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Acaso ya no nos queden más alas… (Sobre la confusión)

Acaso ya no nos queden más alas… (Sobre la confusión)

Los tenderos (de manual) se adaptan a las campañas de temporada. Los tenderos están pendientes de los vaivenes sociales, saben cuándo y cómo ofertar sus productos… casi siempre en los prolegómenos de una campaña. Los tenderos para no decir ni mostrar los defectos de sus productos acuden -cada vez más- a la publicidad y a los elementos accesorios: celofán, cartón y más cartón… hasta el extremo de ocultar el producto en uno, dos y tres envases. Así hasta cambiar de nombre (si es necesario para el negocio).

Los tenderos se parecen mucho a los ideólogos y aspirantes a ideólogos (también de manual). Juntos conforman el perfil de publicistas. Los magos contemporáneos. El mercado los acoge y los va ubicando y reubicando allí donde sean necesarios. El mercado es el verdadero director de escena y de actores de esta película. El mercado va tendiendo la trampa como un reloj sereno.

Es este un tiempo de crisis. Uno de esos momentos en los que la memoria y, a veces, la historia se permiten definir como un momento de cambio.

Una gran y sorprendente masa crítica coincide, en estos tiempos y en los más diversos espacios, en cuestionar y replantear el modelo de gestión (y sus consecuencias) que los responsables públicos y las entidades privadas han llevado a cabo en las últimas décadas. En nuestro Occidente esta masa crítica se va distanciando, cada vez más, de los gestores públicos (socialdemócratas y conservadores). A los primeros por haber sido incapaces de hacer nada para impedir esta situación; a los segundos por no querer hacer nada para impedir esta situación. A ambos se les identifica como piezas del engranaje. Como elementos del sistema. Como… copartícipes en un gran baile de máscaras.

Esta masa crítica es, por fuerza, muy heterogénea. Su conciencia crítica se alimenta y sustenta según su ubicación en los espacios sociales, culturales, económicos, territoriales… Dispara con imaginación en Túnez, Andalucía o Berlín y con rabia en Grecia, Londres o Siria. Se caracteriza por su independencia y su enorme desconfianza hacia quienes gestionan (o aparentan gestionar) y hacia quienes tuvieron la responsabilidad de gestionar. Al tiempo que disparan con rabia e imaginación son observados. Estudiados. Analizados. Clasificados. Son observados (y perdonados) por los tenderos/ideólogos socialdemocratas que les muestran simpatía mientras esconden sus celos y los imaginan inconsistentes. Son observados y despreciados (y utilizados) por los tenderos/ideólogos conservadores que, si pudieran, los internarían en algun centro y siempre los consideran inconsistentes.

La transparencia e independencia que esta masa crítica tiene, ha permitido generar una enorme conciencia crítica y en esto coinciden todos los tenderos. Ambos consideran que esta masa crítica vive en una permanente y gran confusión. Le atribuyen una confusión que nace de la ignorancia y de la inocencia. Le atribuyen un componente emocional que a los tenderos les repele (no forma parte, dicen ellos, del correcto análisis de la realidad); aunque es bien cierto que estos tenderos acuden, cuando les viene en gana, a las emociones para la venta de sus defectuosos productos. Consideran que esta confusión nace de la falta de claridad y orden. Unos dicen que estamos «bienintencionadamente» equivocados y otros que «malintencionadamente» equivocados. Que perturbamos y provocamos un gran desorden para las campañas de venta (y promocionales) que se avecinan. Los que hilan más fino (con la psicología como aliada) llegan a decir que esta confusión nos produce una disminución de la actividad de la consciencia y de ahí que podamos sufrir algún tipo de alteración… Estos sinvergüenzas no tienen reposo desde hace siglos.

 Nota: Ser críticos con las instituciones democráticas no significa estar contra la democracia. Ser críticos con el ejercicio (frívolo, corrupto y clientelar) que la clase política realiza de sus atribuciones no significa cuestionar el ejercicio del servicio público. Ser críticos con la gobernanza realizada por los «menos malos» no significa querer que nos gobiernen los «más malos». Criticar (y pensar) sobre las profundas fracturas de nuestra democracia no significa querer la demolición de la democracia. Solo que… no nos gustan las eternas servidumbres, sean voluntarias o sean impuestas.

  Epílogo:

Estas palabras estan dedicadas a los señores Pastrana y Carbonero, secretarios de los sindicatos UGT y CCOO respectivamente, en Andalucía. Los dos se han declarado molestos porque los parlamentarios andaluces esten dedicados a investigar los usos fraudulentos de los Eres, en la comisión de investigación creada en el Parlamento de Andalucía. Con todo respeto, no sé bien dónde se encuentra la confusión. Yo puedo estar confundido, lo acepto, pero me sorprende que ellos (y otros que respeto y admiro) no huelan esta luz deshabitada. Acaso, a algunos, ya no nos queden más alas. Ay!

Sebastián de la Obra
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