«Así es la vida. Yo quería quedar bien,
pero lo que no pue zé, no pue zé.» Cagancho
(Todavía vestido de plata y fumando sin parar -refugiado en el salón de actos del Ayuntamiento de Almagro- respondiendo a uno de la Benemérita que lo custodiaban). 26 de agosto de 1927

Joaquín Rodríguez «Cagancho» en Almagro
Pretendió ser como Cagancho. Pero no pudo. Por cuenta propia y en mitad de la corrida quiso lucirse. Como Cagancho en vez de matar al animal (según el guión de la tauromaquia) lo asesinó y la afición le dio la espalda. Ambicioso y ególatra, este aspirante, no alcanzó ni el puesto de mozo de estoque en una cuadrilla de segunda…
Artur Mas es un fiel representante de una burguesía catalana que presume de liberal (sic). Habla varias lenguas. Aficionado a la alta cultura gastronómica. Moderno. Él y los suyos se corrompen (con elegancia) en el hermoso Palau de la Música de Barcelona… Pero es débil. Ha sufrido (y padecido) en estos años una perturbación anímica que recibe el nombre de obsesión. Una idea fija y una preocupación permanente han ocupado su mente: sabía que él no era el «hereu»; sabía que la sombra que siempre le acompaña no es la suya; sabía que esa sombra iba adquiriendo corporeidad cada minuto que pasaba; sabía que esa sombra era más catalana, más moderna, más corrupta y más hija de…
La sombra se llama Oriol Pujol Ferrusola…¡ohhhh!, es el verdadero «hereu«. Y no pudo soportarlo. Decidió por cuenta propia entrar de lleno en la Historia con una bandera que no era la suya. Era una copia de la original que otros llevan desde tiempo atrás. Su brillo ha sido efímero y fugaz (y ridículo). Y el «hereu«, el verdadero heredero, continua estando en el mismo lugar. Esperando. Al final Artur Mas ha quedado (acompañado por el beato sacristán Duran i Lleida que lo mira de reojo) como Cagancho en Almagro
Nota: no debemos fiarnos de los burgueses, de apariencia liberal, que asisten elegantes al hermoso Palau de la Música y, enarbolando banderas de libertad, se entretienen aplicando los más duros planes de ajuste mientras ejercen la corrupción en sobres de papel florentino.
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