Opinión y Pensamiento

Por qué no me compraría un perro

Por qué no me compraría un perro

perro futurama seymou

Los perros me parecen los animales domésticos más escandalosos y molestos. Una iguana que no emita sonido alguno, un pez bien encerradito, un gato que pase tres kilos de ti, esos sí que son buenos animales para domesticar. Pero, ¿Un perro?

De esas que vas por la calle tranquilamente y un perro enano se pone a ladrar como si el molesto fueras tú y no él. No lo aguanto. Y cuando voy corriendo por el parque y un perro sale corriendo detrás de mí como si yo le hubiera robado un hueso… Me giraría y le daría una patada en los hocicos. Va uno en su mundo tan tranquilamente cuando de repente un perro que me parece que es el Can Cerbero me persigue como si yo fuera el mejor chuletón canino conocido. Me revienta. Y luego están los perros magnánimos que parecen monstruos del averno y te ladran con cara de querer matarte y el pasmado del dueño te dice: «pero, hombre, ¡si no hace nada!» Cómo odio eso.

Yo me compraría un león, un león bien grande, y cuando el perro de turno me ladrara y el dueño dijera: «pero, hombre, ¡si no hace nada!» yo le azuzaría al león, que soltaría un rugido tremendo que acongojara el susodicho dueño y a su perro. Y con mi león bien grandote con cara de matar le diría: «ay, por favor, con lo bueno que es mi león Leoncio… ¡Si sólo quiere jugar!» Además, al león lo tendría en la terraza, y cuando me despertara el león rugiría resonando su eco entre los edificios. La gente diría: «Ea, pues ya se ha despertao el Fernan». Qué encanto. Eso sí que mola. Tu pedazo de león bien grande para que nadie te tosa. ¡Anda que no!

Lo que pasa es que no me compro un león porque no me siento con capacidad para decidir qué animales son domésticos y qué animales no. Porque, sin considerarlos mis iguales, qué sé yo de domesticar nada. No creo que el hábitat natural de un perro o de un gato sea la casa de nadie, ni mucho menos lo creo de mi imaginario león Leoncio, o de mi Iguana Juana o de mi serpiente Humphrey Boa-gart. Tampoco creo que la función vital de un caballo sea ser montado por un humano. No sé quién se ha creído el ser humano para decidir esas cosas. Por no hablar del tema taurino, donde el ser humano decide no sólo de qué animal va a cachondearse, sino que, además, se siente con licencia para torturarlo. Esta semana creo que, por esta razón entre otras, el ser humano es lo más nocivo que le ha pasado al planeta Tierra. 

Pero, antes de por lo molestos que me resultan,  antes de que no me parezcan seres tan inteligentes y mucho antes de que tampoco creo que su compañía sea tan divina, antes de todo eso, no me compraría un perro porque, antes de comprarlo, lo adoptaría.

¡Ah, el ser humano! Que no sólo se siente con capacidad para decidir qué animales son domésticos y qué animales no, sino que, además, piensa que unos son más bonitos que otros por su raza. Si es que…

Fernan Camacho
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