Mañana, cuando acabe los exámenes, piensa en mi.
«Mañana en la batalla piensa en mi»
es un libro un repanchinguado de Javier Marías
Hoy, cuando den las 5 de la tarde, esa hora tan mágica, habré acabado los exámenes. Pienso descomponerme en átomos tan minúsculos que el calor tendrá que tener cuidado de no implosionar siquiera una parte de mi cuerpo descuajaringado.
Pienso ocupar mis horas doctorándome en la anciana ciencia de la invención de palabras: Véase a esta persona habitando su bicicleta, sentado en su lámpara o saliendo a dar un paseo en su casa. O habitando mi granlauripeto, sentado en mi branliwipiti o saliento a dar un paseo en mi recién estrenado propompón -que se llama así porque en su brumbrandi tiene un papetrinski que suena como un aerosuriwayo, que es, por cierto, muy parecido a un pájaro, pero con la hermosa cualidad de volar con su brastrinko en vez de con sus fium.
Que seguramente habrá a quién le parezca algo intumbistrínico el hecho de que yo me invente palabras con la seguridad de que pocos bípedos entenderían su significado. Verán, creo que la invención de palabras tiene más que ver con un status social predeterminado por la gente que establece los status sociales predeterminados, como es lógico. Uno puede inventarse palabras en el caso de que sea un guá-guí, de que esté como una auténtica barlinkesta y que le tengan que encerrar en un güi-güe-guó, o de que sea catedrático de algo y doctor en otra cosa que seguramente carezca de interés alguno pero la comunidad universitaria viva expresamente para acariciarle sus bastrinkos y así convertirse la comunidad universitaria también en catedrático de algo y doctor en otra cosa carente de interés alguno.
Inventarse logüelos, como decíamos, está claramente intumbristrincado por la sociedad y su comunilogía llena de tropentruelos y quintaretanos pero a mi, que ya habré acabado los examberas de la akadiscologíaunidad me dará lo mismo mil quinientos cuarenta y ocho que mil quinientos cuarenta y ochenta.
Por otra parte, hariuntepo kalimero, que al final también es guilmo de pretarú, con lo que al final podríamos vinguileruer, como buenos científicos, que pinter brunti falali.
Yoti hume weru rampite, -eso me hizo mucha gracia-, gami lopu trequetreque. Mur te, Mur te pratemir, tremen we yumina. Así que, mañana, cuando acabe los exámenes, piensa en mí.
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