Música

No se fíen de la radio. Digan NO a la industria

No se fíen de la radio. Digan NO a la industria

¿Qué pasa cuando se frivoliza con la cultura? Que la lista del Top 100 de Spotify en un sucesión de tragedias. Sé de sobra que tiene que haber cosas para la gente que no esté interesada en ser sensible o tener una profundidad personal, pero cierto es que este tipo de personas no puede liderar en ningún sentido positivo nuestra sociedad.

Desde un tiempo a esta parte, en las escuelas se dejó de enseñar cultura general, o sea, un cúmulo de cosas que hacía que la educación fuera hacia la cultura y no hacia el futuro laboral; esa generación tuvo el gusto de querer escuchar música en directo en los bares, surgió la movida, los sabinas, la nova cançó, el rock vasco, el rock andaluz y el rock madrileño. ¿Cuánto hace que no sale un grupazo? ¿Un cantautor clave y definitivo? La música española sobrevive gracias a la llamada música “indie”, los herederos de Extremoduro, que a su vez son sobrinos del rock vasco, apariciones románticas de cantautores que a veces son geniales y algún que otro Pereza, herederos naturales de los Burning.

¿Qué ha pasado para que Los 40 (no ladrones, sino…) Principales sean hoy la bandera de la ignorancia? Hace mucho, el 21 de diciembre del 85, Grité una noche de Nacha Pop era número uno en esta cadena; una semana más tarde, El sur también existe, de Joan Manel Serrat. El 25 de enero de 2014 era Talk dirty, de Jason Derulo, una canción cuya letra dice literalmente: “He estado por todo el mundo/ no hablo la lengua/ pero tu botín no necesita explicación/ lo único que quiero saber es/ ¿Vas a hablar sucio?” Espero no ser el único que vea las siete diferencias.

No sé quién tiene la culpa de que los adolescentes sepan de memoria letras vacías hechas para ganar dinero y desconozcan el nombre de Bob Dylan. Pero algo debemos hacer. La industria musical ha decidido que es mejor ganar dinero que producir cultura, la tele se ha puesto de su parte y en el programa musical más visto de la televisión, los coaches en contadas ocasiones han demostrado tener algún tipo de interés en la música antes que en el dinero. Orozco, que intenta hacer buena música y le alabo el gesto (en algún concierto ha versionado más o menos bien a Triana) se libra de este dramático globo, a veces, también Rosario Flores, pero Bisbal es el claro ejemplo de que hacerse rico con la música consiste en hablarle a la parte débil del cerebro con frases hechas en serie, seduciendo cada neurona moribunda que tenga el hemisferio no-creativo. Curiosamente, Bisbal seleccionaba ese tipo de voces de orquesta, que se repiten cada noche por los pueblos lamiendo la oreja de los sesentones con ganas de bailar una rumba. Todas las noches ese molde mustio y mercantil de las orquestas de España, con guitarras de imitación y repertorio de contrachapado.

Sigue habiendo a quién escuchar. Leiva acaba de sacar un disco en el que se acuerda del mítico teclado Hammond, el último disco de Marea parece estar escrito en octasílavo y Extremoduro ha hecho un auténtico discazo, aparte, la música indie, Iván Ferreiro como adalid, sigue haciendo lo que le da la gana, quizás esa sea la clave, el rock en esencia: hacer lo que a uno le de la gana, “lo que le salga de ahí”, que diría Bart Simpson.

No se suscriban a un boletín fracasado de música para gente idiota, no acepten ser como ellos, resurjan de las cenizas de esta industria para gente que no va a aventurarse hacia nada nuevo. Si existen Los 40 Principales es por lo mismo que existen los políticos corruptos: les hacemos caso. La solución es sencilla, apaguen la radio y busquen por la Red. No es una cuestión de gustos, como dirán muchos pobres diablos, es cuestión de que quien jamás probó jamón se conformará con chopped, con la diferencia de que la música buena, la música con mayúsculas, la de los Beatles, los Rolling, Secretos, Pink Floyd, Led Zeppelin, Sabina, Cohen, Dylan… Es igual de accesible que la otra, hasta en eso es maravillosa.

Y dicho esto, cuando un músico de conservatorio les diga que la música de verdad es la que los incultos llamamos “clásica”, sepan que el músico de conservatorio tiene toda la razón, así que, después de los Rolling y los Beatles, vayan sin cortarse a por Beethoven, Mozart, Chopin, Bach y compañía, devórenlos. Si con los anteriores se les abrió un país de sensaciones, con estos se les abrirá un mundo.

Fernan Camacho
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