Complementos circunstanciales de Gema Estudillo
Gema Estudillo (Barbate, 1972) debuta en el panorama literario con Complementos circunstanciales, un poemario editado por Tigres de papel en el que la autora, licenciada en Filosofía y Letras y profesora de Lengua y literatura, juega con los complementos circunstanciales como parte intrínseca de la vida dividiendo el libro en cuatro partes que se corresponden a su vez que fases de la persona: “de tiempo”, “de olvido”, “de dolor” y “de vida”. Con esta premisa y ya de entrada la poeta abre su propio mundo para sumergirse de lleno en el nuestro.
En la primera de las partes, “de tiempo”, la lectura se inicia con la figura del padre como marca del inexorable paso del tiempo, desde las lejanas imágenes de la niñez (vuelves a la oscuridad / al brillo de la niñez / y a las risas) hasta las arrugas como símbolo de la vejez (se lo has dicho / y una arruga nueva / ha aparecido en tu frente), los premonitorios cantos del vencejo (y en la noche has escuchado / el canto del vencejo) y la reivindicación de saber que aún hay tiempo para todo (fuera / la luz alborea / ladra el perro / pero aún hay tiempo.).
Hay en este paso, en esta circunstancia de tiempo, un anhelo de regreso, la nostalgia de un tiempo pasado no con añoranza sino con plena consciencia de un lugar feliz (regresar al barro / a la miga de pan caliente / a la tierra arada bien temprano / regresar al vientre / alimentado por la sangre / y ser semilla latente). En “Thürmchenswall” la poeta afirma: la vida era liviana / y se podía vivir en ella / casi sin tocarla. Sin embargo es revelador el poema que cierra esta parte, “Universo” en el que a pesar de esa nostalgia del tiempo pasado la voz poética reafirma el verdadero sentido de su ser presente, una magnífica composición en la que Gema Estudillo habla a todas las voces del pasado para sentenciar que ese que veis repetido en su forma / y liviano en su materia / es / en realidad / la medida exacta de todas las cosas.

complementos circunstanciales gema estudillo
La segunda parte corresponde a la circunstancia “de olvido”. A pesar de su título los poemas reflejados en ella son un canto al poder de la memoria. Y es que no es verdad que el ser humano olvide sino es por el efecto degenerativo de una enfermedad. Hay en “de olvido” una convivencia con aquello que se pierde y se mantiene de alguna forma en nosotros. Para Gema Estudillo, “hay un camino recto / inevitable / que conduce al abismo”, versos en los que es inevitable recordar al Lorca neoyorquino afirmando “He visto que las cosas cuando buscan su curso encuentran su vacío”.
El tercer complemento circunstancial corresponde al dolor. “de dolor” se inicia con tres versos lapidarios, de esos que taladran el alma como un bosque, en un nuevo poema dedicado al padre: “si nos duele ya la cavidad futura / supuesta / que dejará tu cuerpo”. El dolor aquí, igual que la memoria antes, aparece como un ejercicio de convivencia, un mal inevitable: “el dolor queda siempre dentro / a oscura / pegado a las entrañas / royendo la vida que nace ya vieja”. En el poema que cierra esta parte, “lluvia”, hay un canto de esperanza “sortear los charcos / ofreciendo mi cuerpo / sin que nada me engulla”. Antes Gema Estudillo declaraba que “andar a pecho descubierto / sin que las manos sirvan de coraza / es todo un riesgo / equivale a atravesar descalzo un campo de minas”. No es, pues, la vida un lugar seguro para quien la vive de forma intensa, parece un juego de equilibrio en el que sobrevivir consiste en acumular los menos daños posibles, esquivando los sucesivos riesgos.
Y de esa forma comienza también la última parte, “de vida”, en el que con un breve poema la poeta recuerda que las heridas siempre sangran aunque tendamos a taparlas: “despegó el verso de la herida / y como un deshielo / vio salir la sangre a borbotones / ahora vaga indolente / su cadáver por la orilla”. Aunque es también este poema un juego con la función humana que hace de la poesía una forma de interpretar y entender la vida. El proceso creativo del poema nace de un momento de interiorización, el verso acude a las heridas, las enfrenta y sangra por nosotros, nos enfrenta cara a cara con el dolor.
Frente al tiempo, frente al olvido, frente al dolor, esta última circunstancia de vida se reivindica por sí misma. El poema “Amor” constituye una analogía frente al Olmo seco de Antonio Machado. Este poema, también dedicado a un árbol seco, está lleno de esperanza. Un tronco seco también es germen de vida, no es sólo melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta, sino que en él “a ratos florece / lo invade el musgo / el jaramago / y la escarcha / (…) cuando siente el regalo de los días”.
Complementos circunstanciales es un debut, pero un debut de una poeta, Gema Estudillo, curtida en la propia tradición, lectora y estudiosa del verso, en el que la vida florece como un proceso consciente en el que el dolor por la ausencia o el paso del tiempo forman parte de las reglas de un juego que aceptamos jugar con agrado, el bendito regalo de la vida y la poesía como forma de reivindicarla con toda su gama de tonalidades.
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