Silvio, un capillita con alma de blues
“Un perdedor es el que tiene ansia, un ganador el que tiene suerte”
Silvio Fernández Melgarejo
Pasa el tiempo y aun no ha vuelto a surgir en Sevilla un personaje de la talla de Silvio, se fue hace más de quince años y su memoria aun perdura. Entre sus innumerables aventuras y anécdotas era muy conocida una -la última como hombre casado- en la que tras recoger la noble paga que les mandaba mensualmente su suegro desde Inglaterra decidió ir con un amigo de aeropuerto en aeropuerto fundiéndose todo el dinero en copas y billetes de avión.
Esta afición por el alcohol y el tabaco le supuso con los años una degeneración física progresiva que culminó en su última resaca; el colapso.
Silvio Fernández Melgarejo nació muy al Sur de la Gran Bretaña, concretamente en La Roda (Sevilla), fruto del amor prohibido de una gitana con un redactor jefe de ABC. No lo hizo en Sevilla por el cabreo monumental que se agarró su abuelo paterno, aunque pronto dio sus primeros pasos por Hispalis. Allí se enamoró de los sonidos populares de la Semana Santa, tambores y patrones rítmicos que le acompañaron durante toda su carrera.
Silvio fue batería de los míticos SMASH con quien cosecharía varios éxitos. Tras la disolución de la banda se enamoró de Carolyn, una bella joven de la alta aristocracia inglesa con la que se casó en el Cachorro de Triana. Silvio pasó de no poseer gran cosa a tener un chalé en Marbella y un Mercedes blanco en la puerta. Con chófer.
El matrimonio no duró mucho y tras dos años de vivencias y Sam, su hijo en común, Carolyn decide divorciarse. Silvio vuelve a Sevilla donde sufre un fuerte revés; Eva, su hermana pequeña, decidía quitarse la vida con 20 años. Algo se rompió por dentro, se sintió responsable y cuentan que nunca se recuperó del todo.
Pasaron meses hasta que Pive Amador se decidió a producir a Silvio y Luzbel (Al Este del Edén, 1980), la condición que puso era sencilla; que dejara la batería y pasara a ser frontman, el solista.
Un acierto. Silvio en directo era único. Sus músicos acabaron siendo maestros de la improvisación y los cambios de ritmo. Los setlist no iban con él, era imprevisible, a veces, sin venir a cuento, se arrancaba a cantar La Zarzamora en mitad de otro tema.
Cuentan que yendo a grabar a Madrid por una semana, mientras los músicos grababan la parte instrumental, Silvio se quedaba en el hotel aquejado de alguna enfermedad común. Hasta que no terminaron la grabación no se dieron cuenta que estuvo toda la semana invitando a todo el que pasaba por su habitación a una especie de fiesta continua. Las 2.000 pesetas de su dieta diaria fueron su propina diaria al camarero del servicio de habitaciones. Un señor. La cuenta de esa semana ascendió a 120.000 pesetas.
En 1984, Gonzalo García Pelayo consiguió juntarle con Miguel Ángel Iglesias en Barra libre. De ese disco surgió uno de sus temas más conocidos: La ragazza del elevatore, obra cumbre del Silvio idiomático. Lo mismo cantaba en inglés, francés o italiano, todo dependía del número de copas.
En la capital del reino se consolidaba la movida madrileña y por allí pasó Silvio volviendo loco a Alberto García-Alix, el mítico fotógrafo tuvo a bien contar con él para el cortometraje que le dedicó a Johnny Kidd, No hables más de mí. Alberto, desesperado, no tuvo más remedio que darle barra libre para poder terminarlo a tiempo. Cuando el guión señalaba una réplica de Silvio, veía tras la cámara, perplejo, como éste pasaba y se arrancaba a dar golpecitos en la mesa con ritmos semanasanteros…
De vuelta a Sevilla forma un nuevo grupo: Silvio y Sacramento que le encumbra como figura indiscutible en un mágico triángulo Sevilla-Huelva-Cádiz, donde ya era un mito en vida.
La portada del disco Fantasía Occidental es la mejor prueba de que Silvio Fernández Melgarejo podría haber formado una hermandad propia sin problema. Un estilo, una filosofía de vida.
Grabó con ellos otros dos elepés; En misa y repicando y El mito.
Entre los temas más recordados una versión del popular Stand by me (Ben E. King, 1961) dedicada a la Virgen de la Macarena y el tema que compuso tras perder una apuesta; siendo sevillista hasta la médula escribió una de las mejores canciones dedicadas al Betis, el primer equipo andaluz en ganar la Liga.
Hay quien recuerda cuando desapareció preparando un concierto en Almonte tras pedir un adelanto al dueño del local. Los músicos esperaron alguna de las suyas y se sorprendieron cuando lo encontraron totalmente sobrio a las puertas de la feria. No entendían qué pasaba. Silvio les invitó a pasar con él por las atracciones donde nada más reconocerle la gente empezaba a llamarle para invitarle a cenar, copas… A lo que quisiera.
Eran los padres de todos los niños a los que había regalado las 30.000 pesetas del adelanto gastándoselas en fichas para los autos locos. Genio y figura.
Tras sufrir varios bajones en su salud, nuestro ácrata rockero sevillano se reunió con Los Diplomáticos en el que sería su último disco, A color to África from Manchester, en 1999.
Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris
El antihéroe murió hecho polvo, con el hígado quemado y los pulmones destrozados, un surrealista que no trabajaba el surrealismo que consiguió vivir como pocos; haciendo siempre lo que le vino en gana.
Paco Bech estrenó en el Festival de Cine de Sevilla el documental A la diestra del cielo, 2008 merece la pena verlo entero, cuenta con la participación de Ricardo Pachón, García Pelayo, García-Alix, Rockberto, Carlos Amigo Vallejo o Pájaro, guitarrista en Fantasía Occidental y compositor con Pive Amador y San Juan de la Cruz de Las Criaturas.
Desde que desapareció Silvio su música ha estado presente en versiones más que recomendables de grupos como Los Delinqüentes o Grupo de Expertos Solynieve.
En una de sus últimas entrevistas le preguntaron: ¿Cuentan muchas cosas de ti que no son verdad? Muy pocas, respondió.
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