Sobre el miedo y las elecciones
Si el miedo se presentara a las elecciones ganaría de corrido, pues está presente en todas las personas, en todas y cada una de las instituciones. Es algo íntimo y usado, tan sucio como personal, en ese campo semántico tengo claro que podría equipararse a todas esas cosas que el cuerpo realiza (tras una digestión, por ejemplo) y de las cuales nos avergonzamos por producir en los semejantes cierto rechazo sensorial.
En el Partido del Miedo se presentaría como cabeza de lista un tipo con apellidos ideados por un departamento de marketing perfecto, lleno de señores intangibles y datos soñolientos que llegan de instituciones que se escapan de las manos de cualquier persona que compra el diario y hace como que lo entiende en la taberna, pero, ya saben, para el poder esas instituciones son absolutamente imprescindibles.
Como buen escaparatista y diseñador de políticas para nadie, se diría a sí mismo que no es ni de derechas ni de izquierdas, sino de personas, porque incluiría prácticas de todos los bandos. Llevaría en su seno a la palabra «inestabilidad», aportada por la derecha, así como la palabra «recortes», aportada por la izquierda. Plenaría su militancia con «fachas» y con «radicales», con «etarras» y “pro-etarras”; y con “pijos”, “burgueses” y “explotadores”.
¡Ah, el miedo! ¡Viejo miedo! ¡Absurdo Miedo! ¡Catastrófico, impiadoso, intravenoso miedo! ¡El miedo podría hacer una verdadera alianza de civilizaciones! Mucho más fuerte que la ONU y que la Unión Europea, y se llenaría de aliados pues el odio siempre le apoyó. El miedo está en las dictaduras y en las democracias; en el poder judicial y en el legislativo; el miedo está en el pueblo y en la aristocracia. El miedo está, en definitiva, en todos aquellos sitios donde no están los libros.
No obstante, sintiéndolo mucho por los simpatizantes del miedo que han sacado representación en ayuntamientos y parlamentos autonómicos, así como en diputaciones, hay una fuerza política que hoy en día le arrebataría el primer puesto en todas partes: la gran aliada del poder, la indiferencia. Ella sola ha conseguido gran parte del casi cincuenta por ciento de abstención en las últimas elecciones.
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