Opinión y Pensamiento

Telegrama al futuro

mickey mouse and doraemon

Mickiraemon

Veía el inicio de Cuarto Milenio el domingo cuando Iker Jiménez sugirió una interesantísima teoría: Parece ser que se podrán mandar mensajes al futuro (que no sé bien donde queda, si les digo la verdad) haciendo una línea transversal en el tiempo. Lo primero que pensé fue que seguramente futuro podría ser un hombre en el presente mandando un fax, haciendo un truco de feria como cualquier otro, pero es cierto que un físico teórico estadounidense está trabajando en esta idea.

Pues cualquiera se fía tal y como están las cosas de lo que pudiera hacer el futuro con nuestros mensajes desde su relativo pretérito. Yo soy de los que piensan que el ser humano es mejor que peor; si echamos cuentas, a lo largo del año, hay muchísima más gente que no mata, ni roba, ni viola, ni estafa ni cualquier otra cosa que gente que sí lo hace; pero, ¡hay que ver! ¡Los que sí hacen esas cosas lo hacen de una forma tan llamativa que nos dejan al resto en evidencia!

¿Y si nos mandan un mensaje diciendo que somos la célula negra del cáncer del mañana? ¿Y si, por el contrario, nos mandan un mensaje diciendo que gracias a los que no matan (ni violan, ni roban, ni nada) se ha erradicado el hambre en el mundo? Cualquiera se entera de lo que hace o deja de hacer un tipo que piensa que mandar un mensaje al futuro puede ser de alguna utilidad. Ojo, no lo digo porque el asunto no tenga interés, lo digo porque a saber qué utilidad fantástica le daría ese hombre loco y soñador que un día teorizó sobre mandar un mensaje al futuro fuera de una película o una novela. ¡Qué genio!

Les confieso que a veces juego a dejarme mensajes escondidos en cuadernos sobre mis pensamientos. Años después, cuando ya no me acuerdo de dónde están, los descubro. Lo que normalmente me digo es “qué carajote era yo cuando escribí esto”. Teniendo en cuenta que llevo unos cuantos años haciendo lo mismo y el resultado no cambia (“qué carajote era yo el año pasado, por favor…”), la lógica inexacta de las ciencias sociales me indica que dentro de unos años seguiré siendo carajote. No obstante, es cierto que cabe la posibilidad de que algún día deje de serlo; lo mismo sucede con la humanidad, quizás dentro de un tiempo, no sé cuando, miraremos atrás y nos diremos “¿Cómo pudimos hacer esto? ¿Quién tuvo la tremebunda idea de hacer tantas barbaridades? ¿Qué tipo de sociedad descerebrada lo permitió?” Lo que sucede, y me preocupa, es que hace más de un siglo y medio, por ejemplo en Estados Unidos esclavizaban a los negros; Lincoln lo vio y dijo: “¿Cómo podemos hacer esto? ¿Quién tuvo esta lúgubre idea? ¿Qué tipo de país descerebrado permite la esclavitud?” Y entonces los negros pasaron de ser esclavos a, simplemente, no tener ningún derecho, que no es lo mismo pero es un poco igual. En los años sesenta Kennedy se dijo: “¿Cómo es posible que los negros no tengan derechos? ¿En qué cabeza cabe que no los tengan sólo por ser negros? ¿Cómo podemos permitirlo?” Podríamos estar así, yendo atrás en el tiempo, hasta los sumerios.

Jugando a la ficción, la gente del futuro ya tiene que tener el mensaje que enviaremos en el futuro intermedio entre su futuro y nuestro presente, por lo tanto ya tienen que tener preparada la repuesta para un futuro más futuro todavía que se intercale en nuestro tiempo. O simplemente pasan de nosotros, que también puede ser, y nos están dando largas en el continuo espacio tiempo para que dejemos de molestar.

Lo de la física es un mundo del todo apasionante; un tipo explicó la teoría de cuerdas diciendo que el universo es una barra de pan y que nuestra particular parcela es una rebanada. Imaginen el universo paralelo en el cual Al Andalus no fue reconquistada y hoy en día todo el mundo desayuna una tostada con su tomate y su aceite (como seríamos musulmanes, nos hubiéramos perdido el jamón). En ese caso ya nos sabemos la respuesta a prácticamente todo, al final, todo esto de los telegramas al futuro es un sueño de un chaval japonés que se despierta del coma y resulta que su gato cósmico no era más que una de sus alucinaciones. Canal Sur, por supuesto, sería omnipotente y omnipresente; y seguirían emitiendo Doraemon y Arrayán, por los siglos de los siglos.

Fernan Camacho
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