Opinión y Pensamiento

Talibanes

Talibanes

En marzo de 2001 Qudratullah Jamal, ministro de información y cultura de Afganistán, confirmó la destrucción de la docena de estatuas budistas esculpidas en acantilados al norte de Bamiyan.

La milicia talibán, cumpliendo las órdenes del mulá Omar, disparó con tanques y lanzacohetes sobre unas estatuas, obras maestras del arte budista pre-islámico con más de 1.500 años que son, o eran, Patrimonio de la Humanidad. Poco dejaron, nada en pie.

Y todo porque en su ceguera, el líder talibán afgano estimó que eran “estatuas anti-islámicas” y había que acabar con ellas.

Al principio intentó chantajear sin éxito a la comunidad internacional y para su sorpresa, una vez destruidas, la condena internacional ante semejante barbarie irracional incluyó también a varios países islámicos, entre ellos Irán, que condenó sin miramientos al régimen talibán por “ensuciar el buen nombre del Islam”.

En Andalucía la conquista cristiana trajo, además de la expulsión de los moriscos y la Santa Inquisición, algunos ejemplos de biblioclastia, como la quema de libros en la escuela de la Madraza -en la Plaza Bibarambla de Granada- o las modificaciones de varias mezquitas y minaretes, que pasaron a ser campanarios. 

Una copla flamenca lo recuerda así: “Qué bonito es ir por Triana y ver la Torre del Oro sin campana

En Córdoba tampoco estuvieron al margen, durante el siglo XVI se construyó en medio de la imponente Mezquita y no sin fuerte polémica, una gran nave cristiana renacentista. Al final Carlos V, desinformado, intercedió para su construcción para arrepentirse más tarde dejando para la posteridad la famosa frase: “Yo no sabía que era esto; pues no hubiera permitido que se llegase a lo antiguo: porque hacéis lo que se puede hacer en otra parte y habéis desecho lo que era único en el mundo.”

Y es posiblemente esta frase, y el poder de quien la enunció, fuera lo que frenase en seco los planes que tenían algunos bárbaros, talibanes de la época germánica, en su cabeza…

Y de esos bárbaros parece salir el columnista de ABC Antonio Varo, que una vez pasada la semana santa cambia su retórica nostálgica para convertirse en un fanático al manifestar que el gran error del Cabildo fue «no arrasar sin contemplaciones todo el monumento».  

Y eso que, como explica Carmelo Castaño, hasta el mismo cabildo reconoce que no posee – porque no existe – carta de Fernando III otorgándoles la propiedad, ya que el rey lo único que les otorgó fue el derecho de uso religioso y el deber de conservar el Patrimonio Real, que casualmente hoy es de dominio público.

Hace más de un año publicamos un artículo jurídico, el Informe Mezquita.

¿Recuerdan el juicio del rey y profeta Salomón -citado en la Tora, el Corán y la Biblia- en el enfrentamiento de dos mujeres por la maternidad de un bebé? ¿Recuerdan lo que quería que hicieran con el bebé la que no era su madre?

Tono Cano
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