desaparecerán. El miedo siempre se mantiene porque desviamos la vista, cuando no queremos mirar hacia algo que nos angustia solo conseguimos que se acreciente y que se repita con más frecuencia.
J.G.: En la Escuela de Escritores de Madrid impartiste un curso sobre creación de personajes en cuyo planteamiento sin duda tu formación como psicóloga tuvo un peso determinante. ¿Nos darías unos ‘consejos básicos’ para la creación de un personaje?
Begoña Callejón: Cuando estudiábamos al personaje, no lo veíamos simplemente como una creación de personaje, es decir, le dábamos un matiz psicológico que muchas veces, cuando se está aprendiendo a escribir o se está entrenando para mejorar, pasa desapercibido. Cuando hablamos de los personajes no nos debe bastar con ‘mostrar’ algo al lector hay que dejar ‘ver’. Un personaje tiene que mostrarse en su totalidad, tenemos que ‘visualizarlo’.
Nos dedicábamos a investigar los miedos, la otredad, los personajes tristes y eufóricos, la ansiedad, los agresores y las víctimas, la sexualidad, los sueños, la muerte, lo visible o invisible e incluso los personajes psicópatas. Había un poco de todo.
Uno consejo básico sería saber cómo dividir al personaje. Yo lo hacía en tres puntos esenciales. Tres puntos que siempre o casi siempre debían aparecer en el relato.
Nivel cognitivo: recurrir a un recuerdo en mitad de la historia que nos ayude a entender al personaje o un diálogo interno que nos lleve a tener algunas conclusiones de cuáles son sus pensamientos y sentimientos.
Nivel fisiológico: sus reacciones fisiológicas. Ejemplo: insinuar que le sudan las manos en vez de decir que está nervioso.
Nivel conductual: la conducta o acción que manifiesta o realiza dicho personaje.
F.J.: Ahora que has desarrollado tu faceta docente ¿nos invitas a participar en tus talleres de escritura creativa en la sin par librería Ubú?
Begoña Callejón: Desde luego que estáis invitados a formar parte de este grupo que se ha creado en septiembre. Nos vemos los sábados por la tarde y hacemos debates, ejercicios, leemos algunos textos y vemos algo de teoría. Esta actividad durará de septiembre a diciembre, nos vemos tres sábados al mes y la verdad es que creo que nos estamos aportando muchas cosas nuevas mutuamente. El curso que estoy impartiendo actualmente en Ubú es de Autobiografía y está formado por 12 temas: Cómo superar las resistencias, inicio-nudo-desenlace, géneros literarios, narradores, el diario íntimo, la experiencia vivida y el tono narrativo, agudizar los sentidos, los recuerdos y la memoria, el monólogo interior y las cartas, los sueños, el retrato y el autorretrato, el viaje interior.
Los cursos de escritura creativa son interesantes, no ya por el material que se le proporciona al alumno, sino por la relación que se forma entre ellos. Hacer distintos tipos de ejercicios en clase ayuda a romper las barreras que pueden aparecer cuando nos ponemos a escribir; además, les ayuda a adquirir un ritmo en su escritura.
J.G.: Momento ‘Carta Blanca’. Finaliza esta entre2vista como te apetezca.
Begoña Callejón: Me gustaría hacerlo con una frase de Hölderlin que llevo tatuada: “Pero donde hay peligro, crece lo que nos salva”.
POEMAS
DEBAJO DE MI VOZ
FOTOGRAFÍA Nº 1.
El pájaro muere en cada desplazamiento igual que la LUZ. Cuando decide tomar tierra y cae, las plumas se desprenden de su cuerpo de forma simétrica. Plumas, plumas y más plumas. Sus huesecillos desaparecen con pudor. Sus patas, corruptas, rancias, podridas, hacen que lo sublime muera como en el último trazo de un dibujo infantil. La LUZ, nuevamente reaparece para atravesar su cuerpo de golpes secos. Mayor profundidad de campo. Alas rotas.
FOTOGRAFÍA Nº 2.
Somos los restos de la mugre. Seres desorientados. “Mamá, tu pequeña hija está sangrando. ¿No lo ves? También tiene vergüenza. También llora por lo perdido, por la chiquilla que tenía infectada el alma”. Nada aparece en movimiento. Las moscas rodean a la carne. La atrapan en un círculo. “¿No ves mi sangre?” La luz del diafragma ha cambiado. Un miedo estéril. Negro. Tal vez violeta. Mi voz habla, habla del autocanibalismo. De la sangre que rodea mis brazos en un ataque de pánico.
FOTOGRAFÍA Nº 3.
ella – es – más – hermosa – que – las – demás – y – lo – admites. El obturador permanece abierto muy poco tiempo dejando pasar menos luz. Reduces-el-movimiento. Todos tenemos una historia, dices, pero solo-la-quieres-a-ella. Delante de la cámara. Detrás. En el agujero azul donde surgen los bosques de chatarra biológica.
FOTOGRAFÍA Nº 4.
Recuerdo aquella vez que desperté y no estabas allí. Recuerdo aquella vez que me encontraste cubierta de sangre. La fotografía bicolor. Recuerdo aquella vez que me sentí tan vacía que decidí que debía romper las cosas más bonitas. El poema habla. Se comunica. Recuerdo aquella vez que aprendí que no hay segundas oportunidades. Todo está muerto, destruido, cuando la casa arde en llamas. La Luz. Recuerdo aquella vez que TÚ, No, no recuerdo aquella vez que TÚ, recuerdo aquella vez que YO, aquella vez que ya no recuerdo. No recuerdo nada y eso está bien. Está bien no recordar. No recordar.
Y te llevaré con mis hermanas (inédito)
PÁJAROS QUE DANZAN EN MI LENGUA
I hurt myself today
to see if I still feel
I focus on the pain
the only thing that´s real
(‘Hurt’. Nine Inch Nails)
Un día me dieron de comer porque pensaron que así me dejaría acariciar.
Otro, me lavaron porque pensaron que debía estar cerca de Dios.
Pero seguí sucia, con los ojos hinchados.
Cuando llegó el tercer día en la casa de los locos:
creí con firmeza en la pureza del silencio.
Desde entonces no hubo nada más, solo emitía pequeños gruñidos.
(Los pájaros de mi lengua estaban a punto de morir).
Quizá aún no te hayas dado cuenta pero a veces: LLORO HACIA ADENTRO.
La trampa biológica me ofrece ráfagas de un final feliz. Mi mano entre los muslos.
Todo se confunde. Todo se disocia.
Todo se pierde cuando se irradia demasiada LUZ.
No volveré a dormir.
He jurado que no volveré a hacerlo.
Pero entonces vuelvo sobre mis pasos y me encuentro con unos ojos distintos de los del espejo.
Proyecto el cuerpo hacia el mismo punto.
Un péndulo me sostiene.
La nausea. El goteo de la mente. Una imagen que escapa. Que se ahoga.
Y llega la madrugada. Pequeños hilos me atan a un monstruo que parece despertar. Una tiza azul marca la línea de salida. Una tumba en el jardín. Ya sabes de lo que hablo: babas derramándose.
Lenguas recorriendo cráneos. Crisálidas de leve balanceo.
Vi el infierno en las muecas de la locura y me dijeron:
Así, con un breve corte, la última esperanza caerá como una cabeza guillotinada.
Un niño me apunta con un rifle. No sale en la foto. En la foto solo salgo yo. Mis movimientos son involuntarios. Mis lágrimas se convierten en carmín. La soledad me permite por fin arrancarme las alas. No soy un pájaro. No soy un maldito pájaro. No me volveré a mover. JURO QUE NO ME VOLVERÉ A MOVER.
Y te llevaré con mis hermanas (inédito)
ESTÁIS MUERTOS, ESTÁIS EN EL ESPEJO
El reflejo hace tintinear las hojas del otoño. Estáis muertos. Estáis muertos porque acariciáis a la muerte en el espejo. Vuestras falanges se agarran a sus cabellos como si se tratase de campanas fúnebres. Estáis muertos. Fingís que respiráis, que vuestros ojos aún pueden derramar lágrimas. La vida es un mundo quimérico, pretérito. Estáis muertos porque la herida ya no duele, sí la cicatriz. Estáis cantando de nuevo, puedo escucharlo, la moral del canto son las bocas de los mudos. El lenguaje no instaura, intuye. Siento nostalgia del instante en el que no descubro, del instante en el que no toco, del instante en el que destruyo con una vara las flores rojas. Estáis muertos porque caminasteis por los prados en soledad, porque les dijisteis que las amabais cuando no las amabais. ¿Cómo habéis muerto? ¿Quiénes erais? Estoy delante de los monstruos tristes de pequeña corona. He devuelto los catres de hielo a la irrealidad. He devuelto la gota al MAR. Fracaso. Fracaso. Fracaso. He pintado de azul el tejado de la casa de plástico. Los muertos dicen: «Pensar es resistir». Las alas de un colibrí están clavadas al escritorio de las efemérides. Miré al reno de la nieve y sentí tristeza. Estáis muertos porque todo puede ser un sueño, ahí es donde está su mayor ventaja. Y entonces hablasteis de la libertad, hablasteis de dios. Tiráis los dados: la pobreza ha vuelto a perder la partida. Tocáis el dolor mientras presionáis las fichas contra el tablero. Estáis muertos porque os miráis al espejo y veis vuestro reflejo. Estáis muertos porque las escaleras se han vuelto una cascada. Es febrero todavía y ya parece inútil llorar por Darwin. Mi niña, mi finita amante, no rebases mi tamaño, tengo a cristo en la cabeza. Vosotros, los que decís que estáis muertos tenéis un nombre griego, un momento de confesión. La experiencia necesita apegos, ¿cómo definir la muerte? A veces agua, a veces fuego, a veces literatura.
Antología ‘Tribu versus Trilce’. Karima Editora (2017)
ANTROPOFAGIA O LA VIRTUD DE LA CRUELDAD
Cuenta la historia que los caribes atacaban a los arawak para conseguir botines y de paso capturaban a los niños a los cuales castraban y criaban para comérselos.
He visto a través de mis ojos cerrados su sangre espesa en mi boca. «No te comas a los bebés» me gritas desde la otra habitación. «No lo hago» digo entre lágrimas. Todo es un mal sueño. Nos hemos convertido en viejos. Así, de repente. Los labios no comprenden este lenguaje sin palabras. Los latidos de nuestros corazones se preguntan cuándo moriremos. Todo lo que comamos echará raíces en nuestros estómagos. No podemos marchitarnos aún. El hospital vela por los no nacidos. Por los muertos. Es la isla del padecimiento. La llanura del pesimismo. Flotamos en la charca de nuestros semejantes.
Canibalismo no humano:
Ejemplo número 1: los insectos se comen a sus crías ante la escasez.
Ejemplo número 2: los arácnidos hembras se comen al macho.
El pájaro te enseñará como seducir a los ciervos. A comerte su carne.
La araña teje mientras el macho ya ha sido devorado.
Has pesado en una báscula mis pies sin dedos. «¿Cuánto pesan?». La balanza se rompe. Lanzas una metáfora hacia la ventana como si se tratase de un bumerán. Te comes los cristales y los roedores salen en tu búsqueda.
Autocanibalismo:
un intento de reducir la ansiedad y la tensión interna.
Liberarse de manera temporal del auto-rechazo o sufrimiento emocional.
No eres un guaraní para trascender los límites de la existencia y acceder a la Tierra sin mal. Tampoco la hemoglobina humana en los vasos de cerámica de la cultura anasazi. No. No. No lo eres. Te muerdes el brazo cada vez que tu padre te pega. Las gotas de sangre comienzan a resbalarse hasta llegar a la cama. Todas las tardes, cuando te quedas sola, estrangulas espejos. Lees el futuro en los ojos de los vagabundos. Tus lágrimas ácidas se esparcen como perlas hasta llegar al centro del abismo. No conoces el averno pero el diablo aviva tu odio.
La ató para que no condujese ebria. «¿Ya estaba muerta?» «¿Qué hacer con el cuerpo?» David Viens, chef de profesión, cocinó el cuerpo a fuego lento y se lo comió.
Ten cuidado si descansas debajo de un puente: pueden devorar tu cara. Y ya no volverá a ser la misma. Ten cuidado si consumes sales de baño: la Droga Zombi acabará contigo antes de lo que piensas. Moscas en las sábanas. No me vacíes el vientre. No me arranques la piel. El follaje del bosque te ha reconocido. «¿Para que te quieran tienes que ser cruel?» Tal vez. «¿O prefieres ser un animal doméstico?» Me preguntas. Olvídalo. Vende rápido tu alma ya que tus pisadas se dirigen sin dejar huella hacia los sonidos de la muerte.
Manos atadas.
El corazón confundido.
El ojo oscila en la noche.
#Alimentos#A fuego lento#Misterio#Sudores fríos #Leyendas#Canibalismo
Y te llevaré con mis hermanas (inédito)
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