De noticias y escándalos…
Normalmente una noticia es el relato de algún hecho novedoso. A veces conlleva una cierta relevancia pública. Se debe sustentar en varios principios: la veracidad, que implica que los hechos deben ser verdaderos; la claridad, que supone una forma razonable y ordenada de explicar, y… la novedad, es decir que los sucesos relatados sean nuevos.
El presidente de la Junta de Andalucía anunció hace un mes que no se volvería a presentar a las próximas elecciones. Realmente esa fue una noticia, aunque un poco extravagante anunciar, a solo un año de tomar posesión, que dentro de tres años no se volverá a presentar.
En sus declaraciones afirmó que agotaría la legislatura, es decir los siguientes tres años. Argumentó que las razones que le llevaban a adoptar esa decisión eran un sincero esfuerzo de renovación en su partido, motivos personales y cierto cansancio. Mucha gente de su entorno y de los medios afines destacaron que este gesto (de anunciar su despedida a tres años vista) era digno de admiración.
Mi particular percepción de esta noticia no llega a tal extremo. No confundo lo «digno de admiración» con el «signo de admiración» (el signo de admiración se utiliza para expresar sorpresa, no carente de cierta ironía). La organización política a la que pertenece el actual presidente ha decidido nombrar, rápidamente, a quien será su sustituta. Con las cosas de comer no se juega.
Hoy el presidente de la Junta de Andalucía anuncia que se marcha en el mes de septiembre (¡de este año!, ¡dentro de un mes y medio!). Los adoradores de artificios (hoy en día se les denomina estrategas) están haciendo cábalas con esta noticia… Dudo mucho de la veracidad de los hechos. Dudo de la claridad con que se han expuesto, más bien todo ha estado envuelto en una niebla sucia. Dudo de la novedad (no es la primera vez que un presidente del gobierno andaluz abandona su responsabilidad en medio o al principio de su ejercicio). Dudo, realmente, que sea una noticia.
Más bien me parece un escándalo.
Un escándalo (del griego skandalón) es un acontecimiento que se sustenta en una trampa u obstáculo. Los escándalos abonan el terreno del descreimiento. De la desconfianza. Del hartazgo… Cada vez son más débiles los hilos de los que cuelga el ejercicio profesional de la política. Mal alimento para los tiempos que corren. Que vuelan. ¡Ay!
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