Os deseo lo mejor
Empieza la campaña electoral para el 24 de mayo. Van a ver a gente con traje por todas partes, mensajes colgando de las farolas en las avenidas, carteles en su barrio… ustedes ya saben de este cuento.
No se engañen, buenas personas hay en todas partes, no es sano eso de decir «son todos unos tal«, no es cierto. Lo que sí es cierto es que a veces son un poco torpes. Hace una semana decía que quién se va a juntar con el PSOE de Andalucía, que ha demostrado ser tan filibustero cuando gobierna acompañado, o con el PP; precisamente ayer Rajoy decía «no es bueno un gobierno de cinco o seis«. Yo me pregunto: ¿Qué es mejor: El gobierno despótico de uno o la política dialogada, pero lenta, de tres o cuatro?
En política hay que pactar siempre, con prácticamente todo. Quién no entiende eso, se queda con mayoría en el Parlamento pero sin ser presidenta. ¿De qué extraño vocablo creerán aquellos que no quieren gobiernos «inestables de cinco o seis» la palabra parlamento?
Según la encuesta del CIS de ayer el panorama quedará con la necesidad de pactar un gobierno en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas. Creo que un buen ciudadano, en este momento, debe desearle lo mejor a los futuribles representantes. Su bien es el nuestro, al fin y al cabo. Sin embargo, si bien les deseo lo mejor, les garantizo que de ésta no salen si intentan ser torticeros, engañar, si intentan hacer compañeros de cama después de haber declarado su castidad. No van a salir de ésta si no dan más voz a los que les han votado, si no intentan abrir las instituciones hacia un modelo de política de instituciones con las puertas de par en par para quién quiera decir o denunciar lo que quiera. Estoy harto de formar parte de «la generación mejor preparada» y que mi participación ciudadana se limite a votar cada cuatro años sin que sea necesario escucharme salvo para hacer oposición. Les deseo lo mejor, y eso implica, más que buena oratoria, sinceridad y nobleza una vez se está ahí.
Eso sí, si bien deseo que los políticos pacten y dialoguen y sean democráticos, deseo todavía más una gran protesta, el gran NO de la ciudadanía a lo que no nos guste. Quiero una ciudadanía crítica que no vote por tradición, ni vote a una sonrisa, ni a una frase bien construida. Quiero un gran NO a la política pop de eslogan con gancho, discurso pegadizo y coreografía a juego. En definitiva, quiero ciudadanos, no habitantes. De otra forma, el deseo de que la política mejore se quedará donde siempre, en la urna.
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