Había una vez un circo (y un pescadero de Granada)
¿Sabéis que Miliki, el que se nos ha ido, tenía un abuelo granadino, el del apellido Aragón? ¿Que el que ha llenado de aragones el mundo del circo y del espectáculo, era de Granada?
Esta ciudad tiene sus estúpidos, que todos conocéis, y sus genios como éste: era de la Pescadería y es de imaginar que haría sus pinitos en el espectáculo, además de andar entre el pescado, ya que se enrolló con la trapecista de un circo que vino a Granada, fugándose con ella y con el circo, que era de su familia (de ella, claro).
Se llamaba Virginia Foureaux y era sueca/francesa, vaya, su padre era un gran caballista, domador, antiguo oficial de la caballería militar sueca. Y nuestro pescadero se hizo payaso, “El gran Pepino”, con un par.
Tuvieron dieciséis hijos y de ahí vienen todos los nombres conocidos: Pompoff, Thedy, Nabucodonosorcito, Zampabollos, Emig, Gaby, Fofó, Miliki, Milikito, Fofito, Rita, los Gabytos y un sin fín…
La familia ha llevado su arte por todas partes. Tras la Guerra Civil española anduvieron por Cuba, aunque Miliki había nacido en Carmona (Sevilla). Al llegar Fidel, salen a Puerto Rico, Venezuela, Argentina y vuelta a España en los primeros setenta.
Representan el frescor y la recuperación de un género. Mi madre me hablaba de Pompoff y Thedy, o de Zampabollos, y lo hacía con la alegría de la risa y el orgullo del paisanaje…
En esta miseria que nos rodea irremediablemente, el recuerdo, no infantil en mi caso, de «había una vez un circo, hola don Pepito o cómo están ustedes», así como esas canciones para mis niños de 40 años, me llevan a expresar mi cariño por un artista serio y cariñoso y mostrar mi emoción a su familia.
Y lo mejor, decir que ya no podré llamar jamás payaso a ningún político. Miliki nos ha demostrado que los payasos están muy por encima. Hasta la palabra payaso ha dejado de encajarles.
Gracias don Pepito, gracias don José. Estará Miliki bailando con mi padre, veo la cara sonriente de mi madre, la que disfrutó con tus tíos Pompoff y Thedy, hijos de José María Aragón, hijo de Gabriel Gaby Aragón Gómez, que se fugó y casó con Virginia Foureaux desde la Pescadería de Granada y tuvo con ella dieciséis hijos. Y la gallina, que ahora sabemos que se llamaba Turuleca y no de otro modo, venga a poner huevos y huevos.
¡Pos de Graná, ni po…s!
Había una vez un circo… que era mucho más decente que el que nos rodea.
Salud, MILIKI, recuerdos de la tierra de tus antepasados y gracias por esa seriedad para hacernos reír.
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