Opinión y Pensamiento

En recuerdo a mi amigo Sarbelio Henríquez

@sarbelioH

Último mural de Sarbelio Henríquez (@sarbelioH)

Una vez, un amigo también latinoamericano, concretamente del DF, me dijo que la poesía allá todavía mantenía cosas de aquella cultura de chamanes, de cuando la magia blanca soplaba entre la madre gaia. La selva, la playa y las montañas, todas eran una y entre ellas velaba por la vida la primitiva imagen de la imaginación. Eso se ve en tu obra.

Ahora veo tus dibujos de bebés de jirafas, las fotos felices con tus alumnos y tus pinturas llenas de arte y de pureza. Recuerdo la primera vez que vi el stand promocional de tu maravilloso Helio Colectivo, habías hecho imanes con aquello tan desagradable que tienen los doctores para examinar la garganta, habías hecho arte con la amigdalitis.

Y ahora te has dado el piro. Has hecho bien, esto no es para tanto. El problema somos nosotros. ¿Qué hacemos nosotros?

No me lo quiero creer, hago bromas acerca de que ahora se revalorizarán todas las cosas que has hecho, sollozo como si el alma existiese e intento saber de ti, debo de tener a Jeni y a Natalia un poco hartas entre mi insistencia en saber de ti y mis ausencias para llorarte tranquilo.

Digamos que sí, que existe un cielo que ahora pueblas, por el que andas dibujando ranas azules y estrellas de una brillantez punteada en el cual tu sensibilidad, tu constante lucha por el bienestar de los tuyos y tu creatividad son patrimonio de lo que supongo que allá arriba se llamará “angelidad”. Cuánto se ha perdido esta panda que somos todos nosotros, esa vulgar banda que es la humanidad. Tú, que eras de los pocos soñadores a los que yo podía unirme en pos de cambiar el mundo a base de poemas, canciones, diseños y pinturas, que tenías en la imaginación una llave para los amaneceres, te has largado.

Pero ya que te has largado, hazme el favor de decirle a las musas que me visiten. ¡Quiero ser tu heredero de musas! Dile a los chamanes que me digan el verdadero nombre de las cosas para poder escribirlas, ven, en forma de viento de poniente, a traerme los versos que todavía no puedo entender. Entre tanto, yo prometo cuidar a tus musas; regalarles bombones, agasajarlas con las palabras que me inspiren, prender en su pelo flores de colores que aún no ha visto el ser humano y enlazarme a ellas con un anillo del tejido de la tinta que invada mis manos.

Gracias, Sarbe. Gracias por haberme dejado enseñar mi poesía a tus amigos de El Salvador en aquel maravilloso “Escape Onírico”. Un trillón de gracias por aquel proyecto de taller de poesía para gente con problemas en tu maravilloso país que aún no he podido visitar, aunque nunca pudimos hacerlo. Gracias por tu espíritu aventurero, creativo. Gracias por dar la vida por todos nosotros sin necesidad de ser el hijo de un dios, recordándonos, sin haber hecho jamás un milagro, que el pecado es no amar al prójimo. Te vas hecho un dios momentáneo. ¿Sabes? A veces creo que eso que llaman dios es sólo la única personificación del espíritu de los que aman, como tú, que la bondad es la que se hace carne cuando somos buenas personas.

Has sido amor, Sarbe, amor que recogemos los que te hemos querido y guardaremos para siempre como un inmenso tesoro.

En honor a tu inmensa sombra, tan llena de vida, me hago eco de tu voz como en un valle que ahora está vacío. Ser feliz es siempre un agobio porque los hay que se empeñan en lo contrario, pero no intentar serlo es un agravio a tu memoria. Vivir en la amargura de no vivir para los demás… ¿Qué locura es esa?

Descansa en paz, amigo. Me pongo en pie ante el ejemplo de tu existencia. Celebro que hayas vivido.

Fernan Camacho
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