El curso 2013/2014 ha sido de lo más extraño para un alumno de Ciencias Políticas de Andalucía. Ha habido de todo si se ha buscado bien, y eso es tenebroso; “no news is good news”, que traducido al idioma de Rafa Mora es algo así como “que si no pasa nada en la política, pues bien, nano, porque siempre que pasa algo suele ser chungo, ¿sabes?”
Ha habido mil temas para un pasodoble en Cádiz, con su vertiente comparsista y su vertiente chirigotera, por lo tanto, mil temas para artículos de opinión.
Cuenten: un Rey cansado, una nuevo Rey, una nueva Princesa, un Rey que ya no es Rey, pero sigue siendo un protegido de los papeles de “usar según convenga” que tenemos por Carta Magna, una infanta que ya no es infanta, pero sigue estando guardada por el compadreo, otra infanta que ya no es infanta, pero sigue viviendo del cuento con su hijo, que si le va bien podrá vivir de sus primas antes de vivir de sus hijos.
Aquí en Andalucía estamos fastidiados con j, deberíamos dejar de hablar del tercer mundo en tercera persona, cada vez más pobreza, cada vez más despotismo y más oligarquía. Susana Díaz, que es la que nos gobierna, le sigue echando la culpa al Gobierno central de que todos sus planes de mejora hayan fallado, los del Gobierno central se la echan desde el Parlamento a los anteriores o a que no pueden hacer nada, porque son cosas de Europa. Tantísimo tiempo después, el himno nacional oficioso de la Andalucía que nos parió es La murga de los currelantes, de Carlos Cano.
Parece que no nos hemos salido de la familia real, el Gobierno de Andalucía lleva siendo el mismo tanto tiempo que parece una monarquía un poco más abierta de lo normal, con su clientelismo y sus historias. Por otra parte, en el parlamento de España la cosa sigue igual, hay unos que mandan, otros que se quejan, pero que tampoco te creas tú que se quejan con unos argumentos filípicos; son más bien vulgares, a veces incluso toscos, muchas veces pienso que nos toman por tontos igual que los que gobiernan; unos lo hacen para ponernos a favor, otros lo hacen para ponernos en contra. Surgió una gente nueva, que parece que son la primera cosa de izquierdas que no tiene corrupción dentro, quizás porque son nuevos. Se parecen mucho a Izquierda Unida y a Equo y su líder es un tipo estudiado. Sin embargo, dejar de estar alerta con cualquiera es ceder parte del derecho a votar bien, que a veces pienso que debería ser una obligación: “No vayas a votar si quieres, pero si vas, vota bien, es decir, leído.”
Estos nuevos surgieron de unas elecciones europeas, la campaña fue ridícula. Había un tipo muy parecido a Papá Noel, y no por bonachón, sino porque es la imagen del infantislismo con que Estados Unidos hace política aplicado a la España cañí, y una mujer con un argumento de una sola palabra: “¡Machista!” Eso fue todo. Un tipo diciendo cosas sacadas de una revista para machotes de los cincuenta y una señora que desperdició, entre una cosa y otra, su gran oportunidad. Así, ambos se fueron a Europa y no les volvimos a ver salvo para enterarnos de que habían pactado, la Comisión para ti, el Parlamento para mí y la ciudadanía para el que la quiera.
El señor calvorota con cara de bueno dimitió como consecuencia de tanta ridiculez junta dentro de su partido, lo que provocó que los cuatro cowboys más salvajes de la city buscaran su sillón, donde no hay sitio para dos; como el Partido Socialista Obrero Español ya ni es socialista, ni es obrero y gracias al gobierno Zapatero es más bien germánico, el bueno, el feo, el malo y el que sobra tenían más posibilidades de ganar si decían cosas ambiguas que, en realidad, no significan gran cosa. Fue incluso simpático, porque ellos se creían cowboys y no eran más que gallos de pelea sin espuelas en los talones (vaya a ser que se hagan pupa) que Susana Díaz soltaba al patio para divertimento del personal, mientras se forraba con las apuestas. Hubo uno, el que sobraba, se llamaba Sotillos, que se metía abiertamente con estos sistemas y estas formas de actuar, y como no podía ser de otra manera, cayó en semifinales. Al final, ganó el guapo.
La que no llegó ni a semifinales fue España en el mundial, el baloncesto femenino sub-17; la gimnasia rítmica en Europa y otras tantas cosas sí, pero parece que no existen. El fútbol, esa religión para paganos, cada día es menos deporte y más show.
El fútbol, por mucho que mi amiga Mimi me diga que no haga estas cosas de comparar balompié con todo, sigue siendo una metáfora perfecta. Como dijo Calamaro: “Mucha camiseta, pero cada vez menos gambeta, la sonrisa cuesta más. ¿De qué país estoy hablando?” Si pensamos en la Liga, hay dos que son muy millonarios, otros tres ilusos que creen que algún día podrán serlo, y quince que no tienen para salir al campo. España es su fútbol, aunque parezca frívolo.
Tengan ustedes unas felices vacaciones de pensar. Espero no escribir de política en unos meses, porque los políticos también descansan de hacer lo que sea que ellos hagan. Espero que mi cerebro se tumbe a la bartola para entregarse, por ejemplo, al arte. Se acabó, ¡estoy de vacaciones!
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