La reivindicación de la metáfora y el lirismo
Razón de las islas, de Pedro Sánchez Sanz. Ed. Anantes, 2017.
Por Paco Ramos
Hay libros cuya apuesta estética se hace profundamente necesaria desde su misma concepción. Razón de las islas, de Pedro Sánchez Sanz, (Sevilla, 1970), propone una lectura donde la metáfora y el lirismo se reivindican por sí solos como elementos fundamentales e inexorables de la poesía.
Dividido en dos partes, ‘Reino’ y ‘Razón de las islas’, la isla funciona como un universo conceptual en el que cada elemento, animales, árboles, cielos, mar… forman parte de un cosmos en cuya metáfora el poeta explora los recovecos del alma humana. En el final de cada composición surge el remate que redondea el poema: “Es el amor segunda piel que nace callando”, dice Pedro Sánchez Sanz en ‘Sierpe’. “Los gestos, las palabras, el futuro, / volarán en levedad de pavesas”, en ‘Llamas’. O “Quizás imagino un paraíso inexistente / que me necesita para ser sueño.”
En esta primera parte, la poesía surge de la contemplación y muere de la misma manera que nace, a través de un árbol que en el primer poema muestra a un niño, símbolo de juventud y nacimiento mientras que en el último, ‘Tala’, la imagen muestra al árbol abatido pero a la vez como generador de vida de su propia savia.
En la segunda parte, homónima al título del poemario, se produce una evolución desde una poesía contemplativa a una poesía narrativa, como dice Daniel García Florindo en el prólogo, en la que el hombre no solo forma parte de ella sino que es la isla de cuyos elementos se sirve para trasladarnos un mensaje que se muestra con toda su crudeza:
“La bestia acecha la brisa, se lame
las heridas, ruge clamando sexo,
atisba el perfil que inicia la huida,
va, mata y sobrevive.
______Vivir es el verdadero poder”.
En esta segunda parte se mantiene la constante metafórica de los animales y elementos naturales. Pedro Sánchez Sanz, licenciado en filología inglesa, sigue la tradición de la poesía británica de Ted Hughes, a quien sus críticos amenazaban con quedarse algún día sin animales que sustentaran el peso de sus metáforas, hecho que nunca llegó a ocurrir como tampoco ocurre en el cosmos poético del autor de Razón de las islas, apoyado también en una fuerza expresiva de la naturaleza que recuerda a la mejor tradición de la poesía japonesa en donde el haiku abre las puertas del alma humana a través de los elementos naturales.
La musicalidad contenida de Razón de las islas, en conjunto con su lirismo y con el valor de libertad interpretativa de una metáfora que actúa sobre poemas completos y sobre el propio libro, hacen del verso libre de Pedro Sánchez Sanz una obra poética de alta ejecución tan necesaria en un tiempo en el que la poesía parece rebelarse contra sus propios preceptos.
RAZÓN DE LAS ISLAS
Como animal antiguo permanecen,
esperando el regreso del huido.
Forman un alfabeto
sobre las aguas, un lenguaje arcano
de voces primigenias.
Cerrar los ojos y ver sólo el mar,
parpadear y comenzar de cero
acariciando la espuma inocente
que mide sus orillas.
Fueron calladas y pacientes,
puertos donde arribar desnudos.
Serán, andado el tiempo,
amantes generosas de cálido regazo
donde acunar la yerma incertidumbre.
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