Lleva el andaluz dos imprecaciones:
Por ser el olvidado, condenado
a cocinas, fregonas y labrados;
a remendar su carne con jirones.El segundo mal de ojo subsiste
en el torero encima de la tele,
en el andaluz-souvenir que se resiste
a huir de chapeaus de sombra breve.Cosmicidades únicas nos rodean,
supimos cantar bajo agua embarrada,
supimos secar sal en las mareas.El mundo huele a tierras empapadas
si se va más allá de estas fronteras
y un andaluz retrasa su mirada.
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