Reflexión anarcoplanetaria: ZONA TEMPORALMENTE AUTONOMA (TAZ)
Hablar de un nuevo disco de Los Planetas, cuyo prólogo son: Espíritu olímpico y su portada con matices anarquistas e Islamabad, editada junto a Ready pa morir de Yung Beef, a la que no solo homenajea vinculando ambas contraculturas musicales, es sumergirse en la ilusión de la espera, en lo que nos deparará esta nueva aventura.
Hoy la ilusión se ha transformado en hedonismo místico. “Er genio der Fargue” ha realizado una ardua y magistral labor para que lo musical, lo espiritual, lo popular y el lenguaje se aúnen armónicamente en una aureola místicoanarquista. Lo divino -sufismo- se entremezcla, sin dogmas, con un discurso anarquista repleto de plasticidad; la sabiduría popular se funde en dulces, pero intensos sonidos psicodélicos, el Amor se convierte en átomos agridulces que rebozan pop.
Cada canción nos evoca una visualización cuasi onírica, de otra tierra, otra época, otra cultura, otros sonidos, rescatando zonas temporalmente autónomas (TAZ) que pueden aspirar a ser permanentes (PAZ), basadas en la deliciosa invisibilidad, tan traicionada hoy día.
Cada canción nos invita a descubrir, a tirar del hilo de la memoria histórica, de la ideología social y del dicho popular con tintes amorosos. Cada canción nos provoca la segregación de sustancias cerebrales -la serotonina se dispara- y escucharlas se convierte en un ritual silenciosamente adictivo.
Desgranar con detalle las canciones que lo componen sería un atentado a la libertad anárquica que abandera su autor en el plano artístico; la zona temporalmente autónoma sugiere que hay que evitar ser objetivo mediático y desarrollar tácticas discretas y fuera de los medios de masas, no usar la libertad como espectáculo,… y Los Planetas lo consiguen, este disco no es utopía, se conforma de zonas nómadas temporalmente autónomas.
No se puede ser genio tó er rato… Es imposible y además, aburrido. Decía Juan Ramón Jimenez que “lo peor para un buen artista es un amigo incondicional” y yo, que soy granaína incondicional , y como opinión muy personal, la única pequeña grieta del disco que percibo es la canción «Una cruz acuestas” dónde Jota, a mi paresé, da una pincelada mundana -sacrificando lo divino y retornando al error que cometieron Los Evangelistas en su segundo disco- en un intento fallido de incorporar una voz femenina aflamencada, que para mi, va descompasada con las otras 13 canciones magistrales del disco, y que contrasta mucho con la deliciosa guinda con la que culmina Ana, de la Bien Querida, la divina Espíritu olímpico. Estos experimentos son más propios de grupos mundanos que de la mística que desprenden Los Planetas.
A nivel emocional la música de Los Planetas es terapeútica. Zona Temporalmente Autónoma inunda mi psique de ese ánimo intimista, que tanto añoro y del que me nutro. Cuando terminé de escuchar el disco, emocionada, pude expresarle a Jota, el alma máter de esta Obra maestra: «¡Enhorabuena! ¡gracias por hacernos felices sin proponértelo!»
Él, en un tono tímido, matizó; “el propósito se traduce en una labor de años 24 horas al día”, si, tal como decía aquella canción del Grupo de Expertos Solynieve; me gustó esa corrección. Me gusta ampliar con nuevas perspectivas mis miras estrechas. De pronto empaticé y percibí toda esa investigación que subyace en el disco, y antiempaticé con aquellos que superficialmente piensan que siete años para hacer un disco es una vagueza.
Definitivamente es necesario que Los Planetas tengan una larga vida para la salud de la música española, el espíritu, y sobre todo para mi salud mental; corren tiempos en los que son muy pocos los que se suben a un escenario pop-rock con algo interesante que decir, aunque podría ser peor, los hay que se suben para reproducir de forma previsible y mediocre discursos huecos armados con frivolidad, vulgaridad y populismo facilón.
Todo sea buscar usar los medios de masas -¿o era ser usado?- y la excusa de la libertad como espectáculo, filosofía opuesta a la TAZ. Así que ¡Larga vida a Los Planetas! y que ¡Viva la Zona Temporalmente Autónoma! y ¡Viva la libertad de la cotidianeidad!
También te puede interesar...
- La leyenda de Lagartija Nick - abril, 2018
- Reflexión anarcoplanetaria - marzo, 2017
- Luis Cernuda, el andaluz dual - febrero, 2016
