Malditos

Elina Chauvet: arte contra el feminicidio

Elina Chauvet: arte contra el feminicidio.

Su obra, Zapatos Rojos, fue expuesta por primera vez en Ciudad Juárez, en 2009. Los zapatos implican ausencia; el color rojo, las consecuencias de la violencia. Pares y pares -modelos y propietarias diferentes- se colocan en el espacio público: la construcción simbólica permite una indagación en las relaciones de poder, la agresión, el silencio. Triunfa la denuncia a través de la canalización pública del dolor.

¿Cuál fue el detonante que propició el surgimiento de la iniciativa? ¿Qué hecho le removió tanto como para denunciar de una manera tan clara y visual?

Un hecho familiar marcó el rumbo que tomaría mi obra, ésta sólo fue evolucionando con los años y pasó de la pintura y la galería a la calle y la tridimensionalidad, cada vez se hizo más social más pública.

Mi hermana fue víctima mortal de violencia doméstica, éste es el motor que impulsa mi obra en general. Zapatos Rojos parte del amor y se despliega en la colectividad social. Cd. Juárez, desde mi punto de vista, es uno de los ejemplos de violencia extrema en contra de las mujeres y fue el detonante para crear una obra que visibilizara la terrible realidad con la que me encontré en 2009 cuando ya no se hablaba en los medios de los asesinatos y todos los hechos que habían conmocionado al mundo y que inició en 1993.

Recomiendo esta nota de La Jornada: Diana Washington Valdez es una periodista e investigadora muy importante en el caso Cd. Juárez.

Los asesinatos nunca se han detenido cumpliendo ya 22 años de feminicidios ininterrumpidos. Y, como dice en la nota de La Jornada, la forma de deshacerse de los cuerpos ahora es distinta,
ahora sólo desaparecen.

Elina Chauvet

Elina Chauvet

¿Por qué el protagonismo lo tienen los zapatos y no otro elemento?

Al diseñar la obra quería un elemento con ciertos atributos y encontré en los zapatos el elemento ideal para hablar de la ausencia, para conectar una red de solidaridad por medio de la donación. También porque son un objeto común así podía hablar del mismo tema con culturas y lenguajes diferentes y con un mismo significado.

¿Deben de ser pintados a propósito?

Sí, la acción de pintar invita a la reflexión y la interacción, es una actividad atrayente y pueden participar todo tipo de personas: solas o en colectivo.

¿Los zapatos representan a las mujeres que trabajan en red sororal, a las mujeres asesinadas, a las que sufren violencia psicológica o a las que padecen las consecuencias del techo de cristal?

Los zapatos visualizan las ausencias. También son un reflejo de la preocupación y participación social del lugar en donde se replica. La obra invita a la solidaridad para con las víctimas de todo tipo de violencia de género y a la lucha en común para buscar hacer un cambio social.

En la esencia de su creación, ¿está que la obra se replique?

Sí, el proceso de recolección y pintado es una parte muy importante de la obra en sí misma. La presentación final, o sea, la instalación, es el resultado visual.

¿Cómo comenzó ese movimiento que reproduce su obra?

Cuando terminé con una serie de instalaciones en México y realicé la primera en Estados Unidos, en el exterior del Consulado Mexicano, en El Paso Texas, la cual tuvo una repercusión internacional y fui solicitada en Milán por una joven curadora de arte -Francesca Guerisoli-. A partir de la instalación que ella realizó, la obra se viralizó en Italia, llegando a convertirse en un movimiento social, y Zapatos Rojos, en un símbolo en contra de la violencia a las mujeres. Al mismo tiempo la obra se difundió en varios países de Sudamérica.

¿Cuáles son las dimensiones del problema de la violencia de género en México y, en especial, en Ciudad Juárez? Explíquelo, si es posible, para un europeo que nunca haya viajado allá y ni lo imagine.

Es obviamente muy grande y está presente en la vida de la gran mayoría de las mujeres mexicanas, en todos los ámbitos. Sin embargo, es una violencia que, debido a la educación paternalista y machista existente, es y ha sido aceptada socialmente. Hay un despertar de las mujeres que están reaccionando y rechazando la violencia como una forma aceptable de vida: cada vez hay más activistas y mujeres empoderadas luchando para lograr cambiar esta situación. Falta mucha educación y colaboración de los gobiernos, regidos por hombres en su mayoría, que quieren sostener un poder hegemónico sobre las mujeres.

La situación en Ciudad Juárez desgraciadamente se ha extendido a otros Estados del país. La impunidad preponderante y la ausencia de voluntad de los gobiernos por atender el problema de las desapariciones y feminicidios ha permitido que este fenómeno crezca y actualmente hay miles de mujeres desaparecidas a lo largo y ancho del país, en su mayoría presumiblemente victimas de trata, negocio alterno de los cárteles de la droga.

Desafortunadamente, cada hombre que paga por estas jóvenes está contribuyendo a su explotación y está condenando a más mujeres, en su mayoría muy jóvenes, a que sean secuestradas y explotadas hasta morir.

¿Cuán presente está esa violencia presente en la vida de las mujeres desde que son niñas?

No sé. No creo que podría generalizar.

¿Le han donado zapatos los familiares de las asesinadas en Ciudad Juárez?

Sí.

¿Cuál ha sido el momento que más se le haya clavado en el corazón en todo este tiempo?

Encontrarme con Norma Andrade, madre activista, herida en dos ocasiones en un intento de callar su reclamo de justicia para su hija asesinada.

¿Qué emoción siente ante la palabra ‘feminicidio’?

Infinita tristeza.

¿Cuánto de mexicano hay en su obra?

¡Todo!

¿Por qué considera que tiene tantos elementos que permiten a mujeres de otras partes del mundo sentirse identificadas y trabajar por replicarla?

Porque el lenguaje femenino es universal y nos une la violencia que sufrimos, ya que esta está presente en todas las culturas en mayor o menor porcentaje.

¿Qué siente cuando contempla su obra en plazas de otros países?

Son sentimientos encontrados, siempre deambulo en ellos. Felicidad, por saber que más personas crean conciencia, y tristeza, porque me doy cuenta de cuántas mujeres mueren en el mundo por la violencia machista y de que la situación en todos los países es la misma que en México: la desatención de los gobiernos es muy grande.

En mi ciudad, la Córdoba española, mil pares rojos inundaron la principal plaza…

Escalofríos.

¿Cuál ha sido la acogida a su arte en su propia ciudad? Por parte de las autoridades, por parte de los asesinos, por parte de los hombres…

A mí me costó en mi ciudad trabajar en campaña durante dos años para reunir 300 pares de zapatos. Esto refleja el grado de indiferencia social en ese momento, lo hice después de la primer instalación en Ciudad Juárez [2010 y 2011].

Actualmente se está trabajando para una réplica organizada por la Asociación de Egresados de la Especializacion de Estudios de Género en Educacion de UPES Mazatlán con la colaboración de la Universidad de Occidente, Universidad Autónoma de Sinaloa y otras Asociaciones y Universidades, lo cual refleja el avance que ha tenido el tema socialmente.

¿En algún lugar su obra ha sido censurada?

No, en ningún lugar.

¿Qué significa para usted Zapatos Rojos?

Es un proyecto muy importante, tanto personal como profesionalmente.

¿Cree que algún día dejará de ser necesaria porque desaparezca la violencia contra las mujeres?

Nada me gustaría más que Zapatos Rojos dejara de replicarse porque la violencia se erradicó del planeta. Sin embargo, sé perfectamente, y siempre lo he dicho, que el arte obedece al tiempo en que se vive, es un reflejo.
Creo que Zapatos Rojos y otras obras de otras artistas son una invitación que sugieren, plantean y confrontan a la sociedad con una problemática durante mucho tiempo considerada tabú; un cambio de pensamiento y de conducta social es posible, pero llevara varias generaciones lograrlo. Estamos viviendo un momento de cambio social indudablemente.

Muchas gracias por tu lucha, sumándolas todas, lograremos este cambio en el cual debemos creer con determinación.

Mercedes Domenech
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