El episodio de los claveles
Te he comprado claveles, soy un hombre flamenco.
De camino a tu casa,
las marías hablaban entre sí
mirándome
como si fuese yo un alienígena
«uy, mira ese chaval»
y dándole codazos a sus pobres maríos
reprochaban su falta de ti.
Pero es que en tu portal,
sin yo quererlo, claro,
se me ha cruzado un perro
y antes de yo enterarme, me había hecho un esguince,
así que mira, fíjate
cómo he subido hasta el tercero
con esta pata coja.
-El ascensor estaba roto.-
Ya en tu puerta, el vecino
ese raro que tienes
como una exaltación abrió su puerta
y se abalanzó sobre mí
por lo que me rompió
unas cuantas costillas.
-Ya he ido al hospital.-
Y con esta pata coja
y dos costillas menos
entré a tu casa
cogí una jarra de agua
y ahí metí las flores.
Entonces me llamaste al móvil
y bien sabes que yo no sé hacer
dos cosas a la vez
y que mi subconsciente
me obliga a hablar contigo
te cogí la llamada con la mano
donde estaba la jarra
que se cayó justito en mi pie izquierdo.
Y por eso no tienes una jarra
y yo tengo escayola.
-Y por eso volví al hospital
-Los médicos estaban hartos de mi.-
Quitando eso, las flores están bien.
Espero que te gusten.
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