Una crónica de Cabo de Gata
Hay un Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, público, con el movimiento ecologista. Y este espíritu de resistencia permanece.
Hay un horizonte milenario que la acción humana y el paso del tiempo han dado forma. Y este paisaje rural sobrevive.
Hay un territorio acosado por especuladores, en una naturaleza violada por un falso progreso. Y este paisaje herido resiste.
Hay un mundo íntimo, interior, personal, de los sentidos. Y este paisaje del silencio vive.
Hace 25 años
El Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar nace el 23 de diciembre de 1987, aunque ya existía, con un decreto de protección de la formación volcánica de mayor interés de la Península. Fue entonces cuando escribí Te estábamos esperando desde hace tiempo: “La decisión de declarar parque natural la zona de Cabo de Gata constituye el punto de partida de una larga espera porque, junto a la decisión política, parece que se alumbra una nueva predisposición para observar cada uno de los rincones y melodías que encierra uno de los paisajes más singulares e importantes de la costa mediterránea. Únicamente desde la observación del recorrido solitario se puede captar la subyugante personalidad de las calas ocultas o del silencio, extraño silencio, de esas montañas milenarias. Cabo de Gata constituye uno de los efectos del patrimonio de la provincia. El decreto configura un encuentro de justicia con la reivindicación ecológica aunque existan, de todas formas, más de un interrogante todavía. De momento, enhorabuena, te estábamos esperando en nuestro querido paisaje”.
Hasta ese momento, numerosas amenazas: proyecto de carretera por la costa, ante el Plan de Ordenación de la Oferta Turística (1979) que programa el asentamiento de 400.000 personas en el litoral; anuncio de prospecciones petrolíferas y la política urbanizadora del Ayuntamiento de Níjar. Surgen las marchas ecologistas en defensa del Cabo. Grupo Ecologista Mediterráneo: “La carretera de la costa supondrá el fin de una de las pocas zonas vírgenes que quedan en la costa española y mediterránea, con la destrucción de unos paisajes y espacios naturales únicos en Europa”.
En 1982 se publica un estudio de las Salinas y la Serrata (de Lorenzo García Rodríguez, Laureano y Hermelindo Castro Nogueira y José Manuel Miralles). Esta guía advierte del caos urbanístico de San José y de un futuro turístico no deseable.
El I Encuentro Ecologista de la provincia (1985) planteó en sus conclusiones la defensa del entorno de Cabo de Gata, oposición a la carretera del litoral y un requerimiento al Ayuntamiento de Níjar para que suspenda las numerosas actividades urbanísticas ilegales en la costa.
Manifiesto de la Isleta del Moro
La singularidad de Cabo de Gata explica que en 1988 la Comisión Europea de Medio Ambiente elija Almería para su primera reunión fuera de Estrasburgo. El poeta José Ángel Valente promueve el Manifiesto de la Isleta del Moro en defensa del Parque Natural (24 de septiembre, 1988), que fue presentado a la Comisión europea: “Espacio donde la naturaleza parece todavía reconocerse a sí misma…” El manifiesto advierte de las amenazas (destrucción de dunas, caos urbanístico en San José, proyecto de carretera de la costa, Plan Bahía), que “provienen fundamentalmente de la especulación bastarda sobre el suelo, de ideas periclitadas y funestas acerca de la explotación turística”. El manifiesto fue respaldado a nivel local, nacional e internacional, por escritores, periodistas, pintores, músicos, intelectuales, investigadores, cineastas.
En 1990, se promueve el proyecto de urbanización Cala Bernardino, en el entorno del Cortijo del Fraile, y surge un manifiesto de rechazo que encabeza el profesor Pedro Molina y el proyecto se retira. En 1994, Hermelindo Castro Nogueira deja la dirección de la Agencia de Medio Ambiente (AMA): “Me he pasado los años en la AMA parando a cientos de especuladores en el Parque Natural”. En 1995, Josefina Huertas lidera en San José una corriente ecologista contra las pretensiones de las Normas Subsidiarias de Níjar: “El dinero negro está detrás de muchos intereses por urbanizar el Parque Natural”. En 1996, la Coordinadora Ecologista de Andalucía denuncia: “La política urbanística en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar ha sido totalmente destructiva”. En 2005, el movimiento ecologista lanza “¡SOS Cabo de Gata!”: “Urbanizar el Algarrobico es la puerta de entrada para continuar el desmantelamiento de lo que queda del paisaje litoral mediterráneo”. El profesor Andrés García Lorca reitera la situación (2006): “Hay un tratamiento aberrante de las obras litorales de Almería”. El delegado de Medio Ambiente, Juan José Luque (2006): “Tenemos que poner cordura ante tanta locura urbanística”. La consejera de Medio Ambiente, Fuensanta Coves (2006): “El principal enemigo que tiene el medio ambiente, y no sólo en el Cabo, son las construcciones desmedidas del litoral”. Los Verdes (2006): “En Cabo de Gata se juega el honor de las políticas ambientales”. Veinticinco años después permanece el enigma de la compra de Cala San Pedro, el proyecto urbanístico de La Fabriquilla y la espera para la demolición del Hotel del Algarrobico.
Reserva de la Biosfera
Otro gran momento es la declaración de Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1997. El profesor Javier Castroviejo manifiesta: “Cabo de Gata es una joya y un ecosistema muy frágil”.
En 1996, Carboneras quiso abandonar el parque natural, ante la presión de intereses inmobiliarios. Este municipio es un permanente foco de vigilancia ecologista: “La térmica de Carboneras emite el 16% de los gases de efecto invernadero de Andalucía”. El paisaje del Cabo está marcado por un patrimonio en peligro. El Grupo Ecologista Mediterráneo denuncia en 1992: “Hay un expolio continuo del patrimonio histórico, arqueológico y cultural del Parque”. Y la Junta de Andalucía pone en marcha el expediente para la declaración, como Bien de Interés Cultural, de 144 monumentos tecnológicos (aljibes, norias, molinos).
Un modelo para sobrevivir mira al desarrollo sostenible. José Luis Martínez Vidal, presidente de la Junta rectora (1996): “El desarrollo sostenible es prioritario para la nueva etapa del parque natural”. Habrá que esperar hasta 2004 para el Plan de Desarrollo Sostenible para el Parque. Andrés Sánchez Picón (preside la Junta rectora en 2005): “Cabo de Gata, a nivel global, es uno de los recursos más importantes que tiene el modelo de desarrollo almeriense”.
Estudioso del litoral, el geógrafo Alfonso Viciana resalta, en 1999, valores del Cabo, no negociables: “Hay varias calas y playas, por ejemplo, Cala de los Muertos, Genoveses, El Mónsul y, sobre todo para mí personalmente, la Cala de la Media Luna. Son santuarios que no se deben tocar y exigen la máxima protección. Se salvaron de los proyectos urbanísticos disparatados de los setenta. Por ejemplo, un proyecto de dos mil millones en Genoveses, que afortunadamente no se llegó a hacer. Y el proyecto de carretera de la costa, que dejó visibles impactos”. José Guirado Romero, director del Parque (1999): “Cabo de Gata es único”.
Otras visiones
El paisaje del Cabo encierra un encuentro de búsquedas desde la contemplación. La figura de José Ángel Valente es muy importante en la proyección de un paisaje del silencio. Su único poema sobre el Cabo (1992): “El Cabo entra en las aguas como el perfil de un muerto o de un durmiente con la cabellera anegada en el mar. El color no es color, es tan solo la luz… Y el vacío de todo lo creado envolvente, materno, como inmensa morada”.
En el interior del Cabo nace La memoria y la luz (1992), un viaje de José Ángel Valente y el fotógrafo Manuel Falces a la búsqueda de la mística del paisaje: “Este es el misterioso reino de las formas que se hacen y se deshacen en el viento”. Explica que Falces ideara el Proyecto Imagina (1990), génesis del Centro Andaluz de la Fotografía: “Imagina nació sobre una bicicleta mientras oía a John Lennon, y el fuerte viento de poniente me empujaba hacia Cabo de Gata”.
Y la mirada fotográfica de Carlos Pérez-Siquier (1997): “En el Parque Natural hay cortijos por donde ha pasado mucha gente que ha dejado sus huellas como pinturas rupestres”.
El arte ha hecho que transite la obra de pintores, como José María Sicilia (“me interesa el debate de la vida”), José Manuel Broto (“Rodalquilar es un paisaje sobrecogedor”). Comparece la narrativa de Mercedes Soriano, en ‘Una prudente distancia’ (1994): “Las ruinas cobijan jardines inesperados”. Y está la mirada cinematográfica de David Lean, Alain Tanner, Steven Spielberg, Pilar Miró, Sergio Leone, una línea de visiones que se pierde en el horizonte.
Personal
De la relación del periodista con Cabo de Gata está un mundo de visiones muy personales en este paisaje de los sentidos. Así surgió El espíritu del Cabo (1997), fruto de un sentimiento viajero por este paisaje entre 1973 y 1996, con las sensaciones que despertaron el tiempo, el agua, la huida, la búsqueda de la ciudad abandonada, los días, la siesta, la fiesta popular, el eclipse, el desaliento, el amor, el resplandor, el éxtasis, el regreso y la eternidad: “El paso lento del escarabajo sobre las dunas de Cabo de Gata. El canto del grillo le acompaña desde el otro lado. Hasta el final de los tiempos”.
Y por eso entonces escribí: “La agonía del paisaje en Cabo de Gata es inmortal”.
También te puede interesar...
- Carmen Pinteño, pintora al margen del Museo Virtual - diciembre, 2023
- La mirada de Ramón Masats frente al NO-DO en el Centro Andaluz de la Fotografía - noviembre, 2023
- Hermelindo Castro Nogueira permanecerá siempre en nuestro paisaje - junio, 2023
