Opinión y Pensamiento

La supervivencia y el fracaso

La supervivencia y el fracaso

Esta semana conocíamos el informe del Instituto Nacional de Toxicología sobre el caso de la familia fallecida en Alcalá de Guadaira. Dicho informe sostiene que la muerte de los progenitores y una de sus hijas se debió a una intoxicación producida por fosfuro de aluminio, procedente de tapones de envases de plaguicidas que la familia guardaba en un aseo de la casa para venderlos como reciclaje posteriormente. En cuanto a los hechos y los aspectos técnicos no voy a entrar en grandes detalles, simplemente me dirigiré al primer informe técnico sobre la sustancia y sus usos que aparece en una rápida y sencilla búsqueda en internet. Dicho informe pertenece al Centro de Información de Vigilancia y Asesoramiento Toxicológico de Nicaragua y lo firman el Dr. Jesús Marín y la Dra. Luz Marina Lozano.

En una lectura rápida de los resultados que encontramos por internet al buscar «fosfuro de aluminio» comprendemos que es una sustancia peligrosa, altamente tóxica y que su manipulación y conservación debe realizarse con ciertas precauciones para evitar sucesos como el que hemos conocido.

Lo curioso y lo que me lleva a escribir estas líneas no es que el fallecimiento de esta familia se haya producido por fosfuro de aluminio, sino como la crisis ha desaparecido del trato que se ha dado a esta noticia. Cuando el caso sucedió en diciembre muchos medios de información apuntaron a una posible intoxicación por consumir alimentos en mal estado debido a la situación de desamparo en la que se encontraba la familia. Sin embargo, hoy no leemos nada sobre esta situación, tan sólo que la familia conservaba tapones de envases en su casa, entre ellos de envases de plaguicidas. Incluso ciertos medios prácticamente culpan al padre de la familia por almacenar estos envases en su hogar. Es aquí donde creo que vuelve a reflejarse el terror y la crueldad del sistema capitalista.

En primer lugar, esta familia conservaba envases para reciclar en su hogar por un único y exclusivo motivo: supervivencia. Como otras miles en Andalucía, en todo el Estado español y por todo el mundo, esta familia trataba de sobrevivir día a día, ya fuera consumiendo alimentos a punto de caducar, rozando el mal estado, almacenando envases para reciclar y quién sabe qué otras prácticas que pusieran en riesgo sus vidas, su salud o su libertad.

En segundo lugar, no podemos culpar a esta familia por realizar esta práctica sin mantener las precauciones necesarias o, como hacen algunos medios, calificarlo de «accidente». Digo esto porque al conocer la triste noticia y hacer algún comentario sobre ella en las redes sociales, recibí varias contestaciones que apuntaban a que la familia, en concreto el padre, deberían haber sido precavidos y conocer el peligro de estas sustancias. Dejando a un lado el lenguaje machista, me parece lamentable que se hagan este tipo de comentarios, como se suele decir, «a toro pasado». ¿Acaso esta familia conocía los riesgos de almacenar dichos materiales o de algún modo una familia que subsiste es capaz de tomar dichas precauciones? ¿Cómo se puede calificar lo sucedido de accidente?

De un modo u otro, todo responde a una única causa, a un sistema que desposee a las personas de medios para sobrevivir y cuando estas personas buscan medios para sobrevivir, prudentes o imprudentes, estos suelen estar al margen de la legalidad, al margen del sistema, porque se trata de personas que han sido expulsadas de este sistema, que no tiene otro nombre que capitalismo.

Se culpa a estas familias de imprudentes o ilegales al igual que se culpa a la sociedad de vivir por encima de sus posibilidades durante muchos años. Y ciñéndonos a las teorías neoliberales propias de la escuela de Chicago, a todas estas personas que sobreviven como pueden e intentan tener una vida digna, a la que nunca llegan, se les acusa de no haberse esforzado, de no haber trabajado lo suficiente. En definitiva, de fracasar.

Hemos tardado algunos años en comprobar cómo este sistema en el que se mueve nuestra sociedad aplica estas ideas de forma totalmente abierta y sin remordimiento alguno, pero es lo que supone el capitalismo, el liberalismo más radical. Vivimos en una sociedad donde miles de personas quieren trabajar y vivir dignamente y lo único que pueden hacer es sobrevivir y si no lo consiguen se les tratará como fracasados, parias de esta sociedad, cuando realmente son víctimas.

Marcos Quesada
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