Andalucía a su hora
«Nosotros no pensamos el tiempo real, pero lo vivimos
porque la vida desborda a la inteligencia»
Henri Bergson
En muchas letras del flamenco está presente la expresión «a su hora». Suele enunciarse con total naturalidad y tiene el efecto de un salvoconducto. Quienes la pronuncian y quienes la escuchan saben de qué se está hablando. Saben la hora exacta: ¡a su hora! Nadie ha especificado la hora pero todos saben de qué hora se habla. Es un paradójico ajuste de cuentas con la realidad formal. Con el reloj. Ni siquiera Newton, que introdujo la medición matemática del tiempo con ayuda de relojes, habría descifrado el significado.
A su hora es una singular expresión que denota una percepción del tiempo (y de la existencia) construida sobre la experiencia y la memoria. A veces, también, con la mirada puesta en un horizonte de transformación (aunque no siempre).
Andalucía se ha movido en su historia entre una concepción del tiempo circular (tan propio de los diversos orientes) y el denominado tiempo lineal (atribuido a las culturas occidentales). En el primer caso solemos responder con una inteligente paciencia, no carente de conformismo, a lo que nos acontece individual y colectivamente.
En el segundo caso intentamos iniciar un viaje que introduce la noción de futuro (casi siempre acompañado de un sentimiento de culpa). Es cierto que en pocas ocasiones, y colectivamente, hemos respondido a la cita concertada a su hora.
Lo hicimos un 28 de junio de 1861, en la denominada revolución del pan y el queso, en Loja. También lo hicimos un 4 de diciembre de 1868 en el Puerto de Santa María.
La última cita a su hora sucedió otro 4 de diciembre, en 1977. Sin hacer uso del reloj supimos acudir a la cita. Lo sabíamos. Lo que nos costó más trabajo dilucidar fue establecer la diferencia entre ser útiles y ser utilizados. Es un matiz, importante, que saben establecer muy bien las élites gobernantes (y los que aspiran a sustituirlas). Esa es una de las razones que explican que la palabra Andalucía camine pareja a la palabra dependencia.
Este año vamos a disponer de un segundo más de tiempo. Así lo han declarado las autoridades mundiales en la materia. No es un dato falso, es real. El sistema de relojes atómicos ya lo tiene programado. Ese segundo más de tiempo ha sido adjudicado al día 30 de junio. Podría no significar nada. ¿Quién lo sabe? Podría ser una curiosa metáfora para los que confunden tener prisa con no tener tiempo. En cualquier caso, es cierto que se podría aprovechar esa circunstancia para acelerar o retardar o rematar el tiempo. Tendríamos la mejor de las excusas. Podríamos cantar la letrilla:
«Yo soy como aquel barquito
que lo están encarenando:
mientras mas golpes le dan,
más firme lo van dejando»
No estaría mal romper los tiempos que nos imponen unos y otros. No estaría nada mal intervenir en medio del espectáculo y desmontar la farsa. Hacer como que perdemos la noción del tiempo y no medirlo con sus relojes. Agradecer que se nos conceda un segundo más para negarnos a sus prefabricados diagnósticos y sus, no menos, prefabricadas soluciones (la mayor parte de las veces consistentes en la sustitución de los unos por los otros). No estaría mal cantarles por última vez:
«Tengo un dolor no sé dónde,
nasido de no sé qué;
sanaré yo no sé cuándo,
si me cura no sé quién»
Veo difícil que el mismo pueblo que ha legitimado, en los últimos tiempos, una forma de hacer política vaya a cambiar (con el regalo de un segundo). Nuestra permanente delegación ha generado una falsa prudencia o un aparente conformismo que no obedece a otra razón que el miedo. Sin embargo hay ocasiones (escasas) en las que colectivamente se puede descifrar la cita. No nos faltan hombres y mujeres capaces de intuir (somos un pueblo cultural) cuando es su hora.
Este proyecto, secretOlivo, puede ser un buen pliego de cordel donde se extienda la cita. Donde corra la voz…
«Me miras, y te miro;
callas, y callo:
yo no sé tú qué esperas,
ni yo qué aguardo.
Todo llegará a su hora»
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Este artículo forma parte de Virgen Extra (2015), el primer número impreso de secretOlivo. Gracias a las personas que adquirieron su ejemplar de esta edición limitada ahora está disponible, de manera libre, en versión online.
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