Hay que leer a Shakespeare
Hay que leer a Shakespeare (para no llevarnos sorpresas). Una breve reflexión después de escuchar a Carolina Bescansa.
El partido gobernante permite la estúpida agonía de un cargo político que se resiste a tener un mínimo de dignidad (y estética). El partido que ha gobernado finge (¡es la Feria de Sevilla!) una inexistente coherencia de intereses entre sus líderes (con recurrentes sonrisas y más sonrisas). El partido emergente (cada vez menos), que iba directo a asaltar los cielos, se ve inmerso en la más antigua y cainita forma de hacer política. El otro partido que también se denomina emergente celebra día tras día lo que las encuestas (siempre muy cocinadas) le susurran o vociferan. Y espera.
Ya estamos en plena campaña electoral (¡un año antes!). Filtraciones, mentiras, engaños, traiciones y trampas entre los propios (los adversarios ajenos son menos peligrosos). Los que están (por ahora) tienen la mano siempre dispuesta para apretar el gatillo. Los que aspiran a estar (y se sienten elegidos) no descansarán hasta ser los elegidos. Dirán todos que luchan por causas (ocultando, también todos, que ellos mismos son su «causa»). Los más «modernos» dicen leer a Poulantzas o Laclau y, aunque leer no está mal, lo que les vendría mejor es leer un poco a Shakesperare. Él describió excepcionalmente al poder y a la ambición de poder (sálvese quien pueda y quiera, que no siempre coinciden).
«De repente la Fortuna, obediente a la solubilidad de sus caprichos, precipita al suelo a su reciente preferido; entonces todos sus secuaces, que se esforzaban en alcanzarla, incluso trepando con las manos y las rodillas, le dejan despeñarse abajo, sin que uno sólo le acompañe en su caída» (Timón de Atenas- Acto I)
«Las cosas más dulces se vuelven las más agrias por el contagio de sus acciones; los lirios podridos son más fétidos que las peores hierbas» (Soneto XCIV)
«Es cosa sabida que la humildad es una escala de la ambición, a la que vuelve el rostro el trepador; pero una vez en el peldaño más alto, da entonces la espalda a la escala, tiende la vista a las nubes y desdeña los humildes escalones que le encumbraron» (Julio Cesar-Acto II).
Hay que leer a Shakespeare antes de que nos pille de lleno la campaña electoral.
También te puede interesar...
- Shibboleth - abril, 2021
- Sorprenderse es síntoma de estar atento - enero, 2019
- El vértigo que produce el matiz - noviembre, 2018
