
Foto de Jose Antonio Bautista
«Los marroquíes no son unos demonios, pero en el Sáhara Occidental actúan como gánsteres, como la Mafia».
La frase pertenece al diplomático estadounidense, ya retirado, Frank Ruddy, antiguo vicepresidente de la misión de la ONU en la antigua colonia española. Para él, como para quienes asistimos perplejos a la incapacidad del Gobierno de España para mediar en este conflicto, el papel de la ONU ha resultado un completo fracaso al incumplir su misión pacificadora, al cerrar los ojos a los abusos de Marruecos y al impedir una salida aceptable para los saharauis.
Una vez más, la realpolitik ha triunfado gracias a las privilegiadas relaciones de Rabat con Occidente, al que le importa un bledo que el régimen de Mohamed VI se comporte en el Sáhara como en su día se comportaron los gobernantes yugoslavos con los bosnios.
El principio de la solución definitiva comenzará cuando el rey de Marruecos acepte sin condiciones la resolución 690 de Naciones Unidas, la que se adoptó para celebrar un referéndum sobre la autodeterminación del Sáhara tras la ocupación militar marroquí de 1976. Esta consulta debería haberse realizado hace 18 años.
Durante estas dos décadas, Marruecos ha continuado con su política de hechos consumados desplegando silenciosas marchas verdes para instalar a 200.000 colonos en el territorio ocupado. Su objetivo no ha sido otro que alterar el mapa demográfico e impedir por todos los medios que el referéndum, si alguna vez se celebra, le sea desfavorable. Mientras tanto, el Gobierno de España se ha dedicado a mirar hacia otro lado. Los ricos caladeros de pesca marroquíes, las minas de fosfatos, la venta de armas y la situación en Ceuta y Melilla son poderosos argumentos para su justificada ceguera. En Tinduf o Smara están agotados ante tanto cinismo.
Muchos saharauis recuerdan ahora con amargura el discurso que Felipe González pronunció en los campamentos del exilio, al sur de Argelia, en noviembre de 1976. «Estimo vergonzoso que el Gobierno (de España) no sólo haya hecho una mala colonización sino una peor descolonización, entregándoos en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania (…) No vengo a prometeros algo sino a comprometerme con la historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final». Sobran más palabras. Los saharauis quieren ver ya cómo su pueblo aparece dibujado en todos los mapas.
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