Opinión y Pensamiento

Cinco minutos de debate para entender las simulaciones

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Antes de empezar:
SICE: Simulación del Congreso Español (Sevilla)
SIPA: Simulación del Parlamento Andaluz (Mollina, Málaga)
OVImun (Modelo de Naciones Unidas, Oviedo)
MEU Granada (Modelo de la Unión Europea, Granada)

Tengo una suerte maravillosa, permítanme hablarles de mi vida; en mi casa siempre se han esforzado para que haya libros en las estanterías y hoy hay un fantástico overbooking, mi educación pública ha tenido profesores espléndidos que me han permitido desarrollarme y estar en capacidad de escribir hoy para que me lean en sus casas. Todo esto junto ha dado con mis huesos en muchas simulaciones.

¿Qué es una simulación? Se preguntarán. Una simulación es un juego de rol en el que los participantes toman el puesto de un cargo político institucional, a saber, diputados, delegados en Naciones Unidas, Ministros en la Unión Europea… La primera impresión quizás sea «eso es una escuela de políticos», pero no es cierto, la mayoría tiene más apetito por sacar una gran nota en Derecho Constitucional, Macroeconomía, Derecho Internacional Público o Filosofía Política, o simplemente en aprender de los demás, que por ocupar el mismo escaño en la realidad. Antes que eso, es una muestra de cómo es verdaderamente una institución, cómo funciona una comisión, qué es verdaderamente una sesión de control al Gobierno y cómo se tramita la ley, entre otras cosas. Y ahora yo pregunto, ¿y si, verdaderamente, fuera una escuela de políticos? ¿No es obvio que se necesita? ¿Acaso no es cierto que en cinco minutos de debate hemos podido ver a Susana Díaz combinando una falsa candidez con una condescendencia insultante? ¿O a Maíllo necesitando un asesoramiento claro y conciso para calmar los nervios? ¿O nadie se ha fijado en que Moreno Bonilla también se había engominado esa labia para hacerla, si cabe, más pretenciosa?

Se necesitan buenos políticos, esto no es un sinónimo de «políticos que estén de acuerdo conmigo», no, ni mucho menos. Buenos políticos (y buenas políticas, por favor, entiéndase en el plural de los géneros) son los honrados (de verdad), los respetuosos (de verdad), los que saben que lo más normal es que al menos la mitad de la ciudadanía no esté de acuerdo en lo que dicen y, por lo tanto, saben que buscar el consenso es la forma natural de hacer las cosas bien; los que saben, por supuesto, que su escaño no es suyo, sino de los ciudadanos; los que saben que su Presidencia es temporal, y que el líder es el que más sirve, no el que más se deja agasajar.

Manda mecha, que diría mi abuelo, resulta que en SICE, SIPA, OVImun o MEU Granada, lo normal es que las leyes y las resoluciones se aprueben por unanimidad: «Una buena constitución es aquella que deja algo de descontento en todo el mundo por igual», dijo Savater. Lo normal en una simulación es que no existan las llamadas al orden, pues son extrañas las faltas de respeto; que te prepares las leyes sin pensar en los premios y que, al final, cuando todo acabe, entiendas que tu amplitud de miras es tan grande como las personas distintas que conozcas, y esto se debe en gran parte a que sin comerlo ni beberlo te has convertido en el nuevo amigo de alguien que no tiene nada que ver contigo. Y entiendes por qué piensa así, y tu mente se abre, y, cuando menos te lo esperas ya eres un poco más difícil de engañar por los políticos que deberían copiar el comportamiento de muchas personas que se han cruzado en mi camino a través de estos juegos para universitarios.

Me han bastado cinco minutos —¡cinco minutos!— para acordarme de que la primera que me felicitó por mi discurso «filípico» en el Parlamento de Andalucía fue la Felipe de Macedonia de la SIPA, aunque Paloma (la presidenta) tuvo mucha mejor suerte y acierto. Cinco minutos para acordarme de lo fantástico que era Roch, aquel polaco que jugaba a ser ministro de Alemania hace dos años en MEU Granada. Cinco minutos para recordar el talante de Ricardo en SICE. ¡La providencia quiera que le vayan bien las cosas!

Así que le quiero dedicar este artículo a mi generación, al futuro que veremos, si verdaderamente Carlos en SIPA, Laura en OVImun, Daniel en MEU Granada y Alejandro y yo en SICE estamos descubriendo a los políticos que vienen, si esto fuera realmente cierto, algo bueno está por llegar: fíjense si los participantes que suelen venir a las simulaciones son geniales que la mayor parte de ellos todavía no está en ningún partido por ideales y, los que sí están, lo normal es que sean unos rebeldes. Fíjense si son buenos que, acabado a el debate, he apagado la tele para buscar las fotos de mis compañeros de aventuras: no hay punto de comparación, ojalá lleguen muy alto.

Fernan Camacho
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