Sigue siendo Andalucía
Por aquel entonces apareció su primer disco y un cancionero que editó Aljibe y que prologó Antonio Burgos: Carlos Cano llegó en el momento justo, como el aceite a las espinacas o como el azúcar a los calentitos mañaneros. Cuando Andalucía empezaba a despertar y a cantar el quejío de su atraso y sus injusticias, él le devolvió la voz. [Pudo] renunciar a sus raíces, al emigrante de Juanito Valderrama, al dolor de la copla de la primera comunión, la Andalucía de las radios de los años cuarenta, el hambre por las cocinas y los lavaderos, el pasodoble al aire y la flor en el pelo. Pero quiso, Carlos Cano, ahondar en las raíces de la copla, ajondar en la canción, en el código expresivo de un pueblo que había perdido la voz. En tiempos en los que la noche de la dictadura hacía que todos los gatos de la canción fueran pardos, Carlos eligió la veredita verde y blanca que no cría hierba, la senda de la calidad. Palpó su tierra palmo a palmo, oyó las viejas placas, los antiguos pasodobles y los fusilamientos. Y surgió su obra, llena de luz más que de sol con la alegría de la esperanza de un pueblo que recobra su conciencia.
Era un andaluz triste. Y aquel era un tiempo hermoso, como él ha dicho, lleno de fuego, de sueños, de vida, pasión, en donde unos pocos andaluces dedicamos todas nuestras fuerzas a la utopía de despertar a nuestra tierra del sueño de los justos, encender las estrellas y pedir de nuevo la vuelta al paraíso.
Manuel Lombao y Miguel Ángel Sacaluga le reconocían por aquellas como el abanderado de una Andalucía que necesitaba a los cantantes como líderes políticos o, al menos, como aglutinantes.
Bueno –les respondía-, todo esto comienzo a sufrirlo porque soy bastante tímido; me da horror ya el hecho de subir a cantar; ahora, esto sólo dura los primeros minutos: cuando empiezo a cantar se me pasa. Todo esto me da miedo por el instinto que tengo de que es negativo el mito; por otra parte, acepto lo que creo que ese mismo mito tiene de positivo, de manera coyuntural. Tengo la mala suerte de ser el único cantante que hay en Andalucía que se dedica a cantar en su tierra. Esta tierra es muy grande y las comunicaciones son muy malas. De todas maneras, espero que mi trabajo incida en la gente y sirva de ejemplo como una cosa que se puede hacer sin irse a Madrid.
Las páginas de aquellos periódicos que imprimían ilusiones en los setenta ya estaban amarillas cuando, veinte años después, Carlos Cano se sentó ante una mesa redonda de micrófonos. Alguien le pregunta si va a volver a cantar Verde y blanca, aquel himno suyo a la Andalucía nacionalista que tenía puesta la vista en la Asamblea de Ronda de 1916
Hace muchos años que no la canto. Dije una vez, quizá un poco amargamente, que no quiero cantar canciones de sueños a un pueblo que no tiene ganas de soñar. Y me reafirmo.»
Ahora (1998) es ya un hombre maduro con un escepticismo que no es el de la desesperación, sino el de la sabiduría. Sobre el escenario de los viejos rizos, una indumentaria escueta y canciones que hablan de mujeres acosadas por la muerte, de ciudades que se aman a través de los mares, de dictadores siniestros, de desamores bien pagados o de sensuales cuerpos que se engarzan bajo el ritmo hermoso de las darbukas. Sigue siendo un andaluz triste. Sigue siendo Andalucía. Como Luis Cernuda.
También te puede interesar...
- Los amores sucios - enero, 2021
- La verdiblanca ha desaparecido y nadie sabe como ha sido… - septiembre, 2019
- Staying alive - marzo, 2019
