Si bien la libertad de expresión es algo sagrado en cualquier tipo de país decente, no se debe confundir con el libertinaje de la expresión que hacen algunos. Mediaset expulsó de Gran Hermano VIP a Los Chunguitos por un comentario homófobo y hasta ahí todo correcto. Pero quedan cosas en el aire.
El lenguaje claro, conciso y reprochable de Los Chunguitos y la retractación de Mediaset no suponen ningún tipo de obstáculo para que a medio día cuatro personas a menudo estereotipadas se peleen por otra persona que no lo es menos. Ponen a un hombre con estas o aquellas características fijas y a cuatro mujeres equivalentes… y viceversa. Desde luego hablar, hablan más bien poco, pero el comportamiento que exhiben los (y, desgraciadamente, también las) protagonistas de Mujeres y Hombres y Viceversa es digno de estudio. No podemos decir ni que sea machismo, es sexismo en general. Cuatro personas arrastrándose por otro ser humano, denigrándose, poniendo su sexo al servicio de la propia televisión. Luego, sobre las cuatro, Sálvame explica de qué son las manchas de la última persona que vio de lejos a Paquirrín. Por la noche, la sinceridad de dos o tres cuerpos en pelotas (y no precisamente por arte) compiten por otro cuerpo igual de desnudo. El hecho de desnudarse no es ni siquiera significante, lo malo es usarlo para ganar dinero.
Como decía al principio, una cosa es libertad y otra libertinaje. Después del atentado contra Charlie Hebdó, se nos llena la boca, pero hay una gran diferencia: la primera intención de un humorista que se precie es hacer reír, mientras que el objetivo de estos programas es hacer cuanto más dinero mejor. Es algo muy distinto: no es lo mismo el desnudo artístico que John Lennon hizo para la cámara de Annie Leibovitz que el videoclip de Wrecking Ball de Miley Cyrus.
Los Chunguitos dijeron que preferían tener un hijo deforme a un hijo homosexual; me alegro de que se formase la marimorena. Pero las palabritas se las lleva el viento, Mediaset en general sigue usando personas como objetos de intercambio monetario y nadie parece escandalizarse. Y lo que es peor, nadie parece apagar la tele.
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