Iniciativas

Realidad y apariencia no se deben representar como una misma verdad

En la Ley de Protección de los Animales se establece en su primer artículo (Sección I: De la crueldad con los animales) que «está prohibido atormentar innecesariamente o maltratar con crueldad a los animales (…) Se atormenta a un animal cuando de manera repetida o continua se le causa dolor o sufrimiento apreciable». Continua en su artículo cuarto: «Está prohibido emplear un animal frágil, enfermo, agotado por el trabajo o viejo (…) Está prohibido utilizar un animal sin necesidad para lo que claramente exceda sus fuerzas o le cause un dolor apreciable (…)» Tiempo despues de la aprobación de este texto legal se desarrolló un Reglamento sobre el transporte de los animales. En la exposición de motivos se establece: «Se regulará de forma detallada el transporte de animales en trenes y vehículos de motor, especificando normas de espacio, alimentación y acomodación y prohibiendo el transporte de animales enfermos o de condición delicada (…)»

Es lamentable descubrir, una y otra vez, que la realidad no se corresponda con nuestro deseo. Entonces el olvido se convierte en un don para no dejar de sorprendernos. Existe en la psicología un fenómeno consistente en percibir como real lo que no lo es. Se trata de una alteración perceptiva, una ilusión óptica… Recibe el nombre de «Pareidolia». Este error en la percepción es muy común hoy en día. Sucede mucho con el lenguaje, con la prostitución del lenguaje. Una erosión semántica en la que las palabras, usadas por unos y por otros, no significan lo que son, ahora su significado está sujeto (y bien sujeto) a la finalidad para la cual se usa. Sin pensamiento reflexivo y crítico no hay posibilidad alguna de descubrir la «pareidolia».

La Ley anteriormente citada fue aprobada el 24 de noviembre de 1933. Es la primera ley de protección de los animales. Fue impulsada con fervor por Hitler con el comentario: «En nuestro país no debe haber cabida para la crueldad con los animales». El último artículo (nunca se llega a leer) del reglamento de transporte de los animales dice: «Se limitará el contacto de las personas de sangre no-aria con los animales que se transportan».

Denominarse, autodenominarse como demócrata, ecologista, radical, feminista… no es más que una declaración. Somos lo que hacemos, no lo que decimos. ¿Era Hitler, y su régimen, ecologista? ¿Se puede ser ecologista y nazi? ¿Se puede ser demócrata y maltratador? ¿Se puede ser laico y autoritario? ¿Se puede ser feminista y despreciable?

No sientes en tu mesa a nadie que se llame inteligencia, si contradicción no se apellida y duda se sobrenombra.

Sebastián de la Obra
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