Me gustan los chistes. Me gustan también los chistes que se meten con los andaluces, y con los bajitos, y con la gente que bien podría ser confundida con un hobbit. Me gusta reírme de mi mismo. Considero el hecho de aceptar chistes sobre mi persona y reírme con ellos una licencia para hacer chistes sobre otras personas, pero no puedo hacer eso; es políticamente incorrecto a estas alturas.
No poder ser políticamente incorrecto no me fastidia per se. Lo que me fastidia es la falsa indignación que provoca alguien famoso cuando es machista, racista, xenófobo u otras lindezas. Sí, todo el mundo se indigna en twitter, ante la visibilidad global; pero no veo indignación más allá de eso.
Si todo aquel que se indigna en twitter cuando alguien es políticamente incorrecto saliera a la calle a defender, por ejemplo, el derecho de las mujeres a hacer lo que les da la real gana, ¿Creen que Arias Cañete estaría hoy en día donde está?
La indignación que provoca un chiste no es real salvo en una minoría; el resto se ríe con ese chiste, se lo cuenta a sus amigos, pero cuando está tras las dos dimensiones de una pantalla, para que lo vea todo el mundo, lo condena; defiende los derechos humanos que pisa cuando abre la boca en vez de la aplicación del móvil y es un firme defensor de todo lo defendible.
Me revienta. Que no pueda contar chistes es incluso lógico porque reflejan una realidad social que, en la realidad, quiero cambiar; considero que esta censura mediática puede ser una herramienta para que se acaben tantas salvajadas. Sí, Arias Cañete fue TT por machista, pero este año ha sido brutal en cuanto a violencia de género: ¿De qué ha servido tanto tweet? ¡Claro! ¡¿Cómo va a servir una condena por twitter si cuando cierras el navegador de internet sigues discriminando a quiénes no son como tú?! ¿De qué sirve si ves violencia de toda clase a diario y la toleras?
Aparte de esto, está el que llama cono a Arbeloa y luego le pide una foto y le dice que es un guerrero espartano. Está el que se mete con Del Bosque, el que es Mourinhista, el que es más de Diego López que de Casillas… Twitter es el postureo elevado a la máxima potencia. La gloria de la falta de respeto, el sitio perfecto para desahogarse contra alguien que lo más probable es que nunca llegues a cruzarte, el paraíso de quién quiere un minuto de gloria.
Supongo que hay dos clases de twitteros, los que intentan comunicarse y los que no han llegado a ese punto de la evolución y sólo pueden insultar, de alguna manera o de otra, sumarse a una ola de corrección y, por supuesto, buscar alguna motivación para que su vida tenga algún tipo de interés, por ejemplo, contarle a alguien que una vez, hace mucho tiempo, el último homínido que pasó por “hombres, mujeres y viceversa” le hizo un RT.
Dicho esto, si alguna vez he hecho algo así, condeno lo que hice y, por supuesto, “lo siento mucho, no volverá a pasar.”
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