Su Real Campechanidad
Tenemos un rey que no caza dragones ni orcos
ni socorre doncellas en peligro
de acercarse al Gobierno.
El rey ya no conquista,
el rey ya no defiede.Su Campechanidad
ni siquiera va con corona de oro,
ni pasea en carruaje por los bellos jardines
del Palacio de Oriente, ni a los indios oprime,
ni expulsa a los moriscos, ni expulsa a los judíos,
ni expulsa a nadie, el pobre.El pobre rey en su pobre palacio,
que no le dejan ser autoritario,
ni encerrar a Quevedos,
ni mantener las luchas por los Flandes.No le dejan mandar a literatos
a las guerras por Cristo, señor nuestro,
pues hoy se consideran necios esos conflictos.No puede ser señor del universo,
ni pretenderlo puede, ni España está en la ruina
merced a su obra y gracia. Ya no puede perder
lo que perdieron todos sus nobles familiares,
que en herencia han dejado lodos de aquellos barros.No podría engañarnos con falsas cartas magnas
que se aseguraría de hacer cumplir a todos
menos a su persona, que para eso es el Rey,
su Majestad Católica que nunca
quiso hacer sufrir a los españoles,
y menos mal que nunca quiso, de haber querido
sabe Dios qué podría haber pasado.A sus abuelos no podrá imitar
largándose miedoso
con el cetro entre los perniles de
tan ilustre abolengo, sabríamos hallarlo
por helvéticas tierras.Juan Carlos el primero, su nombre no es el signo
de todas nuestras penas, mas si lo es su apellido.
Lo único que dejamos que el rey haga como antes
es irse a putas con nuestro dinero,
mientras su puñetera hija nos roba
isabelinamente.No es cuestión de política, no lo es,
es cosa de genética.
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